Anales de la RANM

128 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 NICOLÁS ACHÚCARRO Antonio Campos An RANM · Año 2018 · número 135 (02) · páginas 125 a 131 Anatomía patológica de Goverment Hospital for In- sane en Washington y posteriormente, tras su regre- so a Madrid, el de Auxiliar adscrito de la Facultad de Medicina, Médico de neurología y psiquiatría del hospital general y Director del Laboratorio de His- tología del Sistema Nervioso que la Junta de Am- pliación de Estudios creó en 1912 en la Residencia de estudiantes. Dado que algunas de las responsabi- lidades que desempeñó no eran remuneradas ejer- ció durante algún tiempo la medicina privada (3) (4) (13) (14). Laín Entralgo ha definido la mentalidad como el “modo personal de enfrentarse mentalmente con la realidad, de entenderla, de estimarla y de conducir- se en ella” (15). A mi juicio la mentalidad de Nico- lás Achúcarro solo puede entenderse en el contexto de los tres vectores antes descritos que cruzan desde 1880 hasta 1918 toda su existencia. En relación con el regeneracionismo su pensamien- to y su actitud son reveladores. En una carta a su ma- dre fechada en Alemania en 1900 escribe a propósito de la situación de la universidad española “ Para mí, no salen en España tan buenos médicos como aquí, no porque se estudie menos ni porque sean los individuos de carácter ligero e inconsciente sino sencillamente por faltar laboratorios y material”. Laín Entralgo, que ana- lizó con profundidad su vida y su impronta en la Es- paña de la época escribe al respecto que “ pese a su po- breza, escasa ciencia y a su desgraciada inquietud polí- tica, solo la vida española le contenta. Quería europei- zar España” (14) El pensamiento y la acción de Nicolás Achúcarro en lo que al institucionismo se refiere, fruto posiblemente de la admiración y la relación que mantuvo con Giner de los Ríos, se refleja muy bien en algunos testimo- nios. Miguel de Unamuno su antiguo profesor de ba- chillerato escribe “el amor al campo era en Achúcarro una verdadera pasión de ánimo” (16) . Alberto Jiménez Fraud, director de la Residencia de Estudiantes, cen- tro emblemático del pensamiento y el quehacer insti- tucionista afirma al respecto “no podíamos presentar más noble y cercano modelo a nuestros escolares que el de la exquisita mentalidad y sensibilidad de Achúca- rro” (17) El residente en aquellos años y futuro mé- dico Miguel Prados y Such escribe sobre la relación de Achúcarro con los residentes “Achúcarro venía fre- cuentemente por la residencia, a interesarse por nues- tros problemas e inquietudes y sobre todo por nuestro futuro y nuestros ideales” (18). La visión positivista en relación con el quehacer cientí- fico queda igualmente reflejada en varios testimonios incluidos los de algunos de sus discípulos. Don Pio del Rio Hortega, su discípulo más relevante, escribe en este sentido que Achúcarro “ era un entusiasta de la in- vestigación original, poseía ingenio para construir hipó- tesis nuevas, pasión para el análisis y ecuanimidad para el juicio” (19). Gonzalo Rodríguez Lafora, otro de sus más brillantes discípulos, afirma que Achúcarro se “ en- crespaba cuando discutía con los escépticos ante el pro- greso de la ciencia y ante los falsificadores de la misma” ( 20). Miguel de Unamuno, que tan bien lo conoció, se- ñaló que Achúcarro poseía un verdadero “amor intelec- tual por la verdad científica ” y que a él le echaba en cara su “ incapacidad para sentir el valor de la ciencia” (16). Se trata de una formación y una mentalidad que va a impregnar todo su quehacer y toda su proyección so- cial en su corta trayectoria de vida. El legado que para nuestro presente y nuestro futuro deja Nicolás Achúcarro es triple: una obra científica, un magisterio y una forma de conducta. Su obra fue extensa e intensa pues en su corta vida rea- lizó aportaciones muy significativas, intuyó nuevos conceptos y acuñó algunos términos que han perma- necido. Realizó sus publicaciones en cuatro idiomas destacando algunas realizadas en revistas alemanas. Su contribución a la técnica histológica fue el desarrollo en 1911 de la técnica del tanino y plata amoniacal que en su época fue, en palabras de D. Fernando de Castro, “el proceder más adecuado para colorear la neuroglia y la substancia fundamental del tejido conectivo, especial- mente la reticulina” y que todavía hoy puede ser muy útil para observar dichas estructuras (2) (4) (21). En relación con su aportación propiamente histológica debemos hacer referencia a su contribución al conoci- miento de las denominadas células en “bastoncito”, a la gliotectónica y a la conexión gliovascular. Sobre las cé- lulas en bastoncito , inicialmente descritas por Nissl en 1898, en distintas situaciones patológicas y experimenta- Fig 3. Achúcarro en el Laboratorio de Alzheimer. El segundo por la derecha de la fila superior Fig 4. Achúcarro en el laboratorio de Cajal. De pie en el centro NICOLÁS ACHÚCARRO. SU LEGADO

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