Anales de la RANM

144 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 LA TEORÍA DE LA MENTE Francisco José Rubia Vila An RANM · Año 2018 · número 135 (02) · páginas 141 a 145 Con otras palabras: los creyentes tratan intuitivamen- te a sus dioses como agentes intencionales con esta- dos mentales humanos y que entran en relaciones so- ciales con los humanos aliviando sus preocupaciones, respondiendo a sus deseos y controlando su conduc- ta social. Estudios con técnicas de imagen cerebral, publicados en la revista PlosOne, han mostrado que cuando las personas piensan en seres sobrenaturales o les rezan, se activan las mismas áreas cerebrales que son cru- ciales para la TdM. En otro estudio, se encontró que mientras más grave fue el autismo menos probable era que esa persona creyese en seres sobrenaturales. Estos datos explicarían también por qué un mayor tanto por ciento de mujeres, comparadas con los hom- bres, son creyentes, ya que las mujeres superan a los hombres en empatía, reconocimiento emocional, sen- sibilidad social e inteligencia emocional y, probable- mente, asimismo en TdM. El periódico español ABC recogió estas noticias en su número del 25 de abril de 2013 con el simplista títu- lo: “Los niños autistas no creen en Dios”. Y la página web Tendencias 21, en la que yo mismo llevo el blog de Neurociencias, publicó el 6 de junio de 2012 un ar- tículo titulado: “Las personas con rasgos autistas son menos religiosas”, refiriéndose a un estudio realizado por los psicólogos Ara Norenzayan y Will Gervais de la University of British Columbia en Canadá y por Kali Trzeniewsky de la Universidad de California en Davis. Estos autores confirmaron que los sujetos con más rasgos de autismo eran menos propensos a creer en Dios que aquellos que no presentaban estos rasgos, concluyendo que la fe podría estar relacionada con la capacidad de “comprender” la mente de los demás, a la que precisamente hace referencia la TdM. Todo esto estaría de acuerdo con la conocida teoría del origen de la religión del conocido antropólogo inglés Edward Burnett Tylor , quien en su famoso libro Pri- mitive Culture(5) , en dos tomos, planteaba por vez pri- mera el concepto de animismo , concepto que consiste en considerar cualquier elemento del mundo natural, como montañas, ríos, cielo, tierra, plantas, animales, árboles, etc., como dotados de alma y consciencia pro- pias. Hoy se diría agencia , entendiendo por agencia la capacidad de acción. Para Tylor, el animismo explica- ba la creencia en seres espirituales y entidades meta- físicas como el alma. En realidad, el animismo no es otra cosa que un antropomorfismo, o sea la atribución de cualidades humanas a lo que no es humano. Curiosamente, el libro Primitive Culture se publicó en 1871, el mismo año que vio la luz el libro de Charles Darwin The Descent of Man (6) , que se tradujo al es- pañol como El origen del hombre y en el que Darwin relataba lo siguiente: “La tendencia que tienen los salvajes a imaginarse que los objetos o agentes naturales están animados por esencias espirituales o vivientes, puede comprender- se por un hecho que he tenido ocasión de observar en un perro mío. Este animal, adulto y muy sensible, es- taba tendido sobre el césped, un día muy cálido, a al- guna distancia de un quitasol, sobre el que no hubie- ra fijado la atención si alguien hubiese estado cerca de aquel objeto. Pero la ligera brisa que soplaba agitaba el quitasol a menudo, y a cada movimiento el perro pro- rrumpía en ladridos. A mi modo de ver, debía formar- se la idea de una manera rápida y consciente de que aquellos movimientos, sin aparente causa, indicaban la presencia de alguien que los produjese, que no tenía ningún derecho a estar por aquellos sitios”. Este párrafo del libro de Darwin lo que da a entender es que la teoría de la mente y el animismo son más an- tiguos que el ser humano. Desde luego está presente en los animales que están evolutivamente más cerca de nosotros, como son los primates no humanos. En relación con la atribución de agencia a elementos del mundo natural, o sea el animismo del que hablaba Tylor, Justin Barrett, profesor de psicología de la Uni- versidad de Oxford, ha acuñado el término HADD (5), que es el acrónimo de las palabras inglesas “Hyperac- tive Agent Detecting Device”, o sea “dispositivo hipe- ractivo de detección de agencia”, que supone es innato en nuestro cerebro y que nos sirve para detectar agen- tes como predadores o posibles compañeros sexuales. No hace falta mencionar el valor de supervivencia de este dispositivo que, con toda seguridad, nos ha salva- do la vida en un pasado remoto. La idea no es nueva, ya que el filósofo escocés David Hume ya había dicho en su obra Historia natural de la religión ” que, y cito textualmente, “vemos caras en la luna y ejércitos en las nubes”, lo que en psicología se denomina “paraeidolia” y también “apofenia”( 7). Este dispositivo es hiperactivo porque a veces detec- tamos cosas que no son ciertas, como cuando oímos ruido de hojas en el bosque y pensamos que se acerca un predador y sólo es el viento. A estos fenómenos se les llama falsos positivos y los costes son nimios com- parados con los beneficios que aporta. Por el contra- rio, los falsos negativos, o sea pensar que no es nada y es un predador, nos puede costar la vida. Por eso se ha acuñado la frase: “mejor engañado que muerto”. El especialista en religiones comparadas, de la Uni- versidad de Helsinki, Ilkka Pyysiäinen , distingue tres mecanismos cognitivos que contribuyen al razona- miento de agencia, o sea al animismo, mecanismos que tendríamos todos de manera innata. El primero ya lo hemos descrito: el dispositivo hiperactivo de detec- ción de agencia, el segundo sería la comprensión hipe- ractiva de intencionalidad, o sea la tendencia a postu- lar mentalidad y ver sucesos como causados intencio- nadamente en ausencia de cualquier agente visible. Y el tercero sería el razonamiento hiperactivo teleo-fun- cional, es decir, la tendencia a ver objetos como que existen con un propósito determinado. Pues bien, yo añadiría un cuarto al que he llamado el mecanismo o dispositivo arque-teleológico, o sea la tendencia a bus- car en cualquier suceso una causa y un fin, tendencia que sería asimismo innata en el ser humano. En el marco de los esfuerzos realizados últimamente por la neurociencia para explicar los comportamien- tos religiosos se encuentra el papel que algunos au- tores atribuyen al neurotransmisor dopamina. Hasta

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