Anales de la RANM

282 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 INVESTIGACIÓN Y ENVEJECIMIENTO José Manuel Ribera Casado An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 281 a 285 Mi objetivo hoy es enfatizar que en la agenda para es- tudiar envejecimiento y longevidad juegan también un papel decisivo otros factores de diversa índole. Son vías paralelas, quizás más diluidas por ser menos mediáti- cas, pero con un peso enorme en este campo. Abordar- las supone algo imprescindible en un mundo complejo, cargado de llamadas a la investigación traslacional y a estudiar las aportaciones derivadas de la epigenética. Los cultivadores de las ciencias sociales y del compor- tamiento, los geriatras clínicos, los demógrafos y epi- demiólogos somos también colectivos comprometidos en el esfuerzo común por comprender mejor las causas y las consecuencias de la vejez. El estudio básico, im- prescindible, es insuficiente si no se abre a otras rea- lidades; a otras vías de investigación autónomas, con modelos metodológicos específicos y con preguntas propias que han mostrado capacidad de avance para entender mejor el proceso. Todo ello facilita crear ne- xos e integrar resultados, el único camino para hallar res- puestas científicas plausibles. Hay que mirar al conjunto, establecer puentes e integrar disciplinas. Apuntaré en este repaso algunas de estas vías de inves- tigación que van más allá del marco del laboratorio. Como punto de partida es útil recordar la cuestión que confronta el envejecimiento intrínseco o primario con el extrínseco o secundario (4). Se acepta que cuando una persona envejece su realidad actual viene deter- minada en menos de un 25% por los condicionantes genéticos, por el llamado envejecimiento intrínseco o primario. El resto se relaciona directamente con el tipo de vida previo, con determinantes ambientales y con los factores de riesgo a los que uno haya podido es- tar expuesto. En definitiva con cuestiones vinculadas al envejecimiento extrínseco (5, 6). Esta clasificación, admitida en lo esencial por la comuni- dad científica, no consolida establecimientos estancos, ya que lo extrínseco y lo intrínseco interactúa entre sí de for- ma permanente. Además, tiene otras ventajas. Es fácil de entender, se ajusta bastante a la realidad y pone el énfasis en cuestiones relacionadas con los estilos de vida sobre las que, al menos en teoría, siempre va a ser más fácil in- tervenir. Me centraré en cuatro grandes campos abiertos a la investigación más allá de la biogerontología. Como bien señala Fernández Ballesteros (7), la división entre envejecimiento primario y secundario deja sombras importantes y obvia el papel que juegan aspectos relacio- nados con el comportamiento, apenas estudiados desde la perspectiva de la longevidad. Me refiero a cuestiones como la inteligencia, la personalidad, los afectos, el nivel cultural, la capacidad para manejar las emociones, la vita- lidad o el grado de resiliencia, entendida ésta como con- trapunto de la fragilidad. Todos y cada uno de estos pun- tos influyen en mayor o menor medida en la longevidad individual. Probablemente también en la poblacional, y juegan un papel esencial en la cadencia del envejecimien- to y en el manejo de los problemas crecientes que ofrece la salud del individuo durante su vida. Los estudios centrados en estos temas son tan fundamen- tales como escasos. Obligan a conocer en qué medida cada uno de esos parámetros puede influir en la longevi- dad, así como el papel que pueden jugar para que ésta se produzca en términos saludables. No es fácil ubicar estos condicionantes en la frontera extrínseco/intrínseco. Lo- grarlo facilitará interacciones positivas. Una investiga- ción que debe potenciarse y donde coinciden profesiona- les y especialistas de diferentes ramas del saber. Hay que investigar los determinantes sociales de la salud individual y colectiva. El papel del entorno inmediato del anciano, su órbita relacional; condicionantes como la so- ledad, el aislamiento, el apoyo familiar y social, su dispo- nibilidad económica, su escala de valores y cuestiones parecidas. También factores ajenos, variables en el tiem- po, pero con efecto decisivo sobre la forma de envejecer, como pueden ser la regulación por las administraciones de las normas políticas, económicas o sociales, las opor- tunidades y recursos disponibles, y la capacidad de acceso a los sistemas sociales y de salud. Incluso cuestiones apa- rentemente ajenas como la arquitectura de hospitales y residencias, el diseño y adaptabilidad de los espacios pú- blicos, u otras parecidas. Los vacíos en este campo en orden a comprender mejor el problema de la longevidad poblacional e individual son enormes. Los cambios durante el siglo XX han sido espectaculares. En España la esperanza de vida al nacer entre 1900 y 2000 se ha multiplicado por dos y medio, el número absoluto de mayores de 65 años lo ha hecho por 8 y por 20 el de los centenarios (8). Son cambios que se acompañan de modificaciones antes inimagina- bles en los ámbitos social, económico, familiar, laboral, psicológico y, también, sanitario. Deben ser estudia- dos, analizados e integrados en una perspectiva global, como hace entre otras instituciones la fundación Bill y Melania Gates en algunas recientes publicaciones en Lancet (9, 10) Conocemos en gran medida cuáles han sido los deter- minantes de estos cambios en la esperanza de vida y en la mejora de su calidad, sobre todo en lo que res- pecta al papel jugado por el envejecimiento extrínseco. Aspectos ligados a las medidas higiénicas personales y ambientales, modificación en los estilos de vida, ali- mentación, actividad física o hábitos tóxicos. Sabemos menos acerca de las consecuencias que acarrean a la hora de tomar decisiones a nivel político, administra- tivo o individual. Los cambios en los patrones epidemiológicos en rela- ción con la longevidad son otro punto donde los datos disponibles ofrecen mayor respuesta en el ámbito des- criptivo que en el interpretativo. Otro mundo abierto a la investigación. El patrón epidemiológico común al inicio del siglo XX se centraba en la patología infeccio- sa. Cien años después la atención se ha desviado hacia las enfermedades no transmisibles, la cronicidad y la dependencia. La repercusión de este giro en la longe- vidad y en la búsqueda de sistemas operativos más efi- CAMPO DE ESTUDIO Nº 1.– CONDICIONANTES PSICO-COMPORTAMENTALES CAMPO DE ESTUDIO Nº 2. – INVESTIGACIÓN DEMO-EPIDEMIOLÓGICA

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