Anales de la RANM

287 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 MALFORMACIONES CONGÉNITAS Y ENFERMEDADES HEREDITARIAS EN EL ARTE José Miguel García Sagredo An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 286 a 291 plasia, ya que esta no se acompaña de discapacidad in- telectual. Parece que en el antiguo Egipto el enano acon- droplásico estaba bien considerado, de hecho, dos dio- ses egipcios, Bes y Ptah-Pataiko, se representan como acondroplásicos (2). Es de destacar la representación de Seneb (2.500 AC), Museo del Cairo. (Figura 1). Seneb fue jefe de los enanos de la guardarropía real durante la sexta dinastía. Según Harvord y Chudley, (2) el diagnós- tico debería ser de hipocondroplasia dado la poca afec- tación craneal. Curiosamente en el grupo escultórico de Seneb, éste aparece junto con su esposa y en la parte in- ferior probablemente para disimular la corta estatura, sus dos hijos. El que los hijos de Seneb no tengan un fe- notipo de enanismo es compatible con la herencia auto- sómico dominante tanto en la acondroplasia como en la hipocondroplasia. Por el contrario, la escultura egipcia que se expone en la Carlsberg Glypothec de Copenague ( 2.000 AC) sí tiene las características craneales típicas de una acondroplasia. Mucho más moderno, ya en el periodo Ptoloméico (100 AC), la escultura de una bailarina con crótalos en sus manos que se muestra en el Museo del Bardo, Túnez, es claramente una acondroplásica. Por supuesto en el pe- riodo helenístico, diversas figuras de enanos con acon- droplasia se ven representados en la ornamentación de diversas cerámicas. Un clásico es considerar cualquiera de las representa- ciones de Tutankamon (1341-1327 AC) como un sín- drome de Klinefelter dada su estatura alta y su fenotipo ginoide, como caderas anchas, rasgos redondeados y gi- necomastia. Otras malformaciones esqueléticas que suelen implicar estatura baja y deformidades corporales como diferentes displasias esqueléticas que no suelen conllevar discapa- cidad intelectual aparecen en un plato que representa a Esopo (450 AC) Museo Vaticano, y que podría tratarse de una picnodisóstosis o la posible displasia metatrófica que aparece en un mural de Herculano (siglo I AC) (3). Dada la cultura hedonista, no es de extrañar que existan representaciones escultóricas de hermafroditismo tan- to en el periodo griego como romano. Pueden obser- varse varias esculturas en el Museo del Louvre o pin- tadas en un mural en Pompeya, en este caso con un fe- notipo compatible con una insensibilidad incompleta a los andrógenos. Probablemente la escultura más repre- sentada y visitada sobre hermafroditismo está en el Mu- seo del Louvre. Es una escultura que representa a Her- mafrodito , hijo de Hermes y Afrodita . La escultura, en mármol, es una copia de otra más antigua, griega en bronce de Policles, y a la que Bernini en la época del car- denal Borghese le añadió un colchón, también en már- mol. No es la única representación de hermafroditismo de la época, pero el hermafroditismo en otras culturas puede tener un significado distinto, así en la India, el dios Shiva unas veces representado como varón, otras como mujer y a veces manifestando las características anatómicas de ambos sexos como corresponde a un dios todopoderoso y por lo tanto capaz de manifestarse en diversas formas. Aún más lejos, en las Islas Bismarck, Oceanía, una representación hermafrodita es venerada en las procesiones de la renovación de la naturaleza o de primavera, una muestra relevante de estas estatuillas está en el Museo Dahlen en Berlín. En el amplio periodo precolombino cabe destacar la representación de diversas anomalías esqueléticas, como una posible acondrogénesis no letal datada en- tre 1300-800 AC que está en el Museo de Antropolo- gía de Méjico. Algunos autores han querido ver una posible representación del síndrome de Down en esculturas precolombinas. Una de ellas es la escultura procedente de la cultura del Monte Alban, (400-800 DC) que se expone en el Museo Dahlen, de Berlín y otra más moderna perteneciente a la cultura inca (1438-1525 DC), que se exhibe en el Museo Nacional de Antropología de Méjico. Fuera de Méjico, otra posible representación del síndrome de Down y correspondiente al periodo Moche, (200-600 DC) está en el Museo de Antropología de Lima (3). No obstante, es de difícil aceptación el diagnóstico de síndrome de Down ya que los rasgos orientales que muestran estas esculturas pueden corresponder al fenotipo amerindio que también tiene esos rasgos orientales como los ojos inclinados con una cara redondeada. Distintas son las malformaciones faciales que se pueden ver en algunas muestras de la rica cerámica centro y sudamericana, sirva de ejemplo un silbato antropomórfico con secuela de labio leporino exhibida en el Museo Antropológico de El Salvador o la cerámica hallada en Campeche, Museo de Bellas PERIODO PRECOLOMBINO Figura 1. Seneb. Museo Egipcio de El Cairo. Fotografía de Jon Bodsworth

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