Anales de la RANM

172 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 RETOS Y OPORTUNIDADES EN BIOTECNOLOGÍA Adrián Velázquez-Campoy An RANM · Año 2018 · número 135 (02) · páginas 169 a 173 entorno que no aplicaron recortes, sino refuerzos (5). El porcentaje de PIB dedicado a inversión en I+D en 2016 fue de 1,19%, lejos del 1,40% en 2010, y muy lejos de 2% utópicamente esperado para 2020. Para no aburrir con ci- fras, la situación actual se resume con dos datos trágicos y desalentadores: la inversión pública en I+D ha caído en- tre 2009 y 2016 un 60% (de 8.500 a 3.200 millones de eu- ros), y el número de personas trabajando en I+D pública respecto a 2008 ha disminuido en un 6,2% (5). El progre- so en la Ciencia es acelerado. Cualquier recorte es cada vez más perjudicial, comprometiendo la participación de grupos de investigación españoles en proyectos, consor- cios, programas y redes internacionales. No olvidemos que hoy día la investigación en Biotecnología es multidis- ciplinar y requiere la colaboración entre grupos especiali- zados. Aunque está claro que la ciencia no es una priori- dad, ni para los políticos ni para la sociedad, el sistema de ciencia en España es bastante resiliente: estamos situados en una buena posición en cuanto a publicaciones científi- cas, aunque no tan buena en cuanto a patentes. Estas decisiones no son coyunturales y circunstanciales, irremediables e inexorables, sino resoluciones y medi- das premeditadas, cortoplacistas y oportunistas, como respuesta natural de nuestros estamentos de poder ante momentos adversos. El descenso en la ejecución de pre- supuestos y la desatención a la actividad en I+D se ven acompañados de la aplicación progresiva e incompren- sible de normativas que suponen una asfixia crecien- te en el sistema de I+D español. En muchos casos esas normativas se han interpretado de modo incoherente y totalmente ajeno al trabajo científico, donde la incerti- dumbre, la posibilidad de error o fracaso, la imposibili- dad de prever a largo plazo, así como el hecho de que, como dijo Robert Graves, “pensar en función del tiempo es una manera de pensar complicada y artificial” (5), son inherentes. Ahora mismo nos enfrentamos a problemas burocráticos formidables que amordazan a las univer- sidades y los centros de investigación y que afectan al funcionamiento básico de éstos: las recientes leyes sobre contratos públicos para personal y material constituyen un nuevo obstáculo en nuestro camino. Todas estas evi- dencias hacen necesario insistir en la obligación de re- visar las políticas de I+D, sus instrumentos, los fondos que se destinan a ellas y los medios humanos y tecnoló- gicos que se dedican a su gestión (6). Si la innovación es todo cambio basado en conocimiento que genera valor, debemos exigir también innovación a los estamentos de poder para gestionar una nueva política científica basa- da en la planificación y el conocimiento. Cuando se han hecho muchas cosas mal, queda la fe y la esperanza −vir- tudes poco científicas− en la caridad de los que nos go- biernan y en que sólo se puede mejorar. Bajo el leitmotiv de la ignorancia inteligente, sería bueno que todos noso- tros asumiéramos de vez en cuando que no lo sabemos todo, que hay que buscar otras preguntas y otras res- puestas, que debemos escuchar a los demás, sobre todo a los que tienen algo útil y productivo que decir. Finalmente quiero recordar la inutilidad de la distinción entre ciencia básica y ciencia aplicada, que es diferente de la tecnología, y la actual insistencia en la necesidad de innovación en perjuicio de la ciencia básica. Supon- go que esto está motivado por la posición mediocre de España en la escena internacional en cuanto a número de patentes, y a la idea errónea de que toda innovación se traducirá en poco tiempo en un rédito económico. La innovación requiere de la costosa generación de cono- cimiento previo, existiendo a veces un retraso tempo- ral de décadas hasta la aplicación final, en caso de que sea factible. Trasladar conocimiento del laboratorio a la industria es difícil, ya que exige un modo de pensar di- ferente. De hecho, las empresas generan menos ciencia que las universidades (7). No es evidente de forma in- mediata la relación directa entre el conocimiento gene- rado y la aplicación de dicho conocimiento, como es el caso del láser y la proteína fluorescente verde. Por citar dos ejemplos paradigmáticos: 1) Edison no consideró la reproducción de música como un uso evidente para el fonógrafo; y 2) el imperio inca conoció la rueda, pero no la empleó tecnológicamente. No es verdad que la necesi- dad sea el motor creador de innovación. Sin embargo, la curiosidad es elemento generador de conocimiento, que es a su vez elemento generador de innovación. Respecto a la conexión a veces remota e inesperada entre el cono- cimiento y su aplicación, es ejemplar el caso del descu- brimiento del sistema CRISPR por parte del investiga- dor español Francisco Mojica (8,9), que no pudo conti- nuar su trabajo de forma conveniente debido a una esca- sa financiación. El sistema CRISPR se ha revelado como una poderosa herramienta biotecnológica para la edi- ción genética, con enormes posibilidades de revolucio- nar el futuro terapéutico en enfermedades que hoy día no disponen de tratamiento. Actualmente están tenien- do lugar batallas legales sobre patentes millonarias entre centros e investigadores, ninguno español. La Tecnología avanzada emplea Ciencia avanzada. La Biotecnología actual es posible gracias a extraordinarios avances en Biología Molecular, Biología Celular, Gené- tica, Metabolismo y Fisiología, Microbiología, Inmuno- logía, Biofísica y Computación, entre otras disciplinas, durante el siglo pasado. No se debe aplicar una política utilitarista que dé prioridad al desarrollo sobre la inves- tigación básica. Hay que fortalecer la investigación bá- sica aumentando la inversión pública, que a su vez de- bería atraer a la inversión privada. No sigamos alimen- tando un exceso de confianza fanática en la Tecnología, lo que Mario Bunge califica como “tecnupidez”. Por su- puesto, no hay ningún interés en denostar ni menospreciar la importancia y trascendencia de la Tecnología, de la que forma parte la Biotecnología; al contrario, se trata de enviar una llamada de atención sobre la obligación de cuidar sus principales insumos, la Ciencia y los científicos. Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra ma- nera y, sin embargo, sucedieron así (10). No miremos hacia atrás con ira, ni hacia adelante con miedo, sino alrededor en conciencia (11). Nadie dijo que sería fácil. Nadie dijo que sería tan difícil (12). Agradezco el apoyo recibido de la Fundación ARAID del Gobierno de Aragón y del Instituto BIFI de la Universidad de Zaragoza. CONCLUSIONES AGRADECIMIENTOS

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