Anales de la RANM

288 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 MALFORMACIONES CONGÉNITAS Y ENFERMEDADES HEREDITARIAS EN EL ARTE José Miguel García Sagredo An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 286 a 291 Artes de San Francisco, con lo que claramente es una representación de una acondroplasia, o una cara de cerámica que podría ser una microsomía hemifacial (300-600 DC) procedente de la cerámica prehispánica tumaco-tolita (4), con hemiatrofia del lado izquierdo, órbita más pequeña y a diferente altura, hipoplasia del pabellón auricular y desviación de la mandíbula. Por último, en la colección Weisman sobre Méjico se puede observar una escultura con tetrafocomelia datada en 500-800 DC que podría corresponder a un síndrome de Roberts (5) o estatuillas que muestran una figura humana con una escoliosis o una cifo- sis pronunciadas en la región de Colima (100-250 DC). Algunas de las cifosis podrían ser secundarias a un mielomeningocele según Goodrich y Chico Ponce de León (6). Estos mismos autores consideran que estas estatuillas con alteraciones de la curvatura vertebral eran frecuentes en la iconografía de la época debido a que los individuos que representan estaban bien considerados socialmente, nada extraño ya que actualmente la ci- fosis es considerada un símbolo de la buena suerte. Tres tipos de malformaciones merecen destacarse en el renacimiento: enanismo, polidactilia y síndrome de Down. Si el enanismo ha sido una condición humana amplia- mente representada en el arte en todas las épocas, el paradigma se corresponde con un famoso enano flo- rentino, Morgante. Éste enano, Braccio di Bartolo, vi- vió en Florencia en la época de los Medici, fue el bufón de Cosme I de Medici y ha sido ampliamente repre- sentado tanto en pintura como en escultura. Fue apodado por burla Morgante en referencia al le- gendario gigante Morgante Maggiore, cuyas historias fueron publicadas en 1481 por el poeta Antonio Susi- ni. Una de las representaciones más famosas es la es- tatua que forma parte de una fuente en la que cabalga sobre una tortuga, es de Valerio Cioli, (1580-1590) y está en los jardines Boboli de Florencia. Como ejem- plo de pintura, el cuadro de Morgante desnudo de Bronzino (1503-1572) en la Galeria de los Uffizi. Por último, cabe destacar la pieza escultórica de bronce de Giambologna (1529-1608) en la que Morgante cabal- ga sobre un dragón. Esta pieza está en el Walters Art Musseum de Baltimore. En cualquiera de las represen- taciones de Morgante, éste aparece como un sujeto de estatura baja y cráneo grande que corresponde a una acondroplasia. La polidactilia postaxial podría considerarse una constante en Rafael ya que aparece en tres cuadros se- gún Mimouni, (7), estos son El matrimonio de la virgen (1504, Museo Brera, Milan) en el que San José muestra seis dedos en su pie izquierdo desnudo, La bella jar- dinera (Louvre, Paris) en el que de nuevo se observa una polidactilia postaxial en el pie izquierdo de uno de los infantes, Juan Bautista, y la Madona de San Six- to (1516 , Gemäldegalerie Alte Meister de Dresde) en la que San Sixto muestra polidactilia en la mano dere- cha. Actualmente coexisten varias interpretaciones acerca de la polidactilia en Rafael (8, 9). Una de ellas se refiere a que la polidactilia postaxial, de herencia autosómico dominante, no era infrecuente en Italia y que o bien el propio Rafael la tenía, no consta ningún dato que la apoye, o lo que es más probable, que al- guno de los modelos que utilizó Rafael sí la tenían (7, 10). Era costumbre en aquella época que el pintor acogiera y sustentara económicamente a una familia que le servía de modelo para sus cuadros, en este caso si en la familia modelo había una polidactilia, dado su carácter hereditario dominante, no es de extrañar que varios miembros de dicha familia la tuviesen. La otra hipótesis es la simbólica, tener seis dedos significaba tener un sexto sentido y por lo tanto ser poseedores del don de la profecía entre otros. Recientemente, Coralli y Perciaccante (10) describen otras dos cuadros más del Renacimiento con polidactilia, El casamiento de la Virgen de Perugino en el que San José tiene seis dedos en el pie derecho y La Virgen con San Sebastian y San Juan Bautista de Timoteo Viti en el que San Juan tam- bién tiene seis dedos en el pie derecho. Si desde la antigüedad se ha creído ver un síndrome de Down tanto en una escultura egipcia o en alguna otra precolombina, como se ha citado más arriba, la que se considera como la primera representación clara de un niño con síndrome de Down (11) es el cuadro denominado La adoración del niño Jesús que se exhibe en el Museo Metropolitano de Nueva York (Figura 2). Es un cuadro flamenco atribuido a un discípulo de Jan Joest de Kalkar (1515) en el que dos de los ángeles tienen una cara con signos inequívocos del síndrome de Down. Pero no es el único, previamente Filippo Lippi había mostrado varios ángeles con cara de síndrome de Down en su cuadro La Madonna della Humilita (1429) que se expone en el Castello Spforzesco de Milan. Así mismo, en tres cuadros de Andrea Mantegna (12), Madonna con Bambino (1490, Accademia Carrara, Bergamo) La Virgen y el Niño (1460, Mus eo de B e l l a s Ar t e s, Boston) y La Virgen con el Niño, San Jeronimo y Luis de Toulouse (1455, Museo Jacquemart-André de Paris), el Niño Jesus tiene unos rasgos faciales compatibles con el síndrome de Down. Según propone Stratford (13), Mantegna utilizó el mismo modelo para ambos cuadros. En el caso de Lippi se cree que añadir caras con aspecto de síndrome de Down está justificado ya que pasó su infancia en un orfanato donde no es de extrañar que hubiera niños con este síndrome y a él le resultara familiar este aspecto facial. Otras malformaciones destacables en el Renacimien- to son la fisura labial o sus secuelas, de hecho, el gran dibujante maestro del Renacimiento, Albert Durero (1471-1528), en su Dresden Sketchbook , muestra un gru- po de caras “ Fifteen constructed heads ” en el que una de ellas muestra un perfil típico de una corrección quirúr- gica de un labio leporino como sugieren Pirsig y Haase (14). Los mismos autores publican una fotografía de un detalle de la cabeza de San Cedonio obispo, en un tríp- tico de 1431, de Lucas Moser en el altar de la iglesia de Santa María Magdalena de Tiefenbronn, Alemania, que también tiene el típico perfil facial tras la corrección quirúrgica de una fisura oral. EL RENACIMIENTO

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