Anales de la RANM

13 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O APARICIÓN Y DESARROLLO DEL LENGUAJE HUMANO José E. García-Albea XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 9 a 21 que destacar los obtenidos por las técnicas más re- cientes de registro electrofisiológico y magnetográfi- co, así como por las demás formas de exploración ce- rebral a través de neuroimagen. Teniendo en cuenta los principales resultados de esta investigación, co- mentaremos brevemente el modelo que mejor repre- senta la instanciación física de los modelos funciona- les presentados en las subsecciones anteriores (2.1 y 2.2), tal como aparece en la Figura 4. Una vez establecida la dominancia del hemisferio cerebral izquierdo para el lenguaje, las dos regiones corticales principalmente implicadas son las corres- pondientes al área de Broca, por encima del opérculo frontal (áreas 44 y 45 de Brodmann) junto al córtex premotor, y el área de Wernicke, en el giro tempo- ral superior (áreas 42 y 22 de Brodmann) junto a la corteza auditiva primaria. Además, tan importante como la identificación de las áreas lo es el haber po- dido identificar las distintas conexiones que se dan entre ellas. Y así podemos distinguir, tal como se ilustra en la Figura 4, dos vías dorsales y otras dos ventrales, todas ellas relevantes en cuanto a determi- nar el asiento de la capacidad del lenguaje y su fun- cionamiento según los tipos de información lingüís- tica implicados. De las dos vías dorsales, una de ellas conecta la parte posterior del córtex temporal superior con el córtex premotor y parece responsable de la interacción sen- sorio-motora y los aspectos rítmicos/prosódicos que modulan la externalización del lenguaje y hacen po- sible la comunicación; es una estructura fijada des- de el principio en el desarrollo ontogenético y rela- tivamente antigua en la evolución, al estar también presente en el cerebro de otras especies más alejadas de la nuestra (como son las aves canoras) y sin que muestre un sesgo claro de lateralización. La otra vía dorsal conecta más directamente las áreas de Broca (la parte opercular, área 44 de Brodmann) y Wernic- ke (la parte posterior, área 22 de Brodmann), con- forma el fascículo arqueado y se puede decir con ra- zón que es la estructura neural responsable del com- ponente central del lenguaje (de la FL en sentido estricto) y, por tanto, del procesamiento sintáctico e interpretación de oraciones de distinta complejidad; en contraste con la anterior vía dorsal, está sujeta a un desarrollo ontogenético más tardío (alcanzando su maduración hacia los 7 años), presenta una la- teralización izquierda pronunciada y, además, cabe suponer que es de aparición mucho más reciente en la evolución, al mostrarse como exclusiva del cere- bro humano. Las dos vías ventrales, por su parte, serían las en- cargadas del procesamiento semántico y de su inte- gración con los resultados del procesamiento sintác- tico. La primera de ellas forma parte del fascículo fronto-occipital inferior y conecta la parte anterior del área de Broca (parte triangular, área 45 de Bro- dmann) con el lóbulo temporal (área 22 de Brod- mann): conforma el sistema responsable de la asig- nación de significado a las unidades léxicas, sin que sea fácil distinguir en dicho lóbulo temporal la loca- lización de los aspectos léxico-semánticos de la que pudiera corresponder a los aspectos semántico-con- ceptuales. La otra vía ventral forma parte del deno- minado fascículo uncinado y conecta el giro frontal inferior (parte orbital, área 47 de Brodmann) con la parte anterior del lóbulo temporal (área 38 de Bro- dmann), asociada a los procesos combinatorios de carácter semántico, y a su vez extiende esa conexión a zonas posteriores de ese lóbulo temporal superior donde se lleva a cabo la integración de esa informa- ción semántica con la información sintáctica proce- dente del área de Broca por la vía dorsal. Como indi- can Berwick et al. (15), el sistema de las vías ventra- les, decisivo para la comprensión del lenguaje, pre- senta características propias de la interfaz concep- tual-intencional como responsable del tratamiento de la información semántica. Esta es, a grandes rasgos, la maquinaria de nuestra capacidad del lenguaje, en términos de áreas y trac- tos neuronales identificados en la corteza cerebral. Ahora bien, como hemos indicado más arriba, la an- terior descripción no es todavía suficiente para en- tender la forma en que dicha maquinaria opera en el ejercicio de la competencia lingüística. Y aquí es donde el trabajo pionero y muy sugerente de C. Ran- dy Gallistel (14) cambia el foco puesto hasta ahora en los circuitos inter-neuronales y las conexiones si- nápticas para situarlo sobre los procesos molecula- res que ocurren en el ámbito intra-neuronal y se ba- san en el despliegue del código genético (el “lengua- je” del ADN). Una vez delimitado el ámbito del lenguaje –al me- nos, tal como interesa a la investigación cogniti- va– y esclarecida la confluencia, y relativa autono- mía a la vez, de los modelos correspondientes a los tres niveles de explicación, cabe ya considerar la cuestión central de esta presentación, relativa a la aparición y desarrollo del lenguaje humano, donde volverán a confluir dichos niveles de explicación. Lo haremos en dos partes, una dedicada al desarrollo ontogenético y otra al desarrollo filogenético. Figura 4. Áreas y conexiones cerebrales relacionadas con las funciones lingüísticas en el hemisferio cerebral izquierdo. Los números indican las áreas de Brodmann. Abreviaturas: AB: área de Broca; AW: área de Wernicke; CPM: córtex premotor; OF: opérculo frontal; CFI: córtex frontal inferior; CAP: corteza auditiva primaria; CTS: córtex temporal superior.

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