Anales de la RANM
62 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 HISTORIA DE LAS PRIMERAS LARINGECTOMÍAS Joaquín Poch Broto An RANM · Año 2019 · número 136 (01) · páginas 54 a 64 1. Empleo de la anestesia local durante todo el proce- dimiento, evitando la utilización de cloroformo o éter y las complicaciones ligadas a estos agentes. 2. Creación de una corsé de esfuerzo con pericondrio tiroideo. 3. Sección de las astas mayores del cartílago tiroides para unirlas en la línea media, con el fin de crear un “neotiroides” que reforzará la pared. 4. Sutura de la tráquea con un punto lateral llamado “en tres” que evita la estenosis postoperatoria del tra- queostoma. 5. Revisión sistemática de ambas cadenas ganglionares, con extirpación de cualquier ganglio sospechoso. Las mejores técnicas propuestas por García Tapia, inci- den en los siguientes aspectos: • Se intenta prevenir el faringostoma post-quirúr- gico, tan frecuente, aportando un refuerzo ante- rior de tipo conjuntivo (pericondrio tiroideo) a la sutura faríngea. • Se evitan complicaciones anestésicas y se opera en general en un campo muy exangüe. • La ingeniosa sutura de la tráquea evita que la mayoría de los pacientes tengan que llevar cánu- la cuando son dados de alta. García Tapia opera su primer paciente con la técnica de Glück en 1911 y en 1922 en el Congreso Interna- cional de París, presenta una estadística de 107 la- ringectomías con una sola muerte post-operatoria y un 67% de curaciones a largo plazo. En estas fechas, como vemos, la laringectomía total es una técnica bien establecida (33). Veíamos antes que la laringofisura y la extirpación del tumor con tijera o cureta constituyó, hasta Billroth, la única posibilidad terapéutica del cáncer de laringe. Tam- bién hemos visto los pésimos resultados que se obtenían. Las limitaciones de la cordectomía por laringofisura son evidentes y ya Billroth practica en 1878 la primera he- milaringectomía (14), aunque es Glück el que desarrolla la técnica. Representa un cambio conceptual importante porque aquí, a diferencia de la laringofisuras preceden- tes, ya no se trata de abrir la laringe en línea media y ex- tirpar lo que haya dentro; aquí a priori se trata de rese- car grandes áreas de cartílago que a su vez esconden el tumor en su interior; tanto Billroth como Glück resecan un ala del tiroides y medio cricoides, dejando un larin- gostoma temporal difícil de cerrar, lo que es un problema importante, pero no el menor, ya que Glück y otros ci- rujanos de la época utilizaban la técnica en tumores con extensión subglótica, por lo que tenían altas tasas de re- cidiva, por lo que cae en el olvido hasta que la resucita Hautant en 1929 (34), quien hace una sección cricoidea parcial, dejando la porción posterior y hace un cierre pri- mario del laringostoma, cerrando sobre un taponamien- to, que intenta evitar la estenosis. De todas formas, el valor de la técnica no pudo ser ade- cuadamente evaluado hasta que se comprendieron me- jor sus limitaciones respecto a las extensiones subglóti- cas, así como la imposibilidad de resecciones amplias so- bre cricoides, si se quería mantener un mínimo resultado funcional. De hecho estas técnicas de resecciones parcia- les del cricoides nunca tuvieron verdadera difusión y en realidad estaban dirigidas a tumores que hubieran nece- sitado LT y muchas veces eran procedimientos de am- pliación para lo que se suponía iba a ser una laringofisu- ra simple, solía tratarse de casos en los que el diagnostico preoperatorio se veía superado por la extensión del tu- mor cuando se abría la laringe. La cordectomía por laringofisura tal como se ha practi- cado durante muchísimos años había sido adoptado por St. Clair Thomson desde 1903 quien escribe: “Habien- do aprendido de Killian la resección subpericondrica del septum aprecié el valor de levantar el pericondrio intacto de la cara interna del ala tiroidea (y si fuera necesario del cricoides), junto con el tumor y una amplia zona del teji- do sano alrededor”. Como resultado de una mejor com- LARINGUECTOMÍAS PARCIALES VERTICALES Figura 6. Extirpación de la laringe de abajo a arriba según técnica de Perrier. Figura 7. La operación ya terminada en la que se aprecia un faringostoma quirúrgico para la introducción de una cánula fonatoria
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