Anales de la RANM
114 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 UN PRESIDENTE DE LA RANM QUE VINO DE UN PUEBLO Pedro Sánchez García An RANM · Año 2019 · número 136 (02) · páginas 113 a 117 Pero quien fue Don Francisco Méndez Álvaro. Utilizo ahora lo que él dijo en “. Apuntes para mi biografía publicado en los anales de la Real Academia de Medi- cina 1888” (Fig 1). Don Francisco nació en Pajares de Adaja en 1806 y fa- lleció el año 1883. (Fig 2). El mismo escribió “Dios quiso que viniera yo al mundo en un lugar humildísi- mo de la provincia de Ávila llamado Pajares el día 27 de junio de 1806 en estado tan lastimoso y con tan pocas probabilidades de vida que mi padre, por si mismo, aun antes de nacer por completo, juzgó nece- sario administrarme el sacramento del bautismo. Cristiano era yo antes de desprenderme de mi madre y cristiano católico me he mantenido, me mantengo y me mantendré lo que dure mi vida, si bien no haya dejado de atravesar peligros y sufrir vicisitudes en el curso de esta ya larga travesía que voy haciendo por el mundo.” “Fue mi padre Don Sebastián, un modesto pero culto y honrado cirujano, que anduvo de pueblo en pueblo ganando “el pan nuestro de cada día” es de- cir, lo estrictamente necesario y no siempre para el cotidiano alimento de la familia, pero privado de los recursos para dar a sus hijos brillante educación y costosas carreras (1). Mi padre me enseñó a “leer y escribir, gramática castellana y las cuatro reglas de cuentas” pero sobre todo me inculco las máximas de moral cristiana y hombría de bien. Por ello le estoy tremendamente agradecido”. El mismo Don Francis- co declara: ”nunca fui bullicioso juguetón y alegre. Niño como era parecía por mi gravedad un hombre. Era precoz en mis juicios maliciosos y por lo tanto re- servado y formal.” Recordando las palabras de Cajal sobre la perdida de ríos y talentos pienso que en Es- paña abundan y necesitan encauzarse para no perder- se en el mar o la ignorancia. Don Francisco es un ejemplo paradigmático al respecto aunque muchos lo tenemos en mente por haberlo vivido. Recuérdense otra vez los niños yunteros de Miguel Hernández. Pa- dres sin cultura oficial, pero con la sabiduría a la que se refería Don Miguel redimieron a muchos de la aus- tera y secante vida campesina castellana. La cultura una vez más mueve montañas. La educación de Don Francisco llegados sus 10 años en un pueblo castellana no le permitía obtener más ins- trucción de las que ya tenía. Entonces fue a Madrid gra- cias a la generosidad de un tío materno, Don Pedro de Alvaro, uno de los comerciantes mejor establecidos y mas respetados de Madrid con dos almacenes uno en la calle Carretas y otro en la de Atocha. Allí estudio, Hu- manidades, Idiomas, Lógica y Teneduría de libros por- que estaba en los cálculos de su tutor hacer del mucha- cho un buen comerciante e incluso le hacía pasar mu- chos ratos detrás del mostrador de uno de sus comercios (2). La aversión que sentía el chico por el comercio, las compañías independientes, las lecturas de autores im- píos y de novelistas ateos cambiaron la fe que sus padres con tanto celo le inculcaron. Mas tarde el ejemplo de su buena esposa Doña Josefa Puente verdadero “dechado de virtudes” le salvó de muchos males. FRANCISCO MÉNDEZ ÁLVARO. PRIMEROS AÑOS Figura 1. Figura 2.
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