Anales de la RANM
208 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 PENSAMIENTO DUALISTA, CREENCIAS, IDEOLOGÍAS Y FANATISMOS An RANM · Año 2019 · número 136 (02) · páginas 206 a 210 Antonio Campos Una vez considerada la especificidad del pensamiento humano y su desarrollo y, en concreto, el pensamien- to dualista, como resultado del pensamiento mágico y como origen del pensamiento complejo, voy a ocu- parme de las creencias, las ideologías y el fanatismo a las que, como señalé con anterioridad dicho pensa- miento condiciona e impregna. La creencia, escribe Rubia, es una convicción no fun- dada que suele estar basada en los sentimientos y no en la razón. La ideología, según el mismo autor, es el conjunto de ideas fundamentales que caracteriza a una persona, una colectividad o una época. Su función es conservar o transformar un sistema social, econó- mico, político o cultural. El fanatismo, escribe final- mente Rubia, es la convicción personal o colectiva de ideas y valores concretos que se defienden o persiguen con gran intensidad, persistencia y consecuencia, a los que acompaña una gran incapacidad de compromiso con otros sistemas o personas. En tres capítulos específicos, el autor del libro que nos ocupa, diseca, identifica y clasifica estos tres elemen- tos, inexorablemente unidos al desarrollo de nuestro pensamiento y, a la vez, establece las muy complejas relaciones existentes entre ellos. En cada capítulo ana- liza con precisión algunos fundamentos biológicos y algunos de sus efectos como el efecto placebo, su re- lación con la patología, la posibilidad de su modifica- ción como ocurre con el lavado de cerebro pero, sobre todo, su incidencia social en el desarrollo de regíme- nes políticos como el nacional socialismo en Alema- nia, el marxismo en China o en Camboya o el yihadis- mo y el terrorismo de nuestros días. Y todo ello apo- yado en muchos casos en la actividad realizada por personajes relevantes -Hipólito de Roma, Martin Lu- tero, Adolf Hitler, Mao Tse Tung, Polt Pot, etc.- y en antecedentes históricos que se remontan al comienzo de nuestra era –el Monatismo , el Donatismo , los cá- taros , etc.-. La lectura de estos capítulos sobre las creencias, las ideologías y el fanatismo ha suscitado en mí un con- junto de reflexiones que quiero compartir con todos ustedes y relacionar con la reflexión general ya co- mentada previamente a propósito de la tesis que for- mula el autor sobre el pensamiento dualista. A mi parecer dos grandes vectores recorren las creen- cias, las ideologías y el fanatismo: el vector de la iden- tidad y el vector de la convivencialidad. El concepto de identidad, que irrumpió ya potente desde la ilustración, ha eclosionado, sin embargo, aún más en los últimos tiempos para ocupar en nuestros días un lugar de privilegio en el debate intelectual so- bre la naturaleza del ser humano y de su vida en socie- dad. En este sentido Taylor (4, 5) afirma que la iden- tidad personal es la asignación y la interpretación que hacemos en nuestra vida de todo aquello que es verda- deramente valioso y fundamental para nosotros; esto es, del tipo de vida que queremos y estamos dispues- tos a llevar. Se trata, en suma de la interpretación que una persona hace de quién es y de cuáles son sus ca- racterísticas definitorias como ser humano; de lo que, en definitiva, uno es en sí mismo y ante sí mismo y, como tal, muestra a los demás. Resulta evidente que las creencias, sean falsas o estén sustentadas en la ra- zón, las ideologías y los fanatismos participan de este concepto de identidad personal al que Taylor hace re- ferencia. En este ámbito es la interrelación del sujeto con el entorno la que verdaderamente incide y conforma la identidad con independencia del sustrato biológico de cada individuo. El resultado es, en cualquier caso, un ser humano cuya esencia y vivencia, cuya instala- ción en el mundo, se asienta en un conjunto de creen- cias, convicciones y sentimientos que lo hace singular y distinto a cualquier otro . Y es en esta interrelación como van conformándose nuestras creencias, nuestras ideologías y nuestros fanatismos . Lo determinante no será, como afirma Hall (6) “quiénes somos” o de “dón- de venimos” sino en que queremos y en que podría- mos convertirnos. Pero junto a la identidad personal existe también una identidad social. Tajfel(7) ha definido esta última como la conciencia que tenemos las personas de per- tenecer a un grupo o una categoría social y la valora- ción positiva o negativa que hacemos de dicha per- tenencia. Esto significa que nuestra identidad indi- vidual y personal puede compartir creencias, convic- ciones y sentimientos con otros seres humanos y, en consecuencia, al aceptar compromisos universalmen- te validos o meramente particulares, tomar decisiones y actuar. La identidad social, que tiene una dimensión básicamente cultural en sentido amplio, incluyendo la religión y la política, se construye por ello asumien- do los compromisos y los horizontes que compartimos con nuestros semejantes. Y es así cómo y porqué las creencias, las ideologías y los fanatismos nos agrupan o nos separan. Los mecanismos que gobiernan el componente emo- cional para instalarnos en una determinada creencia, ideología o fanatismo no están claros, como tampoco lo están los mecanismos que mediante creencias, ideo- logías y fanatismos utiliza el ser humano para mitigar su inseguridad ancestral en el mundo, una inseguri- dad que lleva pegada a su consciencia como si fuese “el barro del Diluvio” desde que comenzó a portar su primer pensamiento mágico. El segundo vector que recorre los tres elementos men- cionados – las creencias, las ideologías y los fanatis- mos- es el vector de la convivencialidad. Según la fi- losofía existencialista de Heidegger (8), hemos sido arrojados a la existencia, a estar en el mundo. La esen- cia del ser humano es lo que el filósofo alemán deno- mina “dasein” -el existir- según la traducción que en su día postuló Julián Marías. Mientras las cosas tienen “existencia” los seres humanos tienen “un existir”, un “dasein” y ello implica la necesidad de coexistir con otros seres humanos. Sin otros seres humanos, afirma Laín (9), no hay y no puede haber existencia humana. Con creencias, ideologías y fanatismos los seres hu- manos coexisten aunque esa coexistencia no sea nece- sariamente fructífera. CREENCIAS, IDEOLOGÍAS Y FANATISMO. LA IDENTIDAD Y LA CONVIVENCIALIDAD
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