Anales de la RANM

30 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O LA COMUNICACIÓN GESTUAL. TEORÍA DE LA MENTE Y NEURONAS ESPEJO Emilio García García An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 22 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 33 do ve a otro realizar una acción, se provoca en el cerebro del observador la acción equivalente, evocando a su vez la intención y emoción con ella asociada. El sujeto, así, pue- de atribuir a otro la intención y emoción que tendría tal acción si la realizase él mismo. Se entiende que la lectura que alguien hace de los estados mentales del otro es, en gran medida, atribución desde las experiencias propias. Si alguien entiende la acción de otra persona es porque tiene en su cerebro un modelo para esa acción, basado en sus propias experiencias. La observación de alguien emocionado provoca una reacción de sistemas neurales especulares, de modo que el observador vivencia en su cerebro similar emoción, el observador siente y experi- menta directamente el mismo estado emocional, ya que comparten el mismo estado neural (28). La alegría, la tristeza, el dolor, el miedo, la ira, el asco, la sorpresa son emociones susceptibles de ser compartidas por quien las observa. Cuando vemos a una persona son- riente, inmediatamente sintonizamos con su estado emo- cional, y parece que nos contagiamos de su alegría. Cuan- do vemos a otra persona en apuros, parece que incons- cientemente simulamos tales apuros en nuestra mente, como si sintiéramos las sensaciones negativas de la otra persona, y ello nos llevara actuar para aliviar su situa- ción. Las investigaciones demuestran que respondemos a las emociones, alegría, tristeza, dolor de los demás con análogos patrones fisiológicos de activación, como si nos ocurriera a nosotros. Literalmente sentimos los estados emocionales de los demás como si fueran propios. La ca- pacidad de simular lo observado tiene una especial rele- vancia para la interacción social, creando un espacio de acción compartido, necesario para las relaciones interin- dividuales. El mecanismo de las neuronas espejo encarna en el plano neural la modalidad del comprender desde una perspectiva pragmática, antes de la mediación con- ceptual y lingüística, posibilitando la empatía, la intersub- jetividad y hasta el comportamiento moral. Cuando vemos una persona con gesto alegre, triste, ai- rado, se nos trasmite a través de su mímica la sensación de entender lo que le está pasando, anticipamos lo que está sintiendo y lo que cabe esperar de él. Mientras que el reflejo especular de los sentimientos escapa a nues- tro control voluntario, es más fácil suprimir la imitación de los movimientos. En un estudio se presentó una se- rie de retratos de caras alegres y neutras, con la instruc- ción de que no hicieran ningún gesto al verlas. A prime- ra impresión parecía que los probandos no hacían nin- gún gesto. Pero tenían implantados unos sensores para registrar las tensiones de sus músculos faciales, y cada vez que aparecía un rostro alegre saltaba la alarma: los probandos habían sonreído si bien de forma impercep- tible. La observación de las fotografías solo duraba unos 40 milisegundos, apenas el tiempo para una percepción consciente. Cabe plantearse por qué nos falla en estos casos el control voluntario Cuando vemos a alguien in- clinarse para atarse los zapatos no reproducimos auto- máticamente sus movimientos. Ello sólo ocurre en de- terminados pacientes con deterioro cerebral grave que imitan los comportamientos de los demás, como la eco- praxia. Esta patología no sólo representa un síntoma de enfermedad cerebral, también es una prueba de que re- producimos interiormente los movimientos que obser- vamos, y que en condiciones normales evitamos su ejecu- ción. Precisamente los mecanismos inhibidores no fun- cionarían en los afectados de tal patología. Otra emoción muy estudiada es el asco y rechazo. La visión de expresiones faciales de asco provoca en el ob- servador la activación de la región anterior de la ínsu- la, por lo que la activación de esta área cerebral es críti- ca, no sólo para desencadenar sensaciones y reacciones de asco, sino también para percibir un estado emotivo semejante en la cara de otras personas. Los daños en la ínsula provocan en los que lo padecen incapacidad de sentir asco, pero también de reconocer expresiones tanto visuales como sonoras de asco en los demás. De esto se deduce que la experimentación de asco y la per- cepción del asco en los demás tiene un sustrato neuro- nal común en la región anterior de la ínsula izquierda, y en la corteza cingular derecha. La emoción de dolor también ha sido investigada. La ín- sula y la corteza cingular anterior se activan, tanto si se experimenta el dolor como si se observa a otro que lo pa- dece. En una investigación se estudiaron 16 mujeres, cu- yas parejas recibían descargas eléctricas. Cuando las par- ticipantes creían, por error, que se estaba causando dolor a sus seres queridos, se activaban sus propias áreas de do- lor, registradas mediante RMF. Se activaban especialmen- te la parte anterior de la ínsula y del cortex cingular an- terior. La activación era tanto mayor cuanta más empa- tía había manifestado la mujer examinada en el cuestio- nario previo. En la empatía experimentada ante situacio- nes emotivas influyen factores de tipo cognitivo y social como la proximidad y familiaridad con la persona obser- vada. De otra manera, depende de la educación y de la ex- periencia. La empatía no es únicamente una reacción ins- tintiva, innata. En el estudio comentado, las mujeres exa- minadas no podían ver la cara de su pareja, ni las expre- siones de dolor, ni oír sus lamentos. Sólo a través de pistas más indirectas podían inferir si su pareja había recibido las descargas. Se requería procesos cognitivos superiores de imaginación e inferencia. Así pues, los procesos lógi- cos no necesariamente suponían una perdida de la empa- tía, sino que la posibilitaba e incrementaba (29). Los sistemas de neuronas espejo posibilitan compren- der los estados mentales de otros, sus intenciones, pen- samientos, emociones y también sus recuerdos. Cabe pensar que las redes de neuronas espejo están muy in- terconectadas y distribuidas por todo el cerebro, desde las áreas prefrontales a las temporales, desde los sistemas más ejecutivos y sensomotores a los memorísticos y emo- cionales del sistema límbico. Las redes de neuronas espe- jo en las áreas temporales, responsables de los aprendiza- jes y memorias, se activarían también en los recuerdos. Al realizar una acción en un contexto determinado, se acti- varían redes neuronales que codifican el recuerdo o me- moria episódica. Cuando recordamos una experiencia se activarían esas mimas redes neuronales (30). Entendemos, sentimos y compartimos las emociones de los demás gracias a nuestros sistemas de neuronas espe- jo, que se activan cuando vemos los gestos de otra per- sona. Las neuronas espejo nos brindan una simulación irreflexiva y automática de las expresiones faciales de los demás, y este proceso de simulación no requiere un re- conocimiento explícito consciente y deliberado de la ex- presión. Al mismo tiempo, los sistemas de neuronas es- pejo comunican con los centros emocionales del sistema límbico. La activación de las redes neuronales del siste- ma límbico permite sentir las emociones asociadas con las expresiones faciales observadas, la felicidad que se

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