Anales de la RANM

34 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 ASISTENCIA MECÁNICA CIRCULATORIA Gabriel Téllez de Peralta Año 2018 · número 135 (01) · páginas 33 a 39 Masaje cardiaco externo Es una de las primeras medidas de las que puede dis- ponerse ante un fallo cardiaco agudo. La maniobra básica reanimadora consiste en la compresión rítmica con ambas manos sobre la mitad inferior del esternón, manteniendo los dedos apartados de la caja torácica, para evitar posibles lesiones en costillas o en el apéndi- ce xifoides. Los brazos deben estar extendidos, haciendo fuerza con los hombros directamente sobre las manos. El máximo flujo sanguíneo se obtiene con la máxima compresión, debiéndose conseguir reducir el diáme- tro torácico anteroposterior en un 35% (aproximada- mente 4 ó 5 centímetros). El mecanismo por el que masaje externo mantiene el gasto cardiaco se explicó por la “teoría de la bomba cardiaca”: al comprimirse el corazón entre el esternón y la columna vertebral se produce una sístole, en la que se comprimen más los ventrículos que las aurí- culas con lo que las válvulas intracardiacas se cierran (válvula mitral y tricúspide), lo que evita el flujo san- guíneo retrógrado. Durante la relajación, la presión ventricular disminuye por debajo de la auricular, y las válvulas aurículo-ventriculares se abren posibilitando el llenado diastólico. En las maniobras de masaje cardiaco externo no debe olvidarse mantener permeable la vía aérea, lo que debe ser también un objetivo prioritario para evitar que la lengua y la epiglotis obstruyan la laringe. Si el paciente no ventila, la administración boca a boca del aire espirado resulta el sistema más rápido de ad- ministrar oxígeno en cantidad suficiente para mante- ner un aporte tisular aceptable en espera de establecer lo antes posible técnicas de oxigenación y ventilación más complejas y eficaces. Masaje cardiaco interno En ambientes hospitalarios, en aéreas quirúrgicas, cuando se produce una parada cardiaca puede inten- tarse un masaje cardiaco interno, previa toracotomía izquierda. Es más eficiente que el masaje externo, pero si se prolonga, con mucha frecuencia acaba produ- ciendo desgarros en las cámaras cardiacas. Para evitar esta grave complicación, que hace así im- posible la recuperación del paciente, se ideó la copa de Anstadt(2). Es un dispositivo cónico acoplable a la punta del co- razón (Fig. 1), que es capaz de proporcionar un masa- je prolongado al ventrículo izquierdo. Es activado por una bomba neumática externa que puede sincronizar- se con el latido cardiaco o actuar independientemente durante las arritmias. Contrapulsación Otro procedimiento que se ha demostrado muy eficaz y que ha sido muy utilizado y continúa siendo de utili- zación habitual en todos los grandes centros hospita- larios es el balón de contrapulsación. Hace más de 60 años, Harken describió en Boston que se podía tratar el fallo ventricular con la contrapul- sación aortica mediante la extracción de sangre por vía de la arteria femoral, en sístole, para reinfundirla rápidamente durante la diástole, mejorándose de esta manera la perfusión coronaria. Pero la técnica no es- taba exenta de riesgos importantes y de algunas otras complicaciones como hemorragias, hemólisis, etc. por lo que Moulopoulus introdujo la contrapulsación me- diante un catéter-balón introducido por vía arterial, habitualmente la femoral, avanzando hasta la aorta to- rácica. En 1963, Kantrowitz en el Maimonides Medi- cal Center de Nueva York utilizó con éxito esta técni- ca, popularizándose como eficaz método de asistencia ventricular (Fig.2). Fig 1. Copa de Anstadt Fig 2. Contrapulsación

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