Anales de la RANM

75 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 MARAÑÓN, INVESTIGADOR DE DON JUAN TENORIO Y PIONERO DE LA PSICOHISTORIA Francisco Alonso-Fernández Año 2018 · número 135 (01) · páginas 72 a 76 Marañon extendía su censura moral y biológica a la fal- ta de discriminación sexual en estos términos: “Mien- tras que el hombre de instinto sexual indiferencia- do tipo don Juan se siente atraído por cualquier mu- jer, a medida que el instinto se diferencia el hombre es atraído por un grupo de mujeres de determinadas condiciones físicas y psíquicas que se van concretan- do hasta constituir un tipo individual, cuyo hallazgo constituye el ideal de amor monogámico”. Por mi parte vengo tipificando la conducta donjua- nesca como una modalidad de adicción sexual, una adicción a la seducción de la mujer, una modalidad de adicción sexual con muy poco sexo, porque lo que busca el Tenorio con la humillación de la mujer es sa- tisfacer su rencor antifemenino, evidentemente misó- gino, y al tiempo sobre todo sentirse autoafirmado y poderoso. (12) La entrega a la seducción no movida por el amor mo- delo Romeo, ni por el deseo modelo Casanova, repre- senta a primera vista un trabajo estéril o improducti- vo, una pérdida de tiempo. Por ello el escritor Albert Camus (13) identifica a don Juan como el hermano gemelo de Sísifo, el arquetipo mitológico del trabajo inútil. La actividad de don Juan en apariencia absurda o inútil encuentra su clave comprensiva propia por fuera del ámbito erótico: don Juan seduce y humilla a la mu- jer para autoafirmarse y sentirse poderoso. Don Juan se vale de la mujer seducida para lavar la herida narcisista infligida por ella y sobre todo para autoasegurarse. En mi libro Nuevas adicciones queda constatado cómo el donjuanismo y el casanovismo son conductas con- trapuestas en el aspecto sexual y en otros. La distin- ción entre ambas conductas es básica y múltiple. Cada aventura de Giacomo Casanova (1725-1798), como lo acreditan sus memorias, publicadas en el siglo XVIII en más de cuatro mil páginas, se gratifica con la or- gía de una feliz noche, dato ausente en la conducta del Tenorio. El perseguidor donjuanesco de la mujer en la primera fase, abandona su presa sin entregarse a la fiesta eró- tica que ella le brinda. Es en esta etapa final de la rela- ción con la mujer cuando hace crisis el regocijo del bur- lador, dato ya presente en la obra de Tirso de Molina. Recordar a día de hoy, para finalizar, cómo en mi cita- do libro sobre las adicciones, siguiendo la línea de Ma- rañón, se contraponen las figuras de don Juan y Ca- sanova: mujer-objeto para don Juan y mujer-hembra para Casanova; seducción depredadora la de don Juan y seducción erótica la de Casanova; en tanto don Juan era un patricio o un gentil hombre, como postulaba Marañón, de una talla burguesa, Casanova era un as- tuto pícaro que no pasaba del rango de plebeyo. Ya Marañón destacaba “la gran frecuencia con que el don Juan es aristocrático y heredero de pingüe fortuna”. II Marañon hace nuevamente gala de su doble condi- ción de médico e historiador al acreditarse como un pionero de la psicohistoria, esa ciencia híbrido entre ciencia psíquica y ciencia histórica, dedicada al estu- dio de la personalidad del protagonista de la historia. Es la psicohistoria una ciencia a la vez híbrido, unita- ria y empírica. Si bien el origen real de la psicohistoria se remonta al siglo II de nuestra era, momento señalado por el es- tudio del historiador romano Plutarco (45-120) sobre la vida de Alejandro Magno, el nacimiento oficial , ob- tenido con el reconocimiento como una ciencia inde- pendiente, título otorgado por los círculos académi- cos, no acontece hasta el año 1976 en que se crea la Asociación Psicohistórica Internacional. El largo intervalo entre el nacimiento real y el oficial se cubre con la publicación de una serie de psicobio- grafías, entre las que destaca un lote de libros de Ma- rañón dedicados al estudio de personajes históricos. No todas la psicobiografías publicadas pueden consi- derarse como estudios psicohistóricos sino sólo aque- llas que no sucumben en el parloteo pseudocientífico o diletante ni se contaminan con fantasías propias de la novela histórica. En ninguna de ambas trampas se deja apresar la obra de Marañon, por lo que nuestro médico humanista merece con creces el galardón de pionero de la psicohistoria, como se le proclama en mi libro Manual de Psicohistoria . (14) Fig 2. Portada del libro “Manual de psicohistoria”, del profesor Francisco Alonso Fernández

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