Anales de la RANM

319 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 HOMENAJE A LA ANTIGÜEDAD ACADÉMICA Francisco González de Posada An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 316 a 320 tacarse las siguientes: a) La nueva concepción del fenó- meno alucinatorio y de la vivencia del doble (psicopa- tología); b) El ocaso de la histeria, determinado por la transformación del ser humano (psiquiatría transhis- tórica); c) El modelo tetradimensional de la depresión, la personalidad prealcohólica, los tipos de alcohólicos, la forma pseudopsicopática del trastorno bipolar (psi- quiatría clínica); d) El trabajo como marcador de sa- lud mental o como adicción (psiquiatría social); e) Las alteraciones de la temporalidad y la espacialidad (psi- quiatría antropológica); f) El perfil de los Austrias es- pañoles, de Felipe V y de Teresa de Jesús (psicohisto- ria); g) Nuevas semblanzas de Don Quijote y Sancho y de Don Juan Tenorio (psicoliteratura); h) La personali- dad de Goya y el arte depresivo (psicoarte); e i) Viven- cias del estigmatizado religioso (psicomística). Un párrafo especial merece la cita de la prestigiosa re- vista catalana ANTHROPOS , de Barcelona, que dedicó monográficamente a su vida y su obra el número 195 del año 2002, con el título “Francisco Alonso-Fernán- dez. Psiquiatría en la Clínica, en la Sociedad y en la Cultura”, en la que se me concedió el honor de escri- bir un capítulo para introducir su primera concepción acerca de la nueva disciplina Psicohistoria y comentar sus iniciales obras en éste ámbito, señalando entonces su papel de pionero, aunque sólo primicial en esos mo- mentos, de la Psicohistoria, en la que ha mostrado su capacidad de innovación y de construcción disciplinar y en la que nos ha dejado obras maestras sobre temas y personas de carácter universal, los hacedores de la historia, a los que nos hemos referido. Este documen- to significó una especie de antes y después. Desde este instante su dedicación a la Psicohistoria ha constituido el espectro prioritario de su quehacer intelectual y aca- baría elaborando su Manual de Psicohistoria. El Dr. Alonso-Fernández tiene patentado un método para la detección, el diagnóstico, la clasificación y el seguimiento de la depresión que es el único instrumen- to originario español con una validez y fiabilidad con- trastadas. III. EN RECUERDO DE MARÍA DOLORES SAN MARTÍN PÉREZ, LA ESPOSA Un parágrafo específico merece María Dolores San Martín Pérez, Mary, como recuerdo necesario de la es- posa que hizo posible, tan grande como generosa mu- jer, la tarea del marido, siempre sacrificada al trabajo reconfortante y éxito consecuente de éste. La excepcional obra del Dr. Alonso-Fernández, que ha sido ciertamente una tarea personal, no lo ha sido pro- piamente individual, sin más; reconociendo lo ‘perso- nal’ esencialmente, hemos de afirmar que sociológica- mente no lo es tanto. Como relatos para un aceptable- mente exacto y justo recuerdo de Mary tomemos dos referentes claros trasfondos de lo que deseamos desta- car: el Génesis, libro primero de la Biblia, y una novela del eminente escritor español del siglo XX Miguel De- libes, mi hermano menor molledense. En los orígenes bíblicos de la humanidad se escribe: “No es bueno que el hombre esté sólo” (y así, Dios crea a la mujer) y en posterior perspectiva de centralidad histórica cristiana se dice bastante más, tanto como (aunque fuera de “modo narrativo y simbólico”, según el Papa Francisco ha caracterizado el Génesis al me- nos en sus primeros capítulos, en la magistral encícli- ca Laudato Si ), que “hombre y mujer serán dos en una sola carne”. Así fueron Mary y Paco, Paco y Mary, una unidad dual o una dualidad unitarizada. Veamos, por otra parte, el caso descrito en la bellísima narración de Miguel Delibes (más que supuestamente recordando a su mujer) a la luz de su novela Señora de rojo sobre fondo gris : “Y si yo no le pedí la gestión de nuestras cosas, tampoco consideré machista avenirme a que lo hiciera. La nuestra era una empresa de dos, uno producía y el otro administraba. Normal, ¿no? Ella nunca se sintió postergada por eso. Al contrario, le so- bró habilidad para erigirse en cabeza sin derrocamien- to previo. Declinaba la apariencia de autoridad, pero sabía ejercerla [...] Yo, aunque otra cosa pareciese, me plegaba a su buen criterio, aceptaba su autoridad”. Un poco de mucha sana envidia cariñosa pueden sugerir- nos estas gloriosas palabras. Pero Delibes continúa y nos aproxima a la situación que nos recuerda en toda ocasión nuestro homenajeado: “cuando ella se apaga- ba, todo languidecía en torno”. Y así, al final, ahora en el caso del Dr. Alonso-Fernández, tras la ida de Mary, y desde entonces, don Francisco se quedó en su mitad, sólo en ‘su’ mitad, en soledad, en su soledad ... aunque la mente, para fortuna nuestra, haya continuado con su preclara luz intelectual. Sea éste un recuerdo especial de su mujer, Mary, a quien, siempre junto a él, conocimos, quisimos y ad- miramos. Su compañera en todos los congresos, confe- rencias y reuniones de amigos, como tuvimos oportu- nidades de comprobar en reiteradas ocasiones en Lan- zarote y otras tantas en diferentes lugares. Las peque- ñas grandes cosas de la vida familiar, desde la general administración de la casa hasta el hacer continuo de las maletas de viaje eran cosas suyas. Así, tras perderla en esta vida, el Dr. Alonso-Fernández proclama: “melan- cólico aunque no amargado, mi alegría de hoy es pro- piamente una mentira”. IV. ALGUNAS SINGULARIDADES Antes de finalizar considero de interés para una más completa realización de la semblanza del eminente psi- quiatra señalar algunos otros aconteceres singulares de su trayectoria vital. Primera. Recordar también al deportista en su afición al tenis. Convertido en conocida ‘figura’ del Club Pi- neda de Sevilla, al obtener la cátedra en Madrid pudo ingresar en el ‘exclusivo’ Club Puerta de Hierro bajo la condición de integrarse en el equipo de tenis sin es- perar la larga lista de aspirantes al mismo. Y en éste alcanzó su cúspide tenística social proclamándose subcampeón nacional por equipos. En la frontera de los noventa y con prótesis de cadera aún corría todas las mañanas unos kilómetros por los alrededores de su casa. Segunda. Le he oído en varias ocasiones recordarme su presencia, quizás por mis especiales relaciones con la Iglesia y la sociopolítica global, el reconocimiento de

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