Anales de la RANM

9 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 ANASTASIO CHINCHILLA, HISTORIADOR DE LA MEDICINA F. Javier Sanz Serrulla Año 2018 · número 135 (01) · páginas 8 a 12 rios. El 13 de julio de este año fue nombrado “Ayudan- te de profesor del Hospital militar de la Plaza de Ceu- ta”, cargo del que no llegó a tomar posesión pues por R.O. de 11 de septiembre fue promovido a Tercer pro- fesor médico cirujano, pasando el 29 de abril siguiente a Segundo profesor, con destino en el segundo batallón del Regimiento de Infantería de Borbón, incorporán- dose en Santiago de Compostela y asistiendo después a las guerrillas castellanas contra las tropas partidarias de Isabel II. El 15 de enero de 1835 fue promovido a Primer profesor, con destino en el Primer batallón del Regimiento de Infantería de Castilla. Agotado por los servicios en tantas refriegas obtuvo licencia para re- cuperarse en Madrid, concedida el 20 de diciembre de 1835. El 23 de marzo siguiente fue destinado al Hos- pital militar de Madrid como Primer ayudante de Ci- rugía hasta que fuera nombrado en 1840 Jefe faculta- tivo de Cirugía, con destino en la división que habría de operar en las provincias de Cuenca, Guadalajara y Albacete, disuelta la cual regresó a Madrid en espera de destino, que fue el de la Inspección de Cirugía en el Hospital militar de Madrid y al mes siguiente, oc- tubre, en el de Valencia. Aquí estaba cuando iniciada la sublevación por O’Donnell, Narváez, Serrano, Prim y Concha contra la Regencia de Espartero, solicitó en 1843 formar parte de la expedición a Andalucía a las órdenes del último, quien acabaría agraciándole como Viceconsultor supernumerario, regresando finalmente a Valencia. No cesaría en su participación militar en el campo de batalla, llegando a Viceconsultor efectivo de Medicina. En 1847 fue nombrado Consultor efectivo, con las consideraciones de Teniente Coronel de Infan- tería, teniendo no poco que ver la publicación de sus Anales históricos de la Medicina. El Capitán General de Cataluña, Manuel de la Concha, lo reclamó y se pre- sentó en el cuartel general de Granollers y en 1848 era destinado a la Capitanía general de las Vascongadas como Jefe de Sanidad Militar, donde permaneció unos meses antes de regresar a Cataluña ese mismo año, des- pués a Extremadura aunque no se llegó a incorporar aquí pues se dispuso que quedase agregado como vocal de la Junta Consultiva del Cuerpo con la comisión de escribir una memoria sobre Higiene militar, permane- ciendo en este encargo hasta 1853 en que se dispuso su pase a Badajoz pero por motivos de salud fue traslada- do a Valladolid, donde permanecería durante un trie- nio, hasta que permutara su cargo de Subinspector en Andalucía, siendo jubilado en 1857. En 1864 solicitó el reingreso en Sanidad Militar y le fue concedido, como Inspector médico supernumerario, causando baja en 1865 por razones de edad. Fue enorme su dedicación a la sanidad militar, pero no fue todo. Mientras residió en Madrid desempeñó en el Ateneo científico y literario la cátedra de Historia de la Medicina española, nombrado por la junta directi- va en 1837. Asimismo fue catedrático de Zoología en 1837 (en 1836 y 37 estudió dos cursos de Zoología, si- guiendo estudios que le permitieran obtener el título de Licenciado en Ciencias Naturales, que se le expidió en 1851.) En 1841 explicó en El Liceo Valenciano, del que fue uno de sus fundadores, la asignatura de Medi- cina legal y forense. Participó activamente en la epidemia de cólera de 1855 en Ayora, su localidad, donde en tal fecha se hallaba disfrutando licencia por enfermo. Fue médico-director del balneario de Villatoya (Alba- cete), y de Elorrio durante cuatro temporadas. Residía en Madrid en 1866, con su esposa e hijos pe- queños, recomendándole sus compañeros médicos se trasladara a Sevilla a causa de sus molestias cróni- cas. Siguió el consejo pero se agravaron las dolencias y otorgó testamento el 26 de enero de 1867, falleciendo en la ciudad de Sevilla a las doce de la noche del 15 de marzo de este año, habiendo cumplido sesenta y cinco años. Recibió sepultura en el cementerio de San Fer- nando al día siguiente. La Real Academia de Medicina de Madrid, en sesión de 26 de dicho mes daba cuenta del suceso, dedicando su presidente, Marqués de Toca, laudatorias palabras en su memoria. Salcedo y Ginestal inicia de este tono el capítulo VIII, dedicado a su personalidad: Tarea difícil la del presente capítulo, por tratarse en él del carácter del Dr. Chinchi- lla y de su conducta moral que ha sido puesta en tela de juicio en distintos periodos de su vida. A los testimonios documentales consultados por Salcedo hay que aña- dir los personales, transmitidos oralmente por quie- nes convivieron con Chinchilla incluso en su niñez, no obstante biógrafo y biografiado fueron coetáneos du- rante casi dos años, en los cuales a buen seguro siguió su rastro incluso sin esfuerzo pues la presencia pública de Chinchilla, más allá de lo propiamente sanitario o militar, fue notoria. Fueron sus enfrentamientos con el mando militar re- currentes y hasta clamorosos tanto como frecuentes, probablemente debidos a su carácter indómito y si no causó baja en el Ejército, a buen seguro fue más por asegurarse un sueldo que por vocación castrense, la cual queda en entredicho en varios pasajes de su ca- rrera. Incluso sufrió episodios como el del 18 de agos- to de 1847, cuando yendo a pasar consulta al Hospital militar de San Pío V, en Valencia, sufrió al amanecer una puñalada en la espalda que frenó la escápula iz- quierda, comentándose que este atentado se cometió “por encargo”. Quiso Chinchilla relacionarse con lo más granado de la medicina madrileña y presentó sus méritos en la Real Academia de Medicina. Para ello aprovechó su estancia como médico de partido para redactar su Disertación histórico-físico-médica de la villa de Cebreros, memoria de 98 páginas que presentó a esta corporación para ser admitido como socio corresponsal, propósito que lo- gró (2). Se trata de una de tantas topografías médicas locales, tan frecuentes en el siglo XIX. Aspiró a la plaza de Académico de número en la sec- ción de “Cirugía” y presentó para ello un trabajo titula- do Investigaciones físico-médicas de los meses de Mayo, Junio, Julio y Agosto de 1830, no logrando su objetivo si bien corporación le distinguió con el título de super- numerario (3). Pero no cejó en su empeño y dos meses después, en noviembre, ahora en latín, envió la memo- ria Disertatio chimico-medica de lacte; de ajusdem spe- ciebus, pro alimento et medicamento sumptis; et de illius CHINCHILLA ACADÉMICO

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