Anales de la RANM

36 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O BASES NEUROBIOLÓGICAS DE LA MÚSICA Francisco José Rubia Vila An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 34 XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina a 40 melodía, mientras que en operaciones similares con ex- tirpación del las mismas regiones del lóbulo temporal izquierdo este problema no apareció. El análisis armó- nico parece ser también función de las regiones audi- tivas del hemisferio derecho. Curiosamente, los músi- cos profesionales utilizan más en la percepción de las melodías el hemisferio izquierdo y se ha comprobado que con el entrenamiento en música, la dominancia ce- rebral para la percepción de la melodía se desplaza del hemisferio derecho al hemisferio izquierdo. El hemisferio izquierdo es asimismo más apropiado para la percepción del ritmo. Esto indica que la percep- ción de la armonía y la percepción del ritmo utilizan áreas distintas del cerebro. Los músicos saben muy bien que hay personas que tienen una capacidad de percep- ción armónica brillante, pero son poco dotados para la percepción del ritmo y viceversa. El análisis con modernas técnicas de imagen cerebral, como la tomografía por emisión de positrones o la re- sonancia magnética funcional han mostrado que el sus- trato neurológico del lenguaje y el de la música se sola- pan. Se ha podido comprobar, como hemos dicho, que el hemisferio derecho atiende a los aspectos melódicos de la música y el izquierdo a los aspectos rítmicos. Las estructuras del sistema emocional o límbico que pro- cesan las emociones en el hemisferio derecho se acti- van cuando sujetos voluntarios se imaginan la música. El hemisferio derecho también es más sensible para la armonía. Utilizando un test de entrenamiento para piano con- sistente en ejercicios para los cinco dedos se ha podi- do mostrar que la corteza motora muestra cambios en minutos de práctica. Y midiendo el flujo sanguíneo re- gional en diferentes partes del cerebro se observó un aumento de la actividad en los ganglios basales y en el cerebelo, así como en diversas partes de la corteza cere- bral, y no sólo con el ejercicio físico, sino también con la práctica mental de esos ejercicios. Esto significa que el cerebro es plástico y cambia con la actividad del organismo. Como ejemplo se puede refe- rir que el área que ocupa la mano izquierda en la corte- za motora del cerebro de los violinistas es mayor que en las personas que no tocan ningún instrumento. También se sabe que en músicos profesionales con oído absoluto se ha podido constatar que tienen un plano temporal más grande que en personas normales. El pla- no temporal es una región del lóbulo temporal que es importante para la comprensión del lenguaje. Asimis- mo, la mitad anterior del cuerpo calloso, que une am- bos hemisferios, también es mayor en músicos que co- menzaron su entrenamiento antes de los siete años de edad, que en personas normales. Se conoce asimismo que los músicos profesionales utilizan más el hemisfe- rio izquierdo que los no músicos. Con técnicas de ima- gen cerebral se ha podido constatar que cuando los pro- fesionales comienzan a aprender música el hemisferio derecho está más activo que el izquierdo, pero a me- dida que van aprendiendo y perfeccionando su músi- ca el hemisferio izquierdo también se activa. Esto está de acuerdo con el hecho que los músicos profesionales analizan más la música mientras que los no profesiona- les se contentan con gozar simplemente de la melodía. Como dijimos antes, es necesario señalar que las áreas que se activan con la música se solapan con las que se activan durante el lenguaje. Curiosamente, la imagi- nación de una pieza musical, tanto como su escucha, hace que se activen las mismas áreas. El canto, que implica tanto la música como el lengua- je, parece involucrar ambos hemisferios si hay pala- bras por medio, pero el canto sin palabras depende más del hemisferio derecho. Respecto al sexo, parece bien establecido que la late- ralización de funciones en los hemisferios es más acu- sada en el hombre que en la mujer. Las diferencias en tareas verbales, matemáticas, sociales y visuo-espa- ciales (orientación en el espacio guiada por la visión) entre hombre y mujer se deben en parte a esas dife- rencias en la lateralización de funciones. Personas en- trenadas musicalmente muestran diferencias: mien- tras que en hombres el hemisferio derecho es domi- nante para analizar secuencias de tonos, en mujeres son ambos hemisferios los implicados. Una cuestión importante es la del origen de la músi- ca. En el libro de Charles Darwin de 1871 “El origen del hombre y la selección en relación al sexo”, éste de- cía: “parece probable que los progenitores del hom- bre, sean hombres o mujeres, o ambos sexos, antes de adquirir el poder de expresar el amor mutuo en lenguaje articulado, intentaron hechizarse uno al otro con notas musicales y ritmo”. Darwin se dio cuenta de la ubicuidad de la música en todas las culturas co- nocidas, el desarrollo espontáneo de las capacidades musicales en los niños y la manera en la que provo- ca fuertes emociones, antes de concluir: “Todos estos hechos con respecto a la música y al lenguaje apasio- nado se hacen inteligibles hasta cierto punto si asu- mimos que los tonos musicales y el ritmo se utiliza- ron por nuestros antecesores semihumanos durante el período del cortejo”. Tanto la música como el lenguaje están presentes en todas las sociedades humanas que hoy existen, y los arqueólogos afirman que ambas estuvieron también presentes en las sociedades prehistóricas. Ambas po- seen una estructura jerárquica que consiste en ele- mentos acústicos, palabras o tonos respectivamen- te, que se combinan para formar frases, expresiones o melodías, aunque la naturaleza de esas unidades es diferente en el lenguaje, que son símbolos, mientras que en la música no. El lenguaje, sea hablado, escrito o por gestos, se utiliza como medio de comunicación de ideas o conocimientos; la música, sin embargo, es un sistema de comunicación no referencial, y aunque no nos comunique nada sobre el mundo, puede tener y tiene un impacto profundo sobre nuestras emociones. Por tanto, o el lenguaje se deriva de la música, o am- bos, lenguaje y música se desarrollaron en parale- lo, o existió un precursor de ambos, una especie de ‘musilenguaje’, como, hipotéticamente, así se le ha llamado. SOBRE EL ORIGEN DE LA MÚSICA

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