Anales de la RANM

305 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL EXCMO. SR. D. MANUEL DOMÍNGUEZ CARMONA María del Carmen Maroto Vela An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 304 a 308 A continuación, voy a tratar de describir las activida- des del citado currículum, pero, a fuer de saber que pueda resultar reiterativa, quiero volver a insistir en que, aunque las describa de forma separada, muchas de ellas se desarrollaron de forma conjunta. Y que el pro- fesor Domínguez Carmona trabajó siempre, y se sintió siempre por encima de todo, sanitario, militar, docen- te, investigador y, por supuesto, Académico. Sanitario Como consecuencia del ambiente familiar, comenzó desde el principio su formación en diversos ámbitos, obteniendo siempre excelentes resultados: trabajó en la Sección de Bacteriología del Instituto Provincial de Sanidad de Murcia, obtuvo las oposiciones del Cuer- po de Sanidad Militar (del cual luego hablaremos), fue Diplomado en Sanidad y Oficial Sanitario con la máxima calificación y, por fin, el máximo título de Médico del Cuerpo de Sanidad Nacional, también por oposición, Al mismo tiempo, realizaba cursos de es- pecialización en muy diferentes ramas, siempre sani- tarias pero con amplios conocimientos de Microbio- logía, tales como poliomielitis, paludismo, tuberculo- sis, cólera, etc, Conocimientos que siempre llevó a la práctica diaria. De hecho, todavía estudiante, en 1947, intervino en la lucha contra el tifus exantemático, cuando en Espa- ña, tras la guerra civil, se desencadenó una epidemia. Después participó en la segunda gran campaña an- tipalúdica realizada para erradicar la malaria. Igual- mente es de destacar su labor en la epidemia de virue- la de Madrid de 1961, donde se encargó de la vacuna- ción de varios miles de personas en el barrio de Valle- cas, y tuvo que vigilar personalmente más de 500 con- tactos, sin que entre ellos se produjera ningún caso de enfermedad. Y todos sabemos la importancia del control de los contactos en patología infecciosa. O en las campañas de cólera, con foco en Galicia en 1971 y 1975, precisamente en un Año Compostelano. Tam- bién en tierras gallegas elaboró y ejecutó campañas sanitarias, en este caso de procesos no infecciosos, contra el bocio endémico, caries dental, etc. Y todo esto, lo hacía incluso fuera de los horarios de trabajo. Como cuentan sus hijos, que nunca descansaba, pues incluso los domingos, cuando iban a comer fuera de Santiago, en todos los pueblos donde paraban, llena- ba botellitas del agua de la fuente para controlar, más tarde, su salubridad. Eso es tener un verdadero espí- ritu sanitario. Estos aspectos, denominados “sanitarios”, han sido siempre el objetivo y fin del estudio de todos aquellos que, de alguna manera, nos hemos considerado res- ponsables de la salud. Pero hoy en día, existen toda otra serie de ellos, a los cuales el profesor Domínguez Carmona dedicó mucho de su tiempo, y de los que por sintetizar, comentaremos sólo dos conceptos. La im- portancia de la Ecología y de la Economía Sanitaria. La palabra Ecología viene del griego Oikos , cuya tra- ducción es casa, morada o ámbito vital. Entendiendo por tal lo que los griegos antiguos llamaban Physis . El hombre es también naturaleza, lo que Heidegger defi- nió como in-der-walt-seim, es decir, ser en el mundo. Que significa una relación del sujeto con el ambiente, con nosotros, y consigo mismo. Al fin y al cabo, el ser vivo más importante del planeta es el hombre. Y si- guiendo nuevamente a Heidegger, el hombre es la mo- rada del ser y el Universo. Esa amplísima morada del hombre, tal y como pensaron los estoicos (el kosmos ), y se anunció en el Génesis bíblico. Por lo tanto debe- mos cuidarlo. A ello, el profesor Domínguez Carmona se dedicó con entusiasmo. En cuanto al concepto de Economía Sanitaria, siem- pre oí, en boca de muchas de esas ramas del árbol que comentaba al principio, y por supuesto del profesor Domínguez Carmona, que “la Sanidad era el arte de lo posible y de lo rentable”. Pues bien, en este momen- to, ese concepto es quizá el reto más importante que se plantea todo buen sanitario. Es decir, la conciencia de que se trata de gastar menos, no mediante recortes, sino con actividades de promoción de salud y preven- ción de enfermedades, así como gastar mejor aumen- tando la eficiencia. Eficiencia, palabra mágica, que se- gún el profesor Félix Lobo, catedrático de economía aplicada del Departamento de Economía de la Univer- sidad Carlos III, debe ser una obsesión, porque permi- te proporcionar mejores cuidados de salud a más pa- cientes, absorbiendo menos recursos, sin comprome- ter la viabilidad del sistema. Militar Otra parte importante en la vida del profesor Domín- guez Carmona fue su participación, como médico mi- litar en las Fuerzas Armadas de nuestro país. Realizó un Curso sobre Higiene y Bacteriología en el Instituto de Higiene Militar, más tarde llamado Insti- tuto de Medicina Preventiva Capitán Médico Santiago Ramón y Cajal, de dos años de duración, con la fina- lidad de obtener el Diploma de la especialidad. Dicho Título fue conseguido el 5 de noviembre de 1957. Así mismo llevó a cabo otros cursos sobre formación en Guerra Atómica, Biológica y Química en la Escuela de Aplicación de Sanidad Militar. Fue miembro de las Comisiones para estudiar un bro- te de legionelosis en Zaragoza, y el problema de las he- patitis en las Fuerzas Armadas. Pero quizá sus últimas misiones en las guerras de Irán-Irak, Angola y Riad, con ocasión de la Guerra del Golfo en el Oriente Me- dio, hayan sido las más notables. Desde 1984 visitó ocho veces, como Experto de las Naciones Unidas, ambos frentes en la citada guerra entre Irán e Irak, con el fin de definir el uso de agresi- vos químicos. Por ello, mereció la expresa felicitación del Secretario General de la ONU, el señor Pérez de Cuellar. La Comisión de dichos expertos, conocedores de la guerra química, estaba formada por dos milita- res, un químico y un médico. Este era el profesor Do- mínguez Carmona, que en la misma zona de combate, como señala en una de sus publicaciones, pudo com- probar el uso de gases lacrimógenos en Susangerd y de iperita en Pivansharr y Panjivu. Tras el informe de los cuatro expertos, en 1986 se reunió con urgencia el Consejo de Seguridad de la ONU condenando a Irak por el empleo de armas químicas.

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