Anales de la RANM
110 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 IMPLICACIONES SOCIALES Y SANITARIAS DE LA OBESIDAD MÓRBIDA Santiago Tamames Gómez An RANM · Año 2019 · número 136 (02) · páginas 108 a 112 Para ello se intentan poner remedios, tanto médicos como quirúrgicos, sin caer en el falso ideal de belleza de un “cuerpo Danone” ni que la delgadez sea sinónimo de éxito social (6). Sin embargo, vivimos en un tiempo en el que el futuro se conjuga en presente y el presente envejece rápidamente. Se han pulverizado casi todas las barreras al conoci- miento, lo han puesto al alcance de todo el mundo, cam- biando por completo el hábito de consumo de una gran mayoría de personas. La sociedad actual condicionada en todo por la “inmediatez”, busca el peso ideal YA. Eso supone la proliferación de centros de estética que no so- lamente compiten, sino que frivolizan con tratamientos, banalizándolos y vendiéndolos casi al por mayor (6,11) Los tratamientos médicos deberán estar siempre super- visados por personal cualificado y no digamos, de los tratamientos quirúrgicos que empezaron con las prime- ras cirugías a mediados del siglo XX y se han ido per- feccionando hasta la actualidad con técnicas mínima- mente invasivas y de alto poder resolutivo. La reconocida Escuela de Salud Pública de la Universi- dad de Harvard publicó recientemente un informe es- pecial titulado “ Obesidad: ¿podemos parar la epide- mia?” en el que resumen hasta siete estrategias para in- tentar acabar con el problema. La buena noticia: parece que funcionan; la mala, hay que combinarlas para que lo hagan (5,11) Prevención, prevención y prevención Sí, está claro, hay que luchar contra la obesidad. Sin embargo, la mejor forma de acabar con este problema es no tenerlo. Prevenir la obesidad es la clave para evitar el problema y una buena manera de conseguirlo es fijarse en la obe- sidad de los que más difícil lo tienen para luchar contra ella por sí mismos: los niños. Un estudio publicadoen The New England Journal of Medicine en 2016, concluyó que aproximadamente el 85% de los niños con obesidad grave se convertirán en obesos adultos (12). Medidas tan “aparentemente” sencillas como sustituir los refrescos y los zumos por agua podrían ser de ayuda. Pero, más allá de los niños, el grupo sobre el que los ex- pertos de Harvard creen que hay que actuar con contun- dencia es el de los adultos jóvenes, esos que empiezan ganando siete y ocho kilos a los 25 años y que tienen muchas posibilidades de convertirse en obesos a los 50. Actuar sobre los productos que se venden en colegios e institutos, vigilar las ayudas a la alimentación, para que cuando alguien dependa de la ayuda social para comer, sea para alimentarse de comida sana, o legislar sobre el contenido de sal de los alimentos son otras de las me- didas que ayudarían a prevenir la obesidad. Interpretar la ciencia correctamente Las recomendaciones dietéticas han variado enorme- mente en las últimas cuatro décadas, y de hecho hasta el punto que los expertos llegan a preguntarse si no se- rán los propios científicos los que han tenido que ver con el establecimiento del problema. La razón: la ciencia en torno a la obesidad ha ido va- riando en estos años. Al principio, todo parecía senci- llo, la grasa saturada y el colesterol eran los culpables de todos los males, pero entraron en la ecuación los carbohidratos, los distintos tipos de grasas y otros mu- chos conceptos, cambiando por completo el panorama. Además de asesorarse con la ciencia mejor y más ac- tual a la hora de establecer estrategias contra la obesi- dad, hemos de reconocer que dista de estar todo dicho. Desconocemos por qué algunos obesos no desarrollan las complicaciones propias de este factor de riesgo ni hasta qué punto los productos fermentados tienen pro- piedades beneficiosas para la salud. La obesidad aún tiene que decir mucho en los labora- torios de todas las universidades. No basta con la lógica, hay que persuadir Podría parecer que todo el mundo está de acuerdo en aca- bar con la obesidad porque, ¿a quién le interesa un mundo gordo y enfermo? Sin embargo, queda mucho por hacer. Las “presiones” de distintos grupos, desde agricultores a empresas de alimentación y el impacto económico de algunas de las medidas más útiles frente a la obesidad hacen más que nunca necesaria la persuasión y, curio- samente, evitar la palabra obesidad y centrarse más en conceptos como salud pública puede ser la solución. Plano económico Luchar contra la obesidad puede ser caro, al menos a corto plazo. Estrategias contra la obesidad infantil tar- dan años en dar beneficios y esto es algo que echa para atrás a cualquier legislador, que quiere que sus medi- das se traduzcan en votos. Sin embargo, la revista Health Affairs (11) publicó en 2015 un estudio que demostraba que había tres medi- das que resultaban rentables de primeras, es decir, que se financiaban prácticamente solas. 1.- El impuesto a las bebidas azucaradas 2.- Las restricciones sobre la calidad de los alimentos vendidos en los colegios 3.- La eliminación de cualquier subsidio a las empresas que anuncien comidas insanas a los menores serían las medidas en cuestión. SOLUCIONES
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