Anales de la RANM
57 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 HISTORIA DE LAS PRIMERAS LARINGECTOMÍAS Joaquín Poch Broto An RANM · Año 2019 · número 136 (01) · páginas 54a 64 No da más explicaciones y a continuación la larga me- moria prosigue con una buena descripción de la posi- ción de las cuerdas en los registros de pecho, cabeza y falsete y enuncia, con 100 años de adelanto, algo muy parecido a la teoría mieloelástica de la fonación. En ese momento le interesa mucho más explicar cómo funcio- na la laringe que perderse en comentarios acerca del es- pejito. En su autobiografía, escrita a los 85 años, se re- crea algo más en el laringoscopio y su incubación men- tal. En una entrevista concedida a García Tapia (11) en Londres, en su centenario, da una clave fundamental de su primer éxito autoscópico: “Yo tengo un gañote muy dócil que me permitió esta maniobra sin protestas”. Porque efectivamente García, realizó las primeras ob- servaciones sobre su propia laringe, luego utilizaría, sin duda, la de sus alumnos; y no debió tener grandes dificultades de observación, ya que en general, la ob- servación de la laringe del cantante lírico profesional no suele ofrecer dificultades. La comunicación de García en Londres, se recibió con la natural indiferencia en muchas de estas situaciones y el asunto habría quedado en el olvido sin la sagacidad de Von Turk, que habiendo leído la memoria pasa todo el verano de 1857 investigando con el invento de Gar- cía en las salas del Hospital General de Viena. Puesto que sigue usando la luz solar, abandona la investiga- ción en otoño de ese año. En el mes de noviembre Czermack, que tiene noticia de los trabajos de Turk, comienza sus experiencias en Budapest, venciendo poco a poco todas las dificulta- des. Sustituye la luz natural, tan inconstante en esas latitudes por luz artificial, e introduce el espejo de Rouette para concentrar la luz. Turk y Czermack tuvieron públicamente su pequeña bronca particular. Mientras Turk acusa al húngaro de apropiación indebida de los derechos de autor, éste res- ponde que Turk falsea los hechos, al no haber recono- cido su deuda con García, lo cual deberá hacer en un artículo de 1860. La polémica se debió embrollar lo su- ficiente para que el Instituto Imperial de Francia otor- gara el premio de medicina y cirugía a ambos en 1860, sin querer entrar en el fondo de la polémica sobre la paternidad, que , por otra parte, en asuntos de esta ín- dole, casi siempre es compartida. Morell Mackenzie (7), muy alejado ya del problema, veinte años después, afirma que: “García inventa la téc- nica de la laringoscopia, Turk la aplica en medicina y Czermack es el creador del arte de la laringoscopia”. Debe añadirse que el propio Mackenzie desarrolló el arte de la manipulación quirúrgica de la laringe, con pinzas curvas dirigidas visualmente mediante larin- goscopia. Mackenzie, además, recalcó siempre la im- portancia de la biopsia laríngea como técnica habitual de evidencia diagnóstica. En cualquier caso, la laringoscopia requería habilida- des especiales. La luz, en el mejor de los casos, era es- casa ya que la primera bombilla de Edison no aparece hasta 1879 y aún tarda algunos años en introducirse en las clínicas laringológicas. Por otra parte, los reflejos nauseosos dificultan la exploración de algunos enfer- mos, lo que se intenta evitar con toques de cloroformo o éter, pulverizaciones con tánico o sencillamente con hielo en la boca. Aunque Morell Mackenzie afirma en su libro de 1882 (7) haber visto más de 10.000 pacientes con los rudimenta- rios sistemas señalados, no cabe duda de que la introduc- ción, por Karl Foller en 1884, de la cocaína como anesté- sico tópico representa un hito en la historia de la laringo- logía, ya que permite no sólo la exploración de la laringe en los pacientes más difíciles, sino también la manipula- ción endoscópica y, por supuesto, la biopsia en unas con- diciones absolutamente inconcebibles poco antes. En sus inicios, la cirugía de la laringe presenta dos al- ternativas: o bien la traqueotomía paliativa, practicada por primera vez en 1833, o bien la apertura de la larin- ge mediante laringofisura y extirpación a la demanda con cureta o tijera (13). Según Sánchez Rodríguez (3), la primera laringofi- sura por cáncer la realiza Ehrman de Estrasburgo en 1844, tras diagnosticar un tumor histopatológicamente a partir de fragmentos expectorados por el propio en- fermo, y abre la laringe para extirpar un tumor excre- cente, vegetante y papilar, que asentaba sobre la cuer- da vocal izquierda. Se suceden casos similares opera- dos por Buck (1851), Sands (1863) y Jacob de Silva So- lis-Cohen (1867) (14) en Filadelfia, a quien se atribuye la primera curación quirúrgica de un cáncer de larin- ge. El enfermo sobrevive 20 años sin recidiva. En cual- quier caso, la cirugía hasta finales de siglo daba unos resultados pésimos. Von Bruns presenta en 1878 20 casos de los cuales sólo 2 sobreviven más de un año y sólo 1 muere sin recidiva local, a causa de un cáncer de pulmón y cápsula suprarrenal (7). A propósito de esta estadística, Mackenzie comenta en su obra que el término medio de sobrevida después de la operación apenas llega a 10 meses, mientras que, con frecuencia, la traqueotomía prolonga más tiempo la vida del enfermo. Los resultados de la clínica de Bi- llroth (5), entre 1870 y 1884 son igualmente decepcio- nantes. Sendziack (15) en 1897 no da una supervivencia mayor del 8,7% para la laringofisura y apenas del 11% para otras resecciones parciales. Esto explica que sean muchos los que prefieran la traqueotomía paliativa. La posibilidad teórica de realizar una laringectomía to- tal había sido llevada a la práctica en perros por Albers en 1829, por indicación de Langebeck, el maestro de Billroth y de Glück quien será por cierto el último de sus grandes discípulos. En 1870, Czerny, por encargo de Billroth, había prac- ticado laringectomías también en perros, demostrando TRATAMIENTO QUIRÚRGICO LARINGECTOMÍA TOTAL
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