Anales de la RANM
26 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O LA COMUNICACIÓN GESTUAL. TEORÍA DE LA MENTE Y NEURONAS ESPEJO Emilio García García An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 22 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 33 el protagonista se comportará según su creencia falsa. Entre los cuatro y cinco años los niños ya no tienen di- ficultad para resolver la tarea. En el primer ejemplo el niño tiene un conocimiento verdadero de dónde está escondido realmente el chocolate, pero el otro niño, Juan, tiene una creencia falsa, Juan actuará en función de su creencia equivocada y buscará en la caja don- de pensaba que estaba el chocolate, cuando realmente el niño sabe que no está ahí. Para responder correcta- mente a las preguntas de dónde buscará Juan, el niño debe saber que los demás tienen pensamientos y de- seos, y que se comportan a partir de ellos, y que esos pensamientos pueden ser verdaderos o falsos, y que la gente se comporta según sus pensamientos y creencias y no conforme a la situación real de los hechos. Ade- más, el niño es capaz de separar sus propias creencias de las creencias que tiene Juan, que está equivocado. Diferencia entre contenido proposicional: "el choco- late está realmente en ..." de la actitud proposicional: "Juan cree que el chocolate está en ..." (13). En otro experimento, también diseñado por Perner y colaboradores, se muestra al niño un envase de cara- melos bien conocido y se le pregunta qué hay dentro. El niño responderá que caramelos. Luego se le hace ver que el envase, aunque normalmente tiene caramelos, ahora contiene un lápiz. Entonces se le pregunta qué responderá un compañero de clase, que todavía no ha visto lo que realmente contiene el envase, cuando se le pregunte lo que hay dentro. El niño puede responder acertadamente basándose en las creencias que tienen sus compañeros y dirá que contiene caramelos, o erró- neamente a partir del estado actual y dirá que contie- ne lápices. Muchas investigaciones llevan a concluir que entre cua- tro y cinco años los niños desarrollan un sistema cog- nitivo lo suficientemente elaborado como para com- prender y explicar la propia conducta, y la de otras per- sonas, a partir de las intenciones, creencias y deseos, y también la capacidad de inferir creencias falsas y a par- tir de ellas predecir la conducta en una situación con- creta. La teoría de la mente es un sistema cognitivo que sirve para comunicarse adecuadamente con otras per- sonas, para colaborar con ellas, intentando lograr obje- tivos comunes, y también para engañar procurado mo- dificar las creencias de alguien de modo que haga algo que le interesa. La teoría de la mente como sistema de conocimientos e inferencias que atribuye intenciones y sentimientos como causa de los comportamientos hu- manos, es capaz de comprender el engaño, la mentira o la creencia equivocada, y también sirve para engañar y manipular a otros. La capacidad de engañar, de in- ducir creencias falsas en la mente de otros para apro- vecharse en beneficio propio de sus actos, es un buen indicador de la existencia de una teoría de la mente. La capacidad de engañar parece ser incluso criterio más adecuado que la capacidad de reconocer el engaño. Los niños hasta la edad de cuatro años no son capaces de engañar, porque no comprenden todavía que la mente es un sistema representacional que se puede manipular con determinados objetivos. Existe abundante investi- gación sobre el engaño táctico en niños entre los cua- tro y cinco años (14). El ser humano pasa por una serie de etapas en el desa- rrollo y conformación de su teoría de la mente. Desde los primeros momentos cuando el bebé no tiene una teoría de la mente, a la adolescencia en que esa teoría está plenamente conformada se da un proceso gradual. Desde los primeros días de vida, el bebé sabe muchas cosas sobre el mundo, los objetos y sus propiedades, las personas, los acontecimientos y relaciones. El ser hu- mano nace con pautas o disposiciones para procesar la información relevante del medio; tiene una mente físi- ca, una mente social, una mente lingüística, una men- te musical, espacial…, que le capacita para responder eficaz y adaptativamente a las exigencias en los respec- tivos dominios. Desde el nacimiento los niños procesan de manera dis- tinta la información procedente del entorno humano o del entorno físico. Al nacer los niños disponen de al- gún tipo de conocimiento estructural sobre los rostros humanos, a modo de predisposición innata. Los bebés diferencian y prefieren los estímulos sociales a los no sociales. Bebés de unos días pueden discriminar entre el rostro de su madre y el de un extraño. También un recién nacido distingue la voz de su madre de otros so- nidos. Al bebé le sobresaltan ruidos repentinos y brus- cos. Le tranquiliza la música rítmica. Pero a lo que más atiende es a las voces humanas. Puede dejar de llorar al escuchar la voz de su madre. Mueve las piernas con ex- citación cuando le habla. En torno al año, antes del lenguaje, los niños realizan interacciones comunicativas con clara intencionalidad. A esta edad el niño puede resolver un problema: al- canzar un juguete que está fuera de su alcance valién- dose de un rastrillo, por ejemplo; pero también puede indicar a otra persona que le acerque el juguete. En el primer caso realiza una acción inteligente utilizando un instrumento para conseguir un resultado; se trata de una inteligencia sensomotriz que con tanta finura y profundidad estudió Piaget y ya lo podía hacer el niño a edades anteriores, a los 8 meses. Pero al requerir a otras personas para que le solucionen un problema, el niño de un año realiza una acción inteligente distin- ta: sigue utilizando la estructura medios-fines para re- solver un problema, pero las acciones que ahora reali- za suponen un conocimiento, no como antes sobre ob- jetos físicos y sus relaciones mecánico-causales, sino un conocimiento sobre las personas y cómo influir en ellas para conseguir algo. Utilizar un rastrillo o utili- zar un gesto son cosas muy distintas. Los gestos su- ponen una comprensión práctica de cómo funcionan las personas en las interacciones sociales: indican en la mente del niño una competencia en psicología intuiti- va para predecir y manipular el comportamiento de los demás; una teoría de la mente en el infante que toda- vía no habla. La mirada o los gestos constituyen medios no lingüísti- cos de comunicación que dirigen la atención del desti- natario hacia un tema que interesa. Los bebés van con- siguiendo, a través del contacto ocular primero y de los gestos de señalar después, llamar la atención de otros. La coordinación del contacto ocular y del acto de se- ñalar lleva a la comunicación ostensiva prelingüística. Podemos distinguir dos tipos de actos comunicativos prelingüísticos: los protoimperativos y protodeclarati- vos. Los protoimperativos implican servirse del gesto o la mirada para conseguir algo, dirigiendo la solicitud -no verbal- a otro. Algo así como "dame ese juguete”,
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