Anales de la RANM

59 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 HISTORIA DE LAS PRIMERAS LARINGECTOMÍAS Joaquín Poch Broto An RANM · Año 2019 · número 136 (01) · páginas 54a 64 Estas cánulas o laringes artificiales como se las llamó con frecuencia requerían un faringostoma muy amplio con el riesgo constante de neumonía por aspiración, riesgo que se mantuvo hasta la modificación radical de la técnica por Glück. Es curioso señalar que en 1925 RG Brown (19) de Australia diseño una prótesis consisten- te en un espéculo de oído construido en oro que llevaba incorporado un pequeño diapasón, la prótesis se inser- taba a través de una fístula traqueoesofágica y el pacien- te se lo quitaba para comer, es el antecedente más anti- guo que conocemos de las modernas prótesis fonatorias. La primera laringectomía con éxito a largo plazo la rea- lizó Botini en Turín, en 1875. El paciente se encontraba bien a los tres años de la intervención (7). Bien es cierto que se trataba de un sarcoma, lo que en la terminología de la época significaba tumor de malignidad interme- dia y que hoy nos resulta difícil de interpretar, aunque es posible que se tratase de un condrosarcoma o senci- llamente un diagnostico equivocado o incompatible con nuestros actuales conocimientos. La primera laringectomía española, decimoséptima del mundo, la realiza Federico Rubio (20) el 11 de mayo de 1878, presentando el caso en la Real Academia Nacional de Medicina. Se trataba de un varón de 41 años con ne- crosis de los cartílagos laríngeos y tal estado de disnea, que hace pensar a Rubio que la única solución del caso es la laringectomía total; se trataría, incluso en nues- tros días, de un caso particularmente complejo por la gran tumefacción prelaríngea que borraba las referen- cias anatómicas y le obligó a operar guiándose por el tacto. Al presentar la pieza quirúrgica en la Real Aca- demia Nacional de Medicina explicó las lesiones desde un punto de vista macroscópico, pero no había creído necesario el examen histopatológico. Probablemente el caso de Rubio se tratase de una sífilis terciaria o, tal vez, de un cáncer aunque da un dato interesante y es que la operación fue prácticamente exangüe y esto ocurre en determinados cuadros sépticos del cuello lo cual no es incompatible con que en la intervención se apreciara una apertura de la laringe hacia los espacios cervicales, al no haber examen histopatológico son posibles múl- tiples especulaciones. El paciente falleció al 5º día de la intervención a causa de neumonía y sepsis generalizada, pero la comunicación de Rubio contiene observaciones llenas de sentido ético y clínico, conocía perfectamente todas las intervenciones previas, comenta especialmen- te la de Langebeck y manifestó que uno de los riesgos que le habían preocupado era la hemorragia que tanto había dificultado la operación del cirujano alemán. Las consecuencias que extrajo son las propias de un buen ci- rujano y de un hombre sumamente inteligente. Viene a decir que aunque la operación era de gran riesgo y muy baja supervivencia el riesgo de la enfermedad era ma- yor y la muerte prácticamente segura si no se practicaba la intervención. Entre 1873 y 1879 se conocen y están bien documen- tadas 19 laringectomías totales (7), de las cuales 3 ha sido practicadas por Billroth y de los 19 pacientes solo 2 casos habían superado el año de supervivencia; esto significa un 10,5% de curación. El resultado no es bri- llante, ni tan siquiera en esos tiempos, máxime tenien- do en cuenta los efectos paliativos de la traqueotomía que como ya hemos comentado, superaban con creces estas cifras. Figura 3. Cánula fonatoria de Güsenbauer. Figura 4. Cánula fonatoria de Pean. Figura 5. Cánula de Pean en posición..

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