Anales de la RANM

16 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O APARICIÓN Y DESARROLLO DEL LENGUAJE HUMANO José E. García-Albea An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 9 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 21 la lengua de los signos, las etapas del desarrollo en la adquisición de dicha lengua muestran un paralelismo preciso con las del lenguaje hablado, hasta el punto de haberse llegado a identificar un silencioso balbuceo “con las manos” que se corresponde en el tiempo con la fase de balbuceo oral de los que no son sordos (28). En el caso de los ciegos de nacimiento, se comprue- ba igualmente que, pese a la carencia significativa de información sensorial –en este caso, visual– sobre el medio, el desarrollo del lenguaje no sufre ningún re- traso sustancial en comparación con el de los viden- tes (29), con lo que ello supone de logro cognitivo, dadas las limitaciones a superar en la asignación de referentes (significados) a los sonidos del habla que se escuchan. Por último, nos encontramos con un tipo de reduc- ción de experiencia que sí afecta negativamente al de- sarrollo del lenguaje, y además lo afecta de una ma- nera drástica e irreversible. Se trata de lo que podría- mos denominar ‘aislamiento social prolongado’ en un periodo determinado que se viene conociendo desde Lenneberg (11) como periodo crítico para la adquisi- ción del lenguaje. Es el caso de Genie , tan bien docu- mentado y examinado por la lingüista Susan Curtiss (30), encargada de su rehabilitación. Genie fue aisla- da por sus padres al ser considerada deficiente men- tal cuando tenía cerca de un año, encerrada en una habitación donde eventualmente le llegaba comida, pero sin contacto social alguno ni posibilidad de co- municación; y así permaneció hasta los 11 años, en que fue rescatada por orden judicial. A través de toda una serie de pruebas y tratamientos, se comprobó que mientras quedaba descartado el déficit intelectual, el déficit lingüístico era muy pronunciado y difícilmen- te recuperable; y así nunca llegó a dominar la lengua como cualquier nativo consigue hacerlo con 5 ó 6 años. Volvemos, pues, a encontrarnos con que el in- put lingüístico procedente del medio es condición ne- cesaria para el desarrollo del lenguaje, pero siempre supeditado a los procesos de maduración neurobioló- gica (factor interno) del que depende causalmente el desarrollo del lenguaje. La existencia de un periodo crítico para la adquisición del lenguaje pone de manifiesto que dicha adquisi- ción es más el resultado de un proceso de dentro a fuera que de fuera a dentro. De forma análoga al de- sarrollo motor, por ejemplo, el desarrollo del lenguaje viene condicionado biológicamente por un patrón de maduración de las estructuras y conexiones cerebra- les que conforman lo que hemos llamado el órgano del lenguaje, con sus propios ritmos y logros parcia- les y que transcurre en un periodo que se puede ex- tender hasta el inicio de la pubertad, en que se com- pleta la lateralización de funciones hacia el hemis- ferio cerebral izquierdo y la fijación de las conexio- nes a las que nos referimos en un apartado anterior (2.3). Desde la perspectiva del desarrollo cerebral, y haciéndose eco de los datos neurobiológicos disponi- bles, Skeide y Friederici (31) han propuesto un mode- lo de la adquisición del lenguaje con dos etapas prin- cipales: una primera que abarcaría de 0 a 3 años, en la que predominarían procesos guiados por los da- tos ( bottom-up ) que implicarían sobre todo al lóbulo temporal, el córtex premotor y buena parte del siste- ma ventral de conexiones; y una segunda etapa que llegaría hasta el final de la infancia/inicio de la pu- bertad, durante la cual van entrando en acción pro- cesos más bien guiados por estructuras gramaticales en desarrollo ( top-down ) con una implicación mayor del giro frontal inferior izquierdo y del fascículo ar- queado. El progresivo establecimiento de la red de conexiones que sustentan nuestra capacidad para el lenguaje, a lo largo del periodo crítico , lleva a dos ti- pos de resultados: por una parte, se corresponde con una disminución progresiva de la supuesta plastici- dad cerebral que caracteriza inicialmente a nuestras estructuras neuronales; y por otra parte, se configu- ra y consolida el carácter natural y especializado del órgano del lenguaje. En ambos casos, son muy rele- vantes los datos relativos al diferente impacto de las afasias en distintos momentos del desarrollo del len- guaje: en las primeras etapas, en que la plasticidad cerebral es mayor, los episodios afásicos son más pa- sajeros y menos insidiosos, mientras que conforme nos acercamos a la pubertad, y no digamos ya en la edad adulta, los efectos de la lesión cerebral asociada a un cuadro afásico son por lo general más severos y también más selectivos. Pasemos ya a considerar la cuestión filogenética de la evolución del lenguaje, donde nos preguntaremos por el carácter específico de esta capacidad, es decir, en qué medida constituye un rasgo único y exclusivo de nuestra especie. ¿Cuál es el origen del lenguaje? ¿Cómo se desarrolló a lo largo de la historia evolutiva? ¿Fue lenta y paulati- namente o, por el contrario, ocurrió de forma relati- vamente súbita y rápida? ¿Fue algo gradual o se pue- de hablar de una auténtica discontinuidad evolutiva? Estas son las preguntas que primero surgen al tratar de abordar desde una perspectiva filogenética el tema que nos ocupa. Preguntas sencillas y directas, pero difíciles de contestar empíricamente. Por ello mismo, se han prestado a una desbordante especulación y así no sorprende que, en 1865, la Sociedad de Lingüís- tica de París incorporara a sus estatutos un artículo por el que no se aceptaría comunicación alguna que tratara sobre el origen del lenguaje o sobre la crea- ción de una lengua universal. Siglo y medio después, dichas preguntas siguen siendo difíciles de contestar, si bien es verdad que se pueden abordar con más ri- gor científico gracias a tres circunstancias principa- les: a) los avances en la propia teoría de la evolución y su confluencia (‘nueva síntesis’) con los desarrollos de la biogenética; b) los avances en la comprensión de la capacidad humana del lenguaje y su funcionamien- to; y c) los avances en el conocimiento de las bases neurobiológicas del lenguaje. Respecto a estos dos úl- timos puntos, tratados en apartados anteriores, bas- te con insistir en la idea de que una condición fun- damental para abordar el problema de la evolución del lenguaje (origen y desarrollo) es la de precisar lo mejor posible de qué estamos hablando cuando ha- blamos de ‘lenguaje’. Es la idea propulsora del pro- grama de la biolingüística, tal y como se deriva de la 4. LA APARICIÓN DEL LENGUAJE EN LA HISTORIA EVOLU- TIVA (PERSPECTIVA FILOGENÉTICA)

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