Anales de la RANM
203 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 Arturo Fernández-Cruz Pérez An RANM · Año 2019 · número 136 (02) · páginas 201 a 205 EL RELOJ BIOLÓGICO. SU IMPACTO EN LA LONGEVIDAD los lugares genéticos mencionados asociados con el insomnio se relacionan con un riesgo doblemente au- mentado de padecer enfermedades cardiovasculares y depresión (13,14) La realidad es que no necesitamos entrar en las po- sibles alteraciones del lenguaje genético heredado (mutaciones) para explicar las alteraciones que a tra- vés de nuestra conducta tomamos voluntariamente en relación con el día y la noche. Es decir, podemos crear confusión en esta maquinaria biótica, al expo- ner nuestro cuerpo a señales distintas de las progra- madas. Esto puede ilustrarse con un ejemplo sencillo fácil de entender: el cerebro responde a la luz cuando salgo por la mañana y vuelvo por la noche, mis ojos y mi cerebro, saben que estoy en Madrid. Sin embargo si empiezo a comer a medianoche mi hígado creerá que estoy en Tokio. Esto puede crear un conflicto en- tre relojes internos creando una situación incoheren- te que es la de un mismo cuerpo viviendo simultánea- mente en dos zonas horarias. La conclusión obvia es que tenemos los relojes diseñados para funcionar co- rrectamente de forma sincrónica y su falta la pagamos con un deterioro de la salud. Como ya hemos men- cionado la falta de horas de sueño se asocia a trastor- nos metabólicos, con un acortamiento en la esperan- za de vida. En modelos experimentales en ratones se ha comprobado que cuando deliberadamente se alte- ra el ritmo del reloj del páncreas y del hígado el resul- tado es la expresión de los genes que expresan el fe- notipo diabético y por lo tanto de la enfermedad. Es- tamos programados para la ritmicidad y romperla no solo es un error sino que puede acarrear la expresión de enfermedades. Cada vez somos más conscientes de la importancia que tiene el ritmo circadiano en la fi- siología del músculo y sus reflejos en el rendimiento de los deportistas de élite. Existen un gran número de artículos que muestran que el mejor aprovechamien- to de los atletas se obtiene al mediodía y por la tarde. Recientemente se ha especulado con el dato de los há- bitos de los españoles en referencia a la hora de cenar y acostarse. Los datos apuntan a una mayor prevalen- cia de cáncer de mama en la mujer y de próstata en el hombre. En el estudio publicado en el Internatio- nal Journal of Cancer se concluye que la hora de co- mer importa. En el marco del proyecto MCC-Spain se evaluaron 621 casos de cáncer prostático y 1.205 de mama. Los resultados de las respuestas a cuestio- narios de horarios de comidas y sueño que definen el cronotipo, así como de los hábitos alimentarios, apuntan a que las personas que cenan antes de las 9 de la noche y esperan dos horas para ir a dormir, dis- minuyen un 20% su riesgo de padecer estos tumores. La conclusión sería que un rasgo tan característico de nuestras costumbres horarias podría no ser tan salu- dable, pudiendo ser considerado hasta cierto punto como una “crono-disrupción”. (15) El concepto del reloj biológico pasa también por la ca- pacidad de orientarnos. El profesor Young llamaba la atención sobre esta habilidad también controlada por los genes en las antenas de las mariposas, lo que las permiten migrar. La lesión de esos códigos la im- piden orientarse. La versión del “GPS humano” está por descubrirse pero estamos convencidos que será pronto descubierto y un hallazgo fascinante. Los trastornos del sueño han pasado de ser un mero síntoma a constituir un factor de riesgo. Su relación con enfermedades degenerativas tipo Alzheimer o Parkinson son cada vez más sólidas y por ello es ra- zonable pensar en la prevención de estas enfermeda- des si le prestamos atención a los trastornos del sueño para corregirlos. La conducta del ser humano es neu- roquímica, en base a una codificación genética con ritmo de reloj biológico. La práctica médica nos en- seña que la preocupación por no poder dormir por la noche claramente afecta a la actividad cotidiana y al trabajo diurno de los sujetos que sufren insomnio crónico. No hay nada erróneo en este saber popular, ya que lo que denominamos sueño reparador no debe interpretarse como perder el tiempo, sino muy al con- trario. Nuestro cerebro permanece activo durante las horas de sueño y por ende se desarrollan importan- tes funciones inmunes, endocrinas y de memoria que contribuyen a nuestro equilibrio metabólico. Es poco conocido que nuestro sistema linfático es más activo durante las fases del sueño que de vigilia. El otro hábito, el de la siesta, ciertamente controver- tido, pone también encima de la mesa que la dura- ción de la misma puede no ser saludable y asociar- se con el desarrollo de eventos cardiovasculares en aquellos que padecen enfermedad arterioesclerótica subclínica. (16) Las nuevas tecnologías ofrecen aplicaciones digitales en nuestros teléfonos móviles que ayudan mediante terapia cognitiva conductual a combatir el insomnio de forma personalizada. Nuestro consejo es que si su- fre de este trastorno, el primer paso, antes de iniciar un tratamiento con psicofármacos, debe ser el adop- tar buenos hábitos en nuestro entorno. Es evidente que aparte del insomnio existen otros procesos como el síndrome de las piernas inquietas o el de apnea-hi- popnea, que afectan hasta un 5% de la población, o la narcolepsia que requieren diagnósticos de precisión y tratamiento específico. La Sociedad Española del Sue- ño estima que el 90% de los que sufren el síndrome de piernas inquietas o apnea-hipopnea están sin diagnos- ticar y la cifra estimada para la narcolepsia es del 60%. La muerte por insomnio en aquellos que sufren el “in- somnio familiar fatal” es una preocupación crecien- te, dado que se estima que España concentra cerca de la mitad de los casos a nivel mundial. Se trata de una mutación en el gen D178N que da lugar a síntomas de insomnio crónico y una degeneración cerebral impa- rable que de forma rápida te lleva a la muerte (17) Estamos programados para la ritmicidad y esto afec- ta también a nuestros ritmos circadianos que regulan nuestro control de la saciedad y su impacto en el so- brepeso y obesidad. Existe una evidencia acumulada que señala la necesidad de dormir al menos 7 horas para controlar la obesidad. Recientemente en la re- vista JACC se han publicado parte de los resultados del estudio PESA-CNIC realizado en 4.000 trabajado- res del Banco de Santander. En este artículo se desta- ca que los que duermen menos de 6 horas tienen un riesgo mayor de que sus vasos envejezcan prematura- mente con la aparición de enfermedad arterioesclero- sa subclínica que se manifiesta con la aparición de pla- cas de colesterol en el árbol arterial. Entre los comen- tarios que este trabajo han generado está el que la ca-
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