Anales de la RANM
23 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O LA COMUNICACIÓN GESTUAL. TEORÍA DE LA MENTE Y NEURONAS ESPEJO Emilio García García XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 22 a 33 La comunicación gestual son comportamientos comu- nicativos y cooperativos perceptibles preferentemente por el canal visual, como las expresiones faciales, las miradas, las posturas corporales, los ademanes con las manos, los movimientos de piernas, de cabeza, que es- tán en gran medida determinados por la genética. Los seres humanos nos comunicamos gracias al len- guaje, pero también mediante gestos. Más aún, para comprender cómo los seres humanos nos comunica- mos mediante el lenguaje, y adquirimos las competen- cias lingüísticas, debemos comprender primero la co- municación gestual. La comunicación lingüística fue posible cuando dominamos los gestos naturales, y con- seguimos una infraestructura de intencionalidad com- partida, junto con la capacidad de aprendizaje cultural en un contexto cooperativo. Señalar valiéndose de la mirada, del dedo índice, de las manos o haciendo mímica serían las primeras formas de comunicación específicamente humanas. Estos ges- tos naturales resultaron críticos en la evolución de la co- municación humana, tanto desde la perspectiva filoge- nética como ontogenética. Los infantes humanos se sir- ven de gestos antes de poder hablar, y probablemente en el proceso de evolución del ser humanos los homínidos utilizaron gestos antes de conseguir el lenguaje. Gestos como señalar nos resultan completamente na- turales y claros en sus mensajes. Los niños antes de ad- quirir el lenguaje comprenden y utilizan el gesto de se- ñalar, bien para solicitar algo, que se denominan gestos protoimperativos, o bien para proporcionar alguna in- formación, que son gestos protodeclarativos. También los adultos nos servimos de la mímica cuando el len- guaje vocal no es funcional, por ejemplo, en situacio- nes ruidosas, o cuando no comprendemos el lenguaje del interlocutor. Desde la perspectiva filogenética, cabe pensar que la comunicación humana se plasmó primero en gestos naturales, como el señalar y la mímica. El señalar se basa en la tendencia natural de los humanos a seguir la dirección de la mirada de los otros hacia objetivos externos; y la mímica se fundamenta en la tendencia natural de los humanos a interpretar las acciones de los otros intencionadamente, es decir, atribuyendo a la otra persona estados mentales, como intenciones, pen- samientos y sentimientos. Cuando nos comunicamos los seres humanos informa- mos intencionalmente a otros en un contexto de coo- peración. La comunicación lingüística se basa en un código simbólico, abstracto y convencional, que trans- mite directamente el significado, pero para compren- der la comunicación lingüística es preciso recurrir a una comunicación previa, no codificada ni conven- cional, como son los gestos naturales y espontáneos. Cuando nos comunicamos verbalmente acompañamos la comunicación con gran cantidad de gestos, incluso cuando no nos ve el interlocutor, como ocurre cuando hablamos por teléfono con alguien no presente. Estos gestos se emplean para reforzar, acompañar o sustituir el proceso de comunicación. Los humanos utilizamos gestos para llamar la atención de un receptor hacia algo que está situado en el en- torno perceptual inmediato, son los gestos deícticos; o bien para orientar al receptor hacia algo que no está disponible en el entorno inmediato, lo que se consigue mediante ciertos comportamientos, como simulación de una acción u objeto: estos son los gestos icónicos. El gesto prototípico de señalar es con el dedo índice, y está presente en todas las sociedades conocidas, si bien se dan variaciones y en algunas culturas se señala con la barbilla o labios. Los gestos icónicos o mímica, tam- bién se denominan descriptivos, figurativos, represen- tacionales o simbólicos, y también son universales. El emisor imita una acción con las manos o el cuerpo, con el propósito de hacer que el receptor imagine un obje- to o acción que no está presente en ese momento. En todos los gestos comunicativos tiene que estar presente una atención conjunta y una intención comunicativa en una situación de cooperación. Todos los seres humanos, y sólo los humanos, utiliza- mos estos dos tipos de gestos naturales. M. Tomasello describe el modelo cooperativo de comunicación hu- mana con las siguientes características: a) los emisores y receptores generan una intención conjunta orienta- da a una comunicación eficaz; b) los actos comunica- tivos entre seres humanos se fundamentan en la aten- ción conjunta, y en la comprensión también conjun- ta de la situación; c) los actos de comunicación tienen móviles prosociales, como informar a otros acerca de algo para ayudarles, o compartir con ellos emociones y actitudes sin esperar nada a cambio; d) en todas estas circunstancias, los seres humanos abrigan el supuesto de que hay cooperación entre los participantes; e) las convenciones lingüísticas –cumbre de la comunicación humana- son esencialmente normas compartidas, en el sentido de que los participantes saben que entre ellos se utilizan las convenciones de la misma manera (3). La comunicación lingüística propiamente dicha, las convenciones arbitrarias sólo pudieron surgir en el curso de la evolución, en los contextos de actividades de colaboración, en las cuales los participantes com- partían la atención y las intenciones conjuntas propias de la comunicación gestual. Los lenguajes convencio- nales tienen a la base los gestos que ya se compren- dían, y luego reemplazaron el señalamiento y la mími- ca por una historia de aprendizaje social compartido. Este proceso fue posible gracias a las aptitudes exclu- sivamente humanas para la imitación y el aprendiza- je cultural, que permitieron a los individuos aprender de otros y reconocer sus estados intencionales, pen- samientos y sentimientos. En algún momento de esta trayectoria evolutiva, los seres humanos comenzaron a crear y transmitir las invenciones culturales, particu- larmente las convenciones gramaticales organizadas en complejas construcciones lingüísticas, que codificaban tipos de mensajes más complejos para utilizar en situa- ciones comunicativas que se repetían (4). Para dar cuenta del origen de las más de 6.000 diferen- tes lenguas existentes que utilizamos los seres huma- nos, tenemos que postular también procesos histórico- culturales durante los cuales determinadas formas lin- güísticas se convencionalizaron en determinadas co- munidades, y suponer que secuencias de esas formas convencionales se gramaticalizaron como construccio- COMUNICACIÓN GESTUAL
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