Anales de la RANM

239 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 ASPECTOS CLÍNICOS DEL MALTRATO INFANTIL Enrique Casado de Frías An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 238 a 241 forma tal que la muerte del niño se producía con fre- cuencia. De todo ello hay constancia a través del estu- dio de archivos históricos. Tal es lo que hizo y publi- có en su libro “La sociedad española del Renacimien- to” D. Manuel Fernández Álvarez (4), Catedrático de Historia de la Universidad de Salamanca. Recoge he- chos ciertamente escalofriantes. A la sazón los niños eran frecuentemente abandonados en la calle, en la ciudad de Salamanca. Unas veces como consecuencia de la pobreza, y otras muchas por el equívoco senti- do del honor de la familia que existía en España y en otros países, donde cuando una mujer tenía un hijo fuera del matrimonio, el honor de la familia queda- ba conculcado. Para evitar el conocimiento social de tal acontecimiento, el recién nacido era abandonado. 2.-Abandono. Como acabo de decir, los niños eran abandonados en Salamanca (igualmente en otros si- tios), con gran frecuencia. Unas veces en la puerta de una iglesia, con la esperanza de que una persona piadosa recogiera al pequeño, pero muchas otras ve- ces no era así, y el niño era abandonado en el suelo en plena calle. A los riesgos de la intemperie, espe- cialmente severa en aquella ciudad, había que añadir otros, aún más temibles. Fernández, en su libro, des- cribe, como, en alguna ocasión, se constató que cier- tos niños fueron devorados por perros, y en otro caso por cerdos (téngase presente que, en aquel entonces, los cerdos pululaban libremente por las calles y ello, no solamente en Salamanca, sino en el mismo Ma- drid). La tristeza y el horror de estas incidencias con- dujeron a la creación, en Salamanca, de la Cofradía de San José y de Nuestra Señora de la Piedad; venía a ser una institución con objetivos similares a las Inclusas, que ya venían siendo creadas en muchos países, entre ellos España. Gracias a estas instituciones, el abando- no del niño en la calle podía ser evitado, entregán- dolo para su custodia y cuidado a las mismas. Pero dos problemas esenciales existían. El primero de ellos era evitar que se conociese a qué familia pertenecía el niño abandonado; así el honor de aquella no que- daba mancillado. Esto se conseguía mediante varios recursos: que la entrega del niño se realizara en ho- ras nocturnas, en las que, lógicamente, no habría tes- tigos, y en que se hiciera a través de un torno, lo que no permitía a las personas ubicadas en el interior de la institución, saber quienes eran las personas que, en cuestión, transportaban al pequeño. La consecuencia de estos hechos era que el niño viviría toda su exis- tencia carente del calor familiar. Pero muy triste y la- mentable ha sido que el torno haya venido siendo uti- lizado por muchas familias, que han deseado emplear este medio para el abandono. En realidad, el torno ha estado presente en las inclusas hasta épocas relativa- mente recientes. Concretamente, en la de Madrid, el torno se suprimió en el primer tercio del siglo pasado por su Director, D. Juan Antonio Alonso Muñoyerro, en fecha casi coincidente con el traslado de la insti- tución desde la calle de Mesón de Paredes a su actual emplazamiento en la de O’Donnell. El segundo problema de las inclusas fue el de la suba- limentación de los niños. 3.- Subalimentación. Hasta épocas recientes, la ali- mentación de los niños recién nacidos y lactantes jó- venes, prácticamente sólo se podía hacer con leche de mujer. No disponiendo de la misma, la supervivencia de los muy pequeños resultaba sumamente compro- metida. La deficiencia de la misma, frecuente de he- cho en casi todas las inclusas, ocasionaba graves esta- dos de malnutrición, circunstancia, a su vez, determi- nante de múltiples infecciones. Los resultados finales de los niños que ingresaban en aquellos centros, en su gran mayoría sin sus madres, fueron espeluznantes. Hubo momentos en que en alguno de ellos la mortali- dad de los niños fue del 100 por 100 (5). Así sucedió por ejemplo en la inclusa de Rouen, en Francia, de la que disponemos información del siglo XVII (3); en ella, de 132 niños ingresados, solo sobre- vivieron 5. Dos tipos de soluciones se aplicaron para aliviar el pro- blema de la subalimentación en aquellas instituciones. La primera fue que, contraviniendo el papel que des- empeñaba el torno, se procuró que los niños ingresa- ran en aquellas acompañados de sus madres; de esta forma se garantizaba la alimentación del hijo y, al mis- mo tiempo se confiaba a cada una de ellas la alimenta- ción de un segundo niño, totalmente huérfano, al que también le diera de mamar; ya se puede suponer cual era la cuantía del suministro lácteo que se proporcio- naba al adoptivo. Ante los frecuentes fracasos del sis- tema se procuró, experimentalmente, observar si algún tipo de animal podría ser útil para la alimentación de los niños que ingresaban a través del torno. En Francia, en concreto, se hizo alguna interesante investigación al respecto, utilizando leche de diferentes mamíferos. Fue la de burra la que produjo mejores resultados. Por cier- to, que se consideraba indispensable, para tener éxito, que el niño mamara directamente de las ubres de la bu- rra. Los resultados de uno y otro método no fueron óp- timos, ni mucho menos. Ya ha quedado reflejado más arriba el resultado final de las supervivencias. A este capítulo de la subalimentación y malnutrición de los niños en las inclusas, es necesario añadir el que se ha venido produciendo hasta épocas muy próximas en niños que vivían con sus familias. La pobreza de estas, su frecuente ignorancia, y la desatención de los pequeños fueron el origen de enormes malnutricio- nes. Y ello fue muy frecuente hasta muy avanzado el siglo pasado. En esos años, junto a la patología infec- ciosa, constituían el problema mayor de la Pediatría. Era lo que se describía como “Trastornos nutritivos crónicos”, con sus dos categorías, según la severidad, como distrofia y atrofia. Unas veces, cuando el cuadro era la consecuencia de un insuficiente aporte proteico y calórico por la dieta, se originaba un cuadro de gra- ve malnutrición y retraso en el crecimiento. Otras ve- ces, y cuando la alimentación era casi exclusivamen- te hidrocarbonada, el cuadro clínico resultante era el de un edema generalizado; era lo que se definía como distrofia farinácea. 4.- Desconsideración. Es evidente que la desatención de la Sociedad hacia la infancia no se ha circunscrito al tema nutricional. Pueden citarse múltiples ejem- plos de MT. Algunos, llamativos, son los que se rela- cionan con la vacunación antivariólica. Así sucedió con el primer vacunado por Jenner; tenía que ser un niño, del que sabemos su nombre, James Phillips; fue un auténtico experimento.

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