Anales de la RANM

24 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O LA COMUNICACIÓN GESTUAL. TEORÍA DE LA MENTE Y NEURONAS ESPEJO Emilio García García An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 22 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 33 nes gramaticales propiamente dichas, que se transmi- ten a las nuevas generaciones mediante el aprendizaje cultural. Esta explicación de la comunicación humana, gestual y lingüística, según M. Tomasello, cuestiona la tesis chomskiana, puesto que concibe los aspectos más fundamentales de la comunicación como adaptacio- nes biológicas para la interacción social y cooperación, mientras que las dimensiones más netamente lingüís- ticas, incluyendo la gramática, son construidas cultu- ralmente y transmitidas por las comunidades lingüís- tica individuales. La psicología popular asume que las personas tienen mente, y que el comportamiento de las personas se debe a lo que tienen en su mente. La mente, entendida como un sistema de conocimientos e inferencias que permite interpretar y predecir la conducta de los de- más, merece el calificativo de “teoría”, puesto que no es directamente observable y sirve para predecir y mo- dificar el comportamiento. En cierta medida se puede comparar con los conceptos y teorías que emplean los científicos para explicar, predecir y modificar el campo de realidad que estudian. Las teorías de los científicos tampoco son observables, pero permiten explicar una determinada realidad. En este caso lo que explican y predicen es nuestro comportamiento y el de otras per- sonas. Atribuir mente a otro es una actividad teórica, pues no se puede observar su mente, pero a partir de esa atribución se interpretan los comportamientos y se actúa adecuadamente. Teoría de la mente hace referencia a la capacidad de “leer la mente”, de “mentalizar”, de suponer lo que está pensando y sintiendo la otra persona, de comprender y prever su comportamiento. Cuando leemos la mente de otro estamos suponiendo sus estados mentales, sus intenciones, pensamientos y sentimientos y, por tan- to, somos capaces de anticipar lo que va a hacer. Cap- tamos lo que pasa por la mente de otros valiéndonos de conceptos, conocimientos y razonamientos para en- tender y predecir su conducta. Tenemos un acceso re- flexivo, consciente y lingüístico a la mente. Suponemos las intenciones, creencias, deseos y sentimientos del otro porque nuestro cerebro, dotado de sistemas neu- rales en módulos específicos, nos permite construir teorías acerca de las otras personas. Esta capacidad de predecir y explicar la conducta tiene éxito y es condi- ción necesaria para que las relaciones interpersonales y el mundo sociocultural sean posibles y tengan sentido. Las teorías modulares de la mente han propuesto mó- dulos cerebrales innatos y específicos, para explicar los procesos de mentalización (5). Tradicionalmente se ha hecho hincapié en determina- dos factores, como posición bípeda, conformación de la mano, fabricación de herramientas y útiles, como las fuerzas impulsoras en el proceso de hominización. Se ha destacado la importancia de lo que podemos llamar inteligencia técnica o capacidad para fabricar instru- mentos y medios con objeto de satisfacer necesidades de supervivencia, caza, defensa, cobijo, etc. Pero más importante y decisivo en la filogénesis de la mente pro- bablemente fue la capacidad para resolver los proble- mas de orden social, la inteligencia social, como motor del proceso de hominización y desarrollo de la men- te. La inteligencia social sería la fuerza determinante en la conquista de superiores niveles de inteligencia y desarrollo de la mente. La vida en grupo de nuestros antepasados, como constatamos en los primates actua- les, planteaba problemas muy complejos que requerían alto grado de cooperación, colaboración y organiza- ción para la caza, defensa y ataque frente a otros, la di- visión del trabajo, jerarquía y orden social, relaciones sexuales y pautas de crianza, etc. Enfrentarse con es- tas demandas sociales requería capacidades mentales complejas. La mente habría evolucionado ante la pre- sión, precisamente, de la exigencia de la vida en grupo. Esas conquistas mentales podrían aplicarse, después, a otras situaciones problemáticas del mundo físico (6). La hipótesis de la existencia de dos grandes tipos o do- minios de mente, la física y la social, ha recibido con- firmación desde diferentes ámbitos. Premack y Woo- druff, en 1978, publicaron un trabajo clave sobre la teoría de la mente de los chimpancés. La cuestión se planteaba así: ¿tiene el chimpancé una teoría de la mente? Los antropoides superiores no hablan sobre la mente, ni elaboran teorías sobre la mente, ni expresan verbalmente sus pensamientos, deseos o sentimientos; pero puede que sí atribuyan mente a otros individuos de su misma especie o próximos, como el hombre. Los seres humanos a determinadas edades tempranas tam- poco hablan sobre la mente, ni son conscientes de que tienen mente, y sin embargo sí atribuyen mente a los demás (7). Para estudiar las atribuciones o inferencia de estados mentales que los chimpancés pueden hacer, Premack y Woodruff realizaron ingeniosos experimentos, que se han seguido desarrollando en investigaciones pos- teriores con primates. Por ejemplo, se mostraba a Sa- rah, una chimpancé adulta, una serie de escenas graba- das en vídeo, en las que un ser humano se enfrentaba a distintos problemas. Algunos eran sencillos, consis- tían en situaciones en las que determinado alimento era inaccesible como plátanos escondidos, o fuera del alcance del sujeto. Otros problemas eran más comple- jos: mostraban a un sujeto encerrado en una jaula de la que no podía salir, o tiritando de frio porque se le había apagado el calentador. Con cada cinta se le pre- sentaban al chimpancé varias fotografías, una de ellas tenía la solución al problema planteado: un palo para los plátanos inaccesibles, una llave para la situación de encierro, una cerilla para encender el calentador. Sarah elegía sistemáticamente la fotografía adecuada. Sarah resolvía los problemas, pero parecía hacer mucho más: era capaz de identificar los problemas que se represen- taban en las grabaciones de vídeo, captaba que el per- sonaje tenía un problema, le atribuía intención o deseo de solucionarlo, y predecía lo que tenía que hacer para superarlo. Ser capaz de darse cuenta de que alguien tie- ne un problema, que quiere solucionarlo, y que deter- minado procedimiento es el adecuado, parece que im- plica capacidades mentales muy complejas, y Sarah pa- recía resolverlo. En el estudio sobre teoría de la mente el engaño ocu- pó, desde sus inicios, un lugar privilegiado. Cuando un individuo engaña está suponiendo pensamientos y TEORÍA DE LA MENTE

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