Anales de la RANM

187 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL EXCMO. SR. D. HIPÓLITO DURÁN SACRISTÁN Manuel Díaz-Rubio García An RANM · Año 2018 · número 135 (02) · páginas 184 a 190 producirse. Mostró especial interés por las alteraciones cardiovasculares, respiratorias y metabólicas peropera- torias en cualquier tipo de cirugía por muy simple que pudiera ser. Igualmente, son de destacar sus publicacio- nes sobre la anemia y hipoproteinemia en los pacientes con cáncer, hipertensión portal, cirugía ortopédica o sus aportaciones sobre la serotonina en los traumatismos cra- neoencefálicos. En este grupo incluiría también sus artí- culos de opinión y pensamiento, auténticas obras de arte de un gran maestro de la medicina. Su reflexión sobre la mano del hombre y la cirugía, en el que fue con toda su seguridad su último escrito, es magistral: dice “ Para mí, la mano habría sido factor de excitación, de estímulo, de espuela y acicate al desarrollo intelectual. Probablemente, en mis hijos también. Siempre les recordaba que no el fue- go, sino el control del mismo con nuestras manos, que no la piedra, sino la capacidad de empuñarla y crear en ella un proceso sometido a reglas para fabricar utensilios, fue de- terminante para convertir al ser humano en un ser cultural dotado de inteligencia ”. Un tercer grupo de trabajos publicados son estudios de fondo, de investigación, de problemas en los cuales esta- ba interesado y que se trataba de la nueva medicina que venía. Estas preocupaciones por la investigación quedan de alguna forma reflejadas en las 77 tesis doctorales que dirigió, 11 en Valladolid y 66 en Madrid. Todas ellas son expresión de su visión de la cirugía y de la investigación aplicada a ella. Entre ellas destacan sus estudios sobre los trasplantes hepáticos experimentales en cerdos, encefa- lopatía portosistémica experimental, los autotrasplantes segmentarios de páncreas en el perro, los estudios experi- mentales sobre el tratamiento del shock séptico con pros- taciclina e inhibición de la tromboxano-sintetasa, los es- tudios sobre neurotensina y trofismo intestinal, los estu- dios experimentales en perros sobre la isquemia caliente y el efecto de la prostaglandina E1, o los también experi- mentales sobre los injertos óseos. Su Escuela Hipólito Durán creó una gran escuela. Con su ejemplo diario y entrega a la Universidad no podía ser de otra forma. Fue un magnífico discípulo, una base necesaria para poder ser un maestro. En más de una ocasión he dicho que hay que saber ser discípulo para ser maes- tro. Durán fue un maestro porque fue capaz de trasmi- tir algo más que simplemente conocimientos. Fue capaz de trasmitir un hacer y pensar impregnando de un estilo peculiar a un conjunto de personas, creando el binomio indisoluble maestro-discípulo y dando paso al de discí- pulo-maestro. He repetido en más de una ocasión que esa capacidad de ser maestro y discípulo sólo la tiene un maestro, y que la de ser discípulo y maestro solo la tiene un discípulo. La acertada frase de don Pedro Laín, Mal maestro, el que llegada una situación en su vida no sabe ser discípulo de su discípulo. Mal discípulo, el que llegada una situación en su vida no sabe ser maestro de su maes- tro debería ser tenida presente por todos que profesa- mos nuestra admiración por los maestros y aceptamos ser sus discípulos como compromiso vital. De su maestro Rafael Vara López decía Hipólito Durán en su discurso de ingreso: “Vara es uno de esos hombres con carisma de Jefe: sabe hacer estudiar, estudiando; da órdenes, trabajando,; prepara la jornada, madrugando, pero se mete en la cama, leyendo; regaña a sus ayudantes, sufriendo; dirige sus quirófanos, operando; cura a sus en- fermos, sonriendo; replica a sus enemigos, callando; chilla y protesta mucho, corrigiendo, y recibe los triunfos de sus discípulos, llorando” . Hipólito Durán fue su discípulo modélico y un maestro ejemplar. Un maestro de excelencia, por sus dotes, co- nocimientos, habilidades y dedicación, pero también porque fue un gran discípulo. Lo tenía todo para crear una gran escuela y lo consiguió. Hoy la Universidad y multitud de servicios hospitalarios están llenos de sus discípulos. Aunque siempre es difícil destacar nom- bres por los olvidos, no puedo dejar de nombrar entre otros a José Luis Perrote Gómez, Luis García Sancho, Jaime Arias Pérez, Amador García Blanco, Jaime Mén- dez Martínez, Fidel Gómez de Enterría, Luis Antonio Echavarri Íñigo, Jesús Álvarez y Fernández Represa, Antonio Sánchez-Barba Fernández, Luis Fernández Portal, Enrique Fernández Miranda y Fernando Gómez Castresana. En esta larga e incompleta lista, no pueden faltar sus hi- jos médicos, Lourdes, María del Carmen, Pablo e Hipó- lito, discípulos vitales que hoy impregnados de su cien- cia y estilo, honran a su padre y maestro. Ajenos a su escuela, pero entrañables para él fue su hermano Ma- nuel, Maito, médico y universitario, contagiado del mis- mo espíritu, de la misma forma que sus hijos políticos José Luis Calleja, Jesús Hurtado y Susana Martínez, así como a sus sobrinos médicos Sonia Pilar y Manuel Du- rán Poveda. Tuvo además la satisfacción de ver ingre- sar como Académicos Correspondientes a su hijo Hi- pólito Durán Giménez-Rico y a su yerno, un hijo más, José Luis Calleja Panero. La Academia La Real Academia fue para él la culminación de su en- trega a la medicina. En ella fue feliz. Sentía el movimien- to académico en lo más profundo de sus entrañas. Su relación con el mundo de las Academias comenzó al in- gresar en 1964 como Académico de Número en la Real Academia de Medicina y Cirugía de Valladolid con el discurso Tratamiento del cáncer del estómago , teniendo continuidad con su ingreso en 1975 en esta Real Acade- mia Nacional de Medicina. Desde su ingreso su actividad fue impresionante. No hubo año en que no pronunciara una conferencia y participaba en las discusiones de todas aquellas donde él tenía algo que aportar. No hablaba por hablar sino tan solo de aquello que sabía y podía interesar a los académicos. Algunas de las conferencias que pronunció fueron: Hi- pertensión portal y su tratamiento quirúrgico (1976), Va- loración en cirugía general y aparato locomotor (1976), Tratamiento quirúrgico de las jaquecas (1980), Trata- miento de la pancreatitis aguda (1980), Tratamiento del cáncer de tiroides (1981), Postura y Dolor: Reumatismos postulares (1982), Tratamiento quirúrgico de las Metás- tasis pulmonares (1982), Osteolisis masiva (1984), La es- pondiliosis cervical en los dolores de cuello ( 1988), Lito- fragmentación neurológica extracorporal. Desarrollo y aplicaciones (1989), Evolución del tratamiento de las va-

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