Anales de la RANM

228 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 RÍO HORTEGA (I) Antonio Campos An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 222 a 229 Por otra parte Achúcarro viene estudiando desde 1908 las denominadas células en bastoncito, las células granulo adiposas y las células ameboides en distintas patologías y lesiones experimentales en el cerebro así como las cone- xiones vasculares de las células de la glía. Para ello utiliza entre otros el método tano-argéntico que el mismo había descrito (25, 26, 27, 28). En este contexto es fácil entender el interés de Río- Hortega por investigar las células de la glía. El mismo nos lo relata en uno de sus textos “ Al principio sonaban en mis oídos palabras nuevas: células ameboides, células en bastoncito, conceptos que yo no comprendía bien”. “Al mismo tiempo iba familiarizándome con las ideas que flotaban en el laboratorio y que a todos obsesionaban: las de la glía en todas sus formas” (7). A partir de 1915 Río-Hortega inicia, por tanto, la que va a ser su línea de investigación fundamental: la glía del sis- tema nervioso central. Se trata de una investigación que su maestro Achúcarro ya no puede continuar debido a su enfermedad y que Cajal ha dejado inacabada tras su rele- vante contribución al conocimiento de la glía con el mé- todo del oro-sublimado. Y comienza a investigar la glía abordando inicialmente el estudio de los gliosomas, las gliofibrillas y el centrosoma de las células neuróglicas y sus variaciones en distintos estados lesionales (29, 30, 31). Muy pronto es consciente de que necesita encon- trar un buen método con el que esclarecer los muchos interrogantes que plantea el estudio de las células apola- res de Cajal o de las células en bastoncitos, ameboides o granulo-adiposas a las que tantas horas de investigación había dedicado su maestro Achúcarro. En el ánimo de Río-Hortega, escribe su discípulo Ortíz Picón, estaba “la idea de que todo progreso en el conocimiento estructural del sistema nervioso había estado precedido y determina- do por la invención de una nueva técnica de tinción his- tológica como había ocurrido por ejemplo con el croma- toargéntico de Golgi y el nitrato de plata reducido de Ca- jal en relación con la teoría de la neurona” (32) . Con este propósito lo primero que hace Don Pío es intentar me- jorar el método de Achúcarrro. “ Me propuse domeñarle y hacerlo menos tornadizo” escribe al respecto. Y fruto de ello son varios trabajos en los que describe cuatro va- riantes del método. Con la primera consigue una buena identificación de los astrocitos fibrosos y con la cuarta una identificación, asimismo bastante estimable, de los astrocitos protoplásmicos (33, 34). Su gran aportación a la técnica histológica es, sin embar- go, la invención del método del Carbonato de plata; un método que, descrito al final del periodo que estamos considerando, va a ser crucial para la identificación y la caracterización definitiva de la glía. En sus propias pala- bras, el método consiste simplemente “ en tratar los cortes histológicos con una disolución amoniacal de carbonato ar- géntico” (35). Aunque Río-Hortega atribuye al azar la invención y afir- ma que la fortuna vino hacia él una tarde “huyendo del bullicio carnavelesco” – lo que revela que el descubrimien- to tuvo lugar en Febrero de 2018-, no debe, en modo al- guno, considerarse que dicho hallazgo fue fruto de un re- pentino golpe de suerte. Desde meses antes Río-Hortega venia ensayando variaciones no solo al método de Achú- carro sino también al de Bielchowsky. En este último, la mezcla de nitrato de plata e hidróxido sódico, precipita como oxido de plata. Tras añadir amoniaco se convier- te en una solución coloidal que, en contacto con los te- jidos, se deposita sobre algunas estructura como mice- las de oxido de plata amoniacal. Don Pío, inspirado en Bielchowsky, ensaya una nueva mezcla, formada por nitrato de plata y por carbonato de litio o de sodio que precipita como carbonato de plata. La disolución pos- terior con amoniaco gota a gota genera asimismo unas micelas mucho más finas que las que se obtienen con el método de Bielchowsky(32). Río-Hortega, tras confir- mar la regularidad de su método, comprueba gozosa- mente, según escribe Ortíz Picón, que la impregnación que logra con su plata es extraordinaria y que, ade- más, se fija perfectamente en la glía (32). En los me- ses y años posteriores Don Pío perfecciona la técnica y desarrolla a partir de ella numerosas variantes. La se- cuencia básica, reseñada ya en la primera publicación en la que da cuenta de la misma, es la siguiente: 1) fija- ción en formol al 10% o formol bromuro, 2) cortes por congelación, 3) lavado, 4) impregnación con carbonato de plata amoniacal a una temperatura entre 50 y 60ºC, 5) lavado, 6) reducción en formol al 20%, 7) virado en cloruro de oro y 8) fijación en hiposulfito. La primera comunicación de la técnica en la revista “Trabajos del Laboratorio de Investigaciones Biológi- cas” tiene fecha de 1917 aunque, como hemos comen- tado con anterioridad, la descripción de la técnica tuvo lugar en Febrero de 1918. La razón que justifica esta circunstancia radica posiblemente en el retraso que su- fre la publicación del Tomo XV de la citada revista. Di- cho Tomo, que es el último del año 1917, estaría, en realidad, recogiendo aportaciones de los primeros me- ses de 1918 (35) (Fig.8). Río-Hortega vuelve a descri- bir, de un modo más sencillo, el método en el número de Abril y Mayo de 1918 del Boletín de la Sociedad es- pañola de Biología (36). El 23 de Abril de 1918 muere Nicolás Achúcarro, el maes- tro, el mentor, cuyo apoyo nunca le faltó a Río-Hortega. Poco tiempo después, como comentamos a propósito de su reticencia a permanecer en Madrid, Río-Hortega co- noce que su salario era en parte el que generosamente le proporcionaba Achúcarro a partir de su propio sueldo. Por otra parte acaba de descubrir un método histológi- co que, aparte de una cierta notoriedad científica, le abre un inmenso horizonte de investigación en la línea que ha elegido y que no es otra que la que ha dejado expedita Nicolás Achúcarro y tiene algo estancada un ya anciano Cajal. Un nuevo tiempo, un nuevo reto vital y científico se abre para Río-Hortega a partir de 1918. Pero ese es ya otro tiempo y otra historia por contar. Figura 8. Artículo en el que Río–Hortega da cuenta del método del Carbonato de plata e imagen de Don Pío en dicha fecha.

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