Anales de la RANM

127 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 NICOLÁS ACHÚCARRO Antonio Campos An RANM · Año 2018 · número 135 (02) · páginas 125 a 131 dos de la Universidad por su defensa de la libertad de cátedra. En el seno de la Institución se crea en 1881 un Gabinete para la reforma educativa que va a ejer- cer una notable influencia en la sociedad española de su tiempo impulsando sucesivamente la creación del Ministerio de Instrucción Pública en 1900, la creación de la Junta para la Ampliación de Estudios e Investiga- ciones científicas en 1907, la creación de la Residencia de Estudiantes en 1910 y la creación de sucesivos cen- tros científicos entre los que destacan los Laboratorios de Histología e Histopatología del Sistema Nervioso y de Fisiología en la Residencia de Estudiantes en 1913 y 1916 respectivamente (9). El institucionismo coloca a la educación en el eje de la vida social para fomentar el progreso, la responsa- bilidad social, la convivencia y las virtudes cívicas, fo- menta la libertad de Cátedra sin supeditación dogmá- tica alguna, la asociación entre el estudio y el contacto con la naturaleza, la enseñanza práctica de la ciencia y una reforma universitaria profunda que conduzca a una universidad educadora e investigadora (9). El positivismo como movimiento filosófico tiene su origen en 1844 en el “Discurso del Espíritu Positivo” de Augusto Comte. – En España lo introduce a través del Ateneo en 1875 José Echegaray y en el ámbito de las ciencias médicas lo difunden Luís Simarro, Carlos Cortezo y José Ustáriz a través de los Anales de Cien- cias Médicas en 1876. (10) (11) Los principios que sustentan el conocimiento positivo son los siguientes: el hecho es la única realidad cien- tífica, y la experiencia y la inducción, los métodos ex- clusivos de la ciencia; la moral positiva se funda en hechos reales y pone al ser humano en dependencia de la sociedad; la organización social positiva debe tener el orden por base, y el progreso por fin; la fina- lidad de la ciencia positiva es el poder sobre la natura- leza y la acción en beneficio de la sociedad. En suma el conocimiento positivo es aquel que está formado por las leyes científicas basadas en la experiencia y explicables por la razón (10) (11). Un texto que refle- ja de forma excelente los principios de la ciencia po- sitiva en su aplicación a la investigación es el texto de Cajal de 1897 sobre “ Reglas y Consejos para la investi- gación científica” (12). En el contexto antes reseñado va a transcurrir la vida de Nicolás Achúcarro. Destacaremos en ella tres apar- tados: su formación, su actividad profesional y su men- talidad. La formación que recibe Achúcarro desde su infancia es excelente pues incorpora a la misma el aprendizaje de idiomas y una solida formación musical como demues- tra su capacidad para tocar el piano (13). Estudia el ba- chillerato en el Instituto Vizcaíno de Bilbao entre 1890 y 1895 donde tiene como profesor a Don Miguel de Una- muno. Entre el otoño de 1895 y la primavera 1897 reali- za una estancia formativa en el Gymnasium de Wisbaden tras el cual se incorpora a la Facultad de Medicina de Ma- drid donde tiene como maestros a Don Santiago Ramón y Cajal, Federico Olóriz o José Gómez Ocaña en cuya cá- tedra de fisiología lleva a cabo sus primeros experimen- tos (2) (3) (4).Entre 1899 y 1900 realiza sus estudios en la Facultad de Medicina de Marburgo regresando a la Facul- tad Madrid donde culmina sus estudios en 1904. Su for- mación clínica la recibe en el Hospital general a través de Don Juan Madinaveitia que lo pone en contacto por un lado con D. Francisco Giner de de los Ríos y la Institución Libre de Enseñanza y por otro con Don Luis Simarro. Es hacia 1902 cuando, era todavía estudiante de medicina, se incorpora a trabajar en el Laboratorio de Simarro, situado en la calle General Oraá de Madrid y comienza su inves- tigación neurohistológica. Allí conocerá también al poeta Juan Ramón Jiménez (2) (3) (4) (14). Su afición musical se mantiene viva pues es asiduo asistente a los conciertos dominicales del Teatro Real (14). En vacaciones Achúca- rro trabajó en un pequeño laboratorio casero que instala en el ático de su casa familiar en Neguri, cerca de Bilbao (13) (Fig.2) Tras licenciarse, Achúcarro se desplaza a Paris para completar su formación neurológica en el Hospice de Bicêtre con Pierre Marie, con el que realiza su primera presentación en la Sociedad Neurológica de París (13). Por otra parte asiste con regularidad en las sesiones clínicas que dirige Joseph Babinski en el Hôpital de la Pitié. En 1905 se desplaza a Floren- cia para continuar su formación con Ernesto Lugaro y Eugenio Tanzi y finalmente se desplaza a Munich para formarse con Emil Kraepelin y Alois Alzhei- mer, ciudad donde permanece casi dos años hasta 1908 y donde consolida su formación como neurop- siquiatra y neurohistólogo (Fig.3). Fruto de sus in- vestigaciones presentará en Madrid su tesis doctoral sobre la histopatología de la rabia en 1906 y su pri- mer trabajo sobre las células en bastoncito en la re- vista de Cajal en 1908. (14). Cuando en 1910 se in- corpora al laboratorio de Cajal va a recibir también el magisterio directo de éste hasta su nombramiento como Director del Laboratorio de Histología de la Residencia de Estudiantes (Fig.4). Por lo que respecta a su actividad profesional, y con independencia de su actividad en los laboratorios en los que se formó, Nicolás Achúcarro desempeñó en- tre 2008 y 2010 el cargo de director del servicio de NICOLÁS ACHÚCARRO. SU VIDA Fig 2. Nicolás Achúcarro en su casa de Neguri

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