Anales de la RANM

294 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 INFECCIÓN Y ARTE Rafael Seoane Prado An RANM · Año 2018 · número 135 (03) · páginas 292 a 303 La peste puede manifestarse de tres formas: bubónica, la más frecuente y conocida; neumónica, de transmisión di- recta por vía inhalatoria y mortal; y septicémica, la más fulminante. La bubónica debe su nombre a que, tras la pi- cadura de la pulga, las bacterias se acumulan en los gan- glios próximos, generalmente inguinales, produciendo inflamaciones características denominadas bubones. San Roque, que enfermó de peste por su altruista dedica- ción a los enfermos, se convirtió en el santo al que rezar para no ser apestado. Cuenta la leyenda que permaneció oculto en un bosque con la única compañía de un perro que todos los días le traía pan. Muchas imágenes (Figura 3) lo representan con el bubón inguinal, característico de la enfermedad, y un perro, el famoso perro de San Roque, entre ellas el cuadro “ San Roque” de Francisco Ribalta 9 y la talla de madera de la Iglesia de Palmi (Sicilia) 10 ambas del siglo XVII. Aunque sin perro, el bubón está también claramente representado en “ La Virgen entre San Sebas- tián y San Roque” 11 de Gian Giacomo Lampugnani. Los bubones son muy dolorosos por lo que los pacientes tratan de permanecer inmóviles y requieren ayuda para moverse, signos muy bien representado en la obra “ San Roque entre las víctimas de la peste y la Virgen de la Gloria” (Figura 3) de Giaccomo da Ponte Basano 12 . La rotura de los bubones libera gran cantidad de bac- terias que se diseminan por la sangre y generan bu- bones secundarios por todo el cuerpo como pode- mos ver en esta Biblia de Toggenburg 13 . La ulterior liberación masiva de bacterias desde estos bubones secundarios origina un cuadro muy severo, la peste septicémica , causante de un choque séptico, caracte- rizado por un cuadro de coagulación intravascular diseminada – a lo que se debe el nombre de peste o muerte negra – fiebre e hipoglicemia, edema e hipo- tensión y muerte por fallo multiorgánico Existen pocas representaciones pictóricas de este es- tado terminal de la peste, dado que se prefería la re- presentación alegórica de la muerte y devastación causada, sirva como ejemplo “ La plaza del merca- do de Nápoles durante la peste”, de Domenico Gar- giulo 14 . Esta desolación es responsable también de que muchas representaciones alegóricas de la pes- te, la representen como un jinete galopando por el campo o las ciudades. En la obra “La peste” de Ar- nold Böcklin 15 la enfermedad está representada por la propia muerte que sostiene una guadaña cabal- gando sobre un monstruo. Los médicos de la época, sabedores de la fácil trans- misión de la plaga, pusieron en marcha las primeras medidas de control de epidemias, como aislamien- to, traslado de cadáveres extramuros de la ciudad, representado en la “ Madonna de la Misericordia” , de Benedetto Bonfigli 16 . La peste no tuvo solo efec- to en las representaciones artísticas, sino que tuvo también efectos sociales afectando a las ideas sobre la transmisión de las enfermedades como la trans- misión por aire, la quema de vestimentas, la sepul- tura extramuros o el establecimiento de la cuarente- na debido al período de incubación y la influencia bíblica y diseñaron los primeros trajes de protección para atender a los enfermos apestados. Una ilustra- ción de Paulus Fürst, del año 1656 17 , muestra uno de estos ropajes diseñado durante la epidemia de Mar- sella por Charles Delorme, médico del Rey Luis XIII. Otra enfermedad bacteriana muy presente en el arte es la lepra, producida por Mycobaterium leprae. De- pendiendo del estado inmunológico del paciente puede presentarse de dos formas tuberculoide y le- promatosa. La lepra tuberculoide presenta lesiones cutáneas hi- popigmentadas e insensibles, evidentes en la cara, tronco y extremidades que pueden confundirse con otras enfermedades dermatológicas como tiña y vi- tíligo por lo que no existen representaciones artísti- cas claras. La lep r a lepromatosa genera lesiones cutáneas más extensas, abultadas y difusas, utilizadas de forma simbólica como marca de la enfermedad. Algunas de las representaciones artísticas más antiguas de la le- pra (Figura 4) se encuentran en la miniatura del co- dex aureus epternacensis (1030) y en los mosaicos de la catedral de Monreale (fines del siglo XII) de Si- cilia 18 que representan la curación por Jesús de Na- zaret de los leprosos, cubiertos de las manchas par- das de las lesiones cutáneas granulomatosas. Aun- que no existe referencia evangélica a la curación de Figura 3. Peste bubónica. En el panel superior las obras de Ri- balta y Lampugnani muestran con claridad el bubón inguinal. En el panel central se muestran detalles de la obra de Giaccomo da Ponte Basano que muestran la dificultad de movimientos debidas a los bubones. El panel inferior muestra un detalle de la “Madonna de la Misericordia” de Bonfigli en el que se obser- va el traslado extramuros de los cadáveres.

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