Anales de la RANM

79 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 LAUDATIO FRANCISCO IVORRA MIRALLES Luis Pablo Rodríguez Rodríguez An RANM · Año 2019 · número 136 (01) · páginas 77 a 80 Permítanme que además de esta revolución científi- ca, que como casi siempre, se traduce con educación y tecnología actual, señalemos algunas de las situa- ciones de los profesionales especialistas. Hace tres o cuatro días para poder alcanzar una especialidad mé- dica, a partir del año 2019, 16.456 médicos han so- licitado participar en el examen MIR, de los cuales 15.475, han sido los admitidos, para ocupar solamen- te 6.750 plazas. Ahondemos más en la situación: de estos 15.475, 4.463 no son médicos de la Unión Euro- pea. De estos 4.463, 2.387 disponen para ellos en ex- clusividad 277 plazas. Los no europeos que obtengan la especialidad podrán ejercer en su país y en España, pero no en el resto de la Unión Europea, hasta que no obtengan otra nacionalidad. El problema de adapta- ción transcultural, aún con la diversidad, será fácil- mente validable, ya que principalmente su idioma es el español, con mayor contingencia de colombianos (786), ecuatorianos (464), venezolanos (451), boli- vianos (405), etc., etc. A todo ello deberemos acomo- dar la situación del BREXIT; Gran Bretaña es el país de mayor recepción de médicos españoles. Ya que estamos en este ámbito de titulados, señale- mos otra situación acuciante que se va a producir en el que ya es médico especialista. La acreditación, con el sistema MIR, profesional; para que exista un sistema de titulación simple y comparable y una li- bre circulación en la Unión Europea, se ha desarro- llado con solvencia en España como uno de los ele- mentos constitutivos del Espacio Europeo de Educa- ción Superior (EEUS), conocido como Plan Bolonia. Los otros dos pilares de la EEUS, excepcionalmente se han desarrollado. La reacreditación profesional, es decir el aprendizaje permanente, la formación conti- nuada, se efectúa libremente por el propio profesio- nal, en relación a su vocación y a su ética; y sin con- traprestación reconocida. La recertificación tiene en perspectiva los cimientos que se están desarrollando en el momento actual. La integración del aprendizaje a lo largo de la vida en la estrategia educativa global, se estima que al menos en cuatro a seis años, desde 2019 será una realidad. Ello obligará a que para po- der seguir teniendo la especialidad certificada habrá que recertificarse en la misma, y en su totalidad, aun- que en alguna de sus partes, se tenga una mayor o única habilidad. Si no se supera la recertificación, se dejará de ser especialista. No debemos tampoco hipotecarnos a sabiendas de poseer una magnífica sanidad en España. Tal vez sea mejor constatar algunos datos últimamente referen- ciados. El 2 de junio de 2018, la revista The Lancet, publicaba el índice porcentual HAQ (Healthcare Ac- cess and Quality Index) con el que sistemáticamente, en consideración con 32 causas de fallecimiento, me- diante un análisis sistemático con GBD (Global Bur- den of Disease, Injuries and Risk Factor Study) en 195 países del mundo, sitúa a España con un 92%, de forma similar que en Nueva Zelanda, Dinamar- ca y Francia. En la valoración anterior, España ocu- paba el 8º lugar, y con los datos del 2016 (publicado en 2018) desciende al 19º. Reino Unido ocupa el 23º con un HAQ del 90%. Los últimos países con un 19% de HAQ son Somalia y República Central Africana. El 29 de enero del 2018, Arne Bjömberg publicaba el Health Consumer Power House y el EHCI 2017 (Euro Health Consumer Index 2017) relacionando a 34 países europeos. Se considera con seis epígrafes, en un valor máximo cada uno de ellos: 1) Derecho del paciente e información (125), 2) Accesibilidad, actuación temporal, (225); 3) Resultados en determi- nados procesos (300); 4) Grado y alcance de los ser- vicios (125) ; 5) Prevenciones desarrolladas (125); y 6) Medicamentos determinados (100); la suma máxi- ma total es de 1.000 puntos. España alcanza 695, con el puesto 18. Mejor valoración tienen Suecia 17, Re- pública Checa 16, Reino Unido 15. Ocupan los pri- meros puestos Holanda (1) Suiza (2), Dinamarca (3). Francia es el décimo, los últimos los ocupan Grecia (32), Bulgaria (33) y Rumania (34). Una clasificación según los distintos recursos financieros de cada país europeo, con una valoración PPP (Purchasing Power Party) origina un ajuste del EHCI aproximado (Bang for the bulock adjustes score), que en el año 2014 para España le sitúo en el puesto 17º, pero que para el año 2017 ha descendido entre los 34 países, al puesto 27º. A su vez la publicación señala que no existe rela- ción entre el coste sanitario originado por cada país con el EHCI. Por otra parte, la Comisión Europea in- dica que la Sanidad española es un 8% más cara que la media europea, aunque en concreto destinó un 6´2 % de su PIB, que es inferior al 7´2 % que alcanza el valor medio del PIB europeo empleado en recursos sanitarios; y eso que según la OCDE la remunera- ción de los médicos españoles se sitúa en los últimos puestos de los salarios europeos. Ante la resolución científica y tecnológica inicia- da, nos encontramos con que no es un problema de ideología y menos aún de satisfacción. Esta puede ser muy elevada, al pensar el paciente que está en las me- jores manos y en la mejor sanidad. El problema está en la condición del valor y en el de la eficiencia. Per- mítanme otro paréntesis. La decisión, desde luego tiene que estar soportada por la evidencia científica probada. Más con la protocolización sistemática, he- mos de tener en cuenta que sólo será efectiva en un 40, 80, 90% de los pacientes; más ¿dónde está la per- sonalización si la decisión desfavorable concurre en el 60, 20, 10% restante? La implantación de una adecuación ante la resolu- ción científica y tecnológica es sumamente complica- da. Se ha aducido sistemáticamente, que si se hubie- ran puesto en marcha las medidas que se agruparon en aquel, ya antiquísimo plan apodado con el apelli- do del presidente de la Comisión, no estaríamos en esta situación, sino en otra mucho mejor. O tal vez, probablemente no. Otra situación adecuada surgió cuando se ideó aplicar un parche o barniz de cono- cimiento que decidió instaurar la troncalidad en las especialidades, aumentando el número de años de la misma, y proporcionalmente disminuyendo el mis- mo número de los de la especialidad concreta; que en definitiva consistía de emitir competencias, para solucionar situaciones de escasez de recursos sanita- rios específicos. Nos podríamos encontrar a título de ejemplo, con que un ginecólogo con una formación inferior es este campo se le habilitara para la asisten- cia de cirugía general. Es decir, ampliar las compe- tencias con menor formación. Esto es tan disparata- do como que un cirujano ortopédico traumatólogo se le faculte para la Medicina Física y Rehabilitación,

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