Anales de la RANM

47 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 EL PACIENTE EN LA MEDICINA ACTUAL Manuel Díaz-Rubio García Año 2018 · número 135 (01) · páginas 45 a 49 Las tensiones por tanto vienen del impresionante de- sarrollo de la medicina que esbozamos al comienzo de este escrito. En una época pasada, ya histórica, el médico era el sujeto activo y el paciente el pasivo: el médico mandaba y el paciente obedecía. En una épo- ca posterior el médico proponía y el paciente acepta- ba o no, e incluso a veces demandaba. En una tercera época, aún vigente como decimos, se da la circuns- tancia anterior, pero interviene el financiador el cual controla y en última instancia decide si procede la in- dicación del médico y que el paciente ha aceptado. En esta situación de tensión el paciente (6), más culto, mejor informado y con recursos para conocer mejor su enfermedad va tomando conciencia de su fortaleza a la vez que se vuelve más inteligente. Hoy el paciente tiene acceso a una información impensable hace unos años. Desde el fácil acceso a internet y a los buscado- res, así como a las páginas donde se da información sobre todo tipo de enfermedades, el paciente ha des- pertado para tener un conocimiento y control de su enfermedad impensable hace unos años. Además, la proliferación constructiva de las Asociaciones de Pa- cientes (1.738 a primeros de febrero de 2017) está faci- litando la información y formación de los pacientes y ayudando no solo a sobrellevar mejor su enfermedad sino a informar al detalle de los nuevos avances que los llena de esperanzas. Pero la potencia de la información, y en su caso for- mación, les llega además por la puesta en marcha de las denominadas Escuelas de Pacientes o Universidades de Pacientes . En este sentido el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad ha puesto en marcha lo que denomina Escuelas de Salud para la Ciudadanía con el objetivo de dar al paciente, sus familiares y cui- dadores información y formación sobre las enferme- dades más frecuentes. Igualmente han hecho otras co- munidades autónomas, unas con el nombre de Escuela y otras de Universidad. Por otra parte, la informática, la telemática, simples aparatos, registradores de datos y los sensores biomé- dicos están cambiando de forma manifiesta la relación médico-paciente. Algunos ejemplos de lo que llama- mos el paciente conectado son: el uso de algoritmos en medicina, los servicios médicos automatizados, el registro digital de parámetros biológicos, los disposi- tivos y programas informatizados, las prótesis y otros artilugios inteligentes, los sensores móviles, las redes sociales, tatuajes digitales o inteligentes, las Apps, bio- hackers, etc. Como curiosidad, pero también seguramente como ejemplo del futuro de lo que denominamos el paciente conectado , está la plataforma de software desarrolla- da por la empresa Libelium, y aunque todavía es para uso en zonas aisladas pero conectadas, puede adqui- rirse por un paciente. Dispone de hasta nueve tipos de sensores que se conectan a un sistema informático y a un centro de control que informa de su situación. Esto nueve sensores dan información sobre el pulso, la temperatura corporal, la presión arterial, el oxígeno en sangre, electrocardiograma, medidor de la glucosa, flujo de aire (respiración), respuesta galvánica de la piel (sudoración), y posición del paciente (aceleróme- tro). Otro ejemplo, entre los muchos existentes es el ECG en casa, presentado por la empresa QardioCore, así como las nuevas aportaciones que está realizando BioStamp y los biohacker. La potencia del paciente gracias a su mejor formación, conocimiento de la enfermedad y disponibilidad de recursos para su control hace que se descargue el pa- pel de médico en su seguimiento y pese sobre el pa- ciente la responsabilidad de hacer las cosas bien. Ob- viamente esto tiene sus ventajas y sus inconvenientes que el paciente junto a su médico debe ponderar. El desarrollo de la tecnología de ayuda parece impa- rable, pero la pérdida del contacto del paciente con el médico le lleva a alejarse de aquellos factores huma- nos que se dan en la relación médico paciente. La mi- rada comprometida, la palabra llena de verdad y áni- mo, la mano del médico como forma de expresión de comprensión y fuerza, e incluso el “olor” a médico, son elementos esenciales que se pierden sin esta relación y que pueden incidir negativamente en la evolución de su enfermedad. Nuestra experiencia a lo largo de tantos años, frente al paciente y su enfermedad, nos indica que existen dife- rentes tipos de ellos según su comportamiento y ges- tión de su enfermedad. En la práctica clínica nos en- contramos básicamente con dos tipos de pacientes: el buen paciente y el mal paciente . Igual que Diego Gracia diferencia entre “mal médico” y “médico malo” pode- mos hacer algo similar con el paciente, aunque por lo general siempre referido a cuando padece una enfer- medad crónica. El desarrollo de la sociedad, la medi- cina y de la relación médico-paciente ha dado lugar a que el paciente ha pasado de ser víctima a convertirse en protagonista. El concepto histórico de buen pacien- te como respetuoso, sumiso y confiado ha desapareci- do. Hoy consideramos buen paciente a aquél que con independencia de cómo le impacte su enfermedad, comprende lo que le pasa, en poco tiempo la acepta, convive con ella de forma responsable, entiende cuan- to le trasmite el médico, colabora con él en la todas de decisiones, adquiere información correcta de su en- fermedad, se controla adecuadamente, cumple correc- tamente con el tratamiento, se supera, es respetuoso con quienes le tratan y en definitiva hace de su en- fermedad un mundo compatible con su vida. En este caso predomina la compatibilidad entre su vida coti- diana y la enfermedad. El mal paciente , por el contra- rio, no responde a estas expectativas, y además maldi- ce su suerte, no acepta en ningún momento su enfer- medad, cambia su humor y la vida familiar, culpa a los demás y complica la relación con su médico a veces en grado sumo. En este segundo caso su vida cotidiana se hace incompatible con la enfermedad. El proceso de aceptación de la enfermedad y el cum- plimiento del compromiso con el médico y el finan- ciador lleva a buen puerto el concepto de decisiones compartidas. Ello conlleva que en la práctica nos en- contremos con pacientes muy diversos. Cinco tipos más específicos de pacientes son a nuestro juicio los más frecuentes, a los que denominamos: 1) el pacien- te lúcido o inteligente , sería aquél capaz de conciliar todos los avances a su disposición y la necesidad de no perder en modo alguno el contacto con su médi- co. Frente a éste estaría 2) el paciente competente , o

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