Anales de la RANM

37 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O BASES NEUROBIOLÓGICAS DE LA MÚSICA Francisco José Rubia Vila XV Curso de fundamentos moleculares de la Medicina An RANM · Año 2018 · 135(02) · Supl.01 · páginas 34 a 40 La música, aparte del placer que reporta, puede conside- rarse un medio de comunicación y, como tal, el nivel sis- témico más importante para la evolución de la comuni- cación es la socialidad, o mejor, la evolución del sistema social. El contexto social ha sido considerado por los pri- matólogos un desafío más importante para la inteligencia de los primates que las tareas manuales. Las habilidades desarrolladas para solucionar los compli- cados problemas de las relaciones sociales son más so- fisticadas que las requeridas para la manipulación de los objetos y herramientas. Por ello hoy día se acepta que el factor más importante para la selección de la inteligencia de los primates ha sido la socialidad, o sea las relaciones sociales. El lenguaje es un ejemplo característico de estas relacio- nes y, dado, como hemos visto, la supuesta evolución con- junta del lenguaje y de la música, es de suponer que al igual que aquél, ésta está también relacionada con la evo- lución de los sistemas sociales. El músico ruso Vissarion Shebalin, el año 1953, a la edad de 51 años, sufrió un derrame cerebral en el lóbulo tem- poral izquierdo que le paralizó la mano derecha, la parte derecha de la cara y trastornó el lenguaje, pero su labor de compositor continuó sin problemas, terminando su quinta sinfonía en 1963, poco antes de su tercer ataque de apoplejía que lo llevó a la tumba. El neuropsicólogo ruso Alejandro Luria informó sobre este caso en el Journal of Neurological Science en 1965 diciendo que era una prueba de que la música y el len- guaje eran dos sistemas separados en el cerebro. Si realmente la música y el lenguaje están separados, ¿existe también la posibilidad que se dé el lenguaje sin la música? Efectivamente esto es así. Se han referido casos de amusia, o sea, incapacidad de entender y/o producir música, pero con conservación del lenguaje. Sin embar- go, también puede producirse una afectación tanto del lenguaje como de la música. El compositor francés Maurice Ravel que en 1927 em- pezó a escribir tonterías, y en 1928 tocando su Sonatina en Madrid, saltó desde el primer tiempo al final, mostró muchas dificultades en la motricidad y en el lenguaje, así como se vio impedido para escribir o tocar una sola nota de música. En este caso, ambos sistemas, la música y el lenguaje, se vieron afectados. A fin de cuentas, en el canto, como antes dije, lenguaje y música están unidos. Los pacientes que sufren de amusia, que aunque tengan una incapacidad para percibir la música su capacidad lingüística permanece intacta, suelen tener lesiones en los lóbulos temporales derecho o izquierdo. Sin embar- go, los que mantienen su capacidad musical, pero pier- den las lingüísticas, suelen sufrir lesiones sólo en el ló- bulo temporal derecho. Se sabe que en el lenguaje, la sintaxis, la semántica, el análisis de los fonemas o la prosodia se localizan en lu- gares distintos del cerebro. Igualmente, en la música la melodía, el timbre o el ritmo también ocupan lugares distintos pudiendo sufrir un paciente con lesión cere- bral la pérdida de uno de estos componentes, conser- vando los demás. Un caso especial que muestra la separación de música y lenguaje en el cerebro desde épocas muy tempranas de la vida es el de los llamados ‘músicos sabios’, niños que son muy deficientes en sus capacidades lingüísticas, pero que tienen una musicalidad normal, o incluso excelente, como ocurre, por ejemplo, en el síndrome de Williams (Figura 4). Estos músicos sabios poseen capacidades con las que cualquier persona puede soñar: un oído absoluto, una percepción finísima, una capacidad enorme de repre- sentación acústica, y una memoria musical excepcio- nal. Suelen tener estos músicos sabios lesiones en el hemisferio izquierdo, por lo que se supone que se des- inhiben funciones del hemisferio derecho. Ahora bien, de la nada no puede surgir nada, lo que quiere decir que la capacidad cerebral de estos enfer- mos, que supera con mucho las capacidades habitua- les de personas normales por lo que respecta a la me- moria o a la capacidad de cálculo o a la musicalidad, debe ser también una capacidad que todos tenemos, pero que está normalmente inhibida por funciones adquiridas más tarde en la evolución. LA MÚSICA COMO COMUNICACIÓN SOCIAL MÚSICA Y LESIONES CEREBRALES EL SÍNDROME DE WILLIAMS Figura 4. Niño con el síndrome de Williams

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