Anales de la RANM

14 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O APARICIÓN Y DESARROLLO DEL LENGUAJE HUMANO José E. García-Albea An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 9 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 21 En lo que respecta al desarrollo humano individual, puede parecer raro hablar del problema de la adquisi- ción del lenguaje, al ser algo que se produce de forma espontánea y muy efectiva, sin que suponga, en tér- minos generales, un esfuerzo especial por parte del infante humano, ni requiera gran demanda atencional o control consciente, ya que, para empezar, se pro- duce en ausencia de instrucción formal alguna o de programas de entrenamiento específico. Sin embar- go, ello no quiere decir que sea algo simple y no su- ponga un logro excepcional del organismo: no quie- re decir, por tanto, que al llevar a cabo tal logro no se esté afrontando –aunque sea de forma tácita y com- pletamente inconsciente– un problema de gran com- plejidad. Es precisamente tarea de la ciencia cognitiva –en esa confluencia de lingüística generativa, psico- lingüística y neurociencia cognitiva– el desvelar di- cho problema y explicitar la forma en que el infante lo resuelve de forma tan eficiente. Según esto, tiene sentido empezar por preguntarnos qué quiere decir adquirir una lengua y tratar así de formular en tér- minos precisos cuál es el problema de la adquisición del lenguaje. De forma sencilla, se podría decir que la adquisi- ción del lenguaje, como cualquier otra adquisición o aprendizaje, entraña un cambio de estado por el que, en un intervalo temporal dado, se pasa de un estado inicial ( EI ), en que no hay indicios de aquello que se va a adquirir, a un estado estable ( EE ), en el que se manifiesta de modo básicamente completo aquel logro o meta a alcanzar, en nuestro caso una lengua particular y concreta. Respecto a ella, el EI sería cero, en el sentido de que no hay ninguna predisposición natural/biológica a adquirir una lengua determinada (ninguna lengua particular es innata); por su parte, el EE de dominar una lengua nos remite a lo ya apun- tado al hablar de la competencia lingüística (vid. 2.1), aplicado a la gramática particular de esa lengua con- creta. Ahora bien, el tránsito del EI al EE se lleva a cabo en el tiempo, en un intervalo aproximado de cinco o seis años, desde el nacimiento –o incluso se puede estimar que dos o tres meses antes– hasta que el infante co- mienza la escuela primaria. Es verdad que durante ese periodo de tiempo, las criaturas están expuestas a un entorno social en el que se usa una lengua (y a veces más de una) y su interacción con ella va a ser determi- nante en la fijación de la lengua que finalmente se va a adquirir. Pero siendo necesaria la contribución de ese factor ambiental, se trataría de ver hasta qué punto es suficiente para dar cuenta cabal del logro individual de adquirir una lengua. Teniendo en cuenta cómo se produce esa adquisición y la complejidad de lo que se adquiere, todo apunta a que el susodicho EI podría distar bastante de ser un rotundo cero, en la misma medida que las gramáticas particulares de las distin- tas lenguas puedan ser consideradas derivaciones de una misma gramática universal ( GU ) que proporcio- naría los principios generales y los parámetros de va- riación en torno a los cuales se configurarían todas la lenguas humanas. En este sentido es en el que Chom- sky (7), ya en 1965, proponía un dispositivo para la adquisición del lenguaje ( LAD por sus siglas en in- glés: Language Acquisition Device ), dependiente de la GU y que servía para caracterizar el EI o estado ini- cial de la facultad del lenguaje ( FL ); y en este mismo sentido es en el que ahora sí se puede decir que dicho EI de la FL constituye una capacidad innata para el lenguaje. Si bien no hay una predisposición natural/ biológica a adquirir una lengua particular determina- da, sí que hay una predisposición natural/biológica a adquirir una lengua sin más, la que finalmente se ad- quiera gracias al input ambiental al que se haya esta- do expuesto. Así pues, el problema de la adquisición del lenguaje viene a ser el de cómo se produce el tránsito de EI a EE o, si se quiere, de cómo se pasa de la GU a la gra- mática particular en que se sustenta la lengua adqui- rida; gramática particular que teóricamente se deri- varía de la GU por un proceso de tipo abductivo (in- ferencia a la mejor explicación) respecto a los datos proporcionados por la lengua del entorno, los cuales a su vez servirían para fijar los valores paramétricos –plausiblemente de tipo binario, al modo de un cua- dro de interruptores– que darían el perfil identifica- tivo de dicha lengua (16). Y tal como ya se ha dado a entender, para resolver el problema parece necesa- rio apelar a dos tipos de factores, el factor biológico y el factor ambiental, articulados de forma tal que el primero lleva el peso propiamente causal del proceso (por el dispositivo innato LAD ) mientras que el se- gundo ejerce más bien un papel de iniciador o dispa- rador que pone en marcha y alimenta la función ge- nerativa del primero. El tema de la adquisición del lenguaje toca tanto a la competencia lingüística (así se refleja en los párrafos anteriores) como a la actuación , y con respecto a ésta es donde se lleva a cabo la investigación psicolingüís- tica sobre el desarrollo de las capacidades del infante y, por lo mismo, el estudio de sus principales etapas. Con ello se pretende dar respuesta a la pregunta de cómo se produce ese desarrollo ( a ) en tiempo real (un tiempo sorprendentemente corto para la complejidad del logro alcanzado), ( b ) con una experiencia reduci- da (ausencia de evidencia negativa mientras la posi- tiva resulta incompleta), ( c ) sin instrucción formal (a falta de una guía explícita y un programa de refuerzos efectivo) y ( d ) según un patrón de desarrollo tan con- sistente (a través de individuos y a través de lenguas y culturas). De cara a ilustrar este desarrollo, hablare- mos primero de las etapas y los logros más significa- tivos por los que pasa el infante en condiciones nor- males, y nos referiremos después a lo que pueda ocu- rrir o dejar de ocurrir en condiciones de experiencia reducida. Lo haremos de forma resumida, remitiendo al lector para un tratamiento más completo a fuentes bibliográficas clásicas como Mehler y Dupoux (17) y Pinker (18), o a los apartados correspondientes de manuales de psicolingüística más recientes como el de Harley (19) o el de Fernández y Cairns (20). Antes de referirnos a las etapas del desarrollo del lenguaje , conviene hacer un par de observaciones. En primer lugar, que el análisis de dicho desarrollo debe incluir tanto la producción como la comprensión del lenguaje. A menudo se tiende a equiparar la adqui- 3. EL PROBLEMA DE LA ADQUISICIÓN DEL LENGUA JE Y EL PATRÓN DE DESARROLLO ONTOGENÉTICO

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