Anales de la RANM

277 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 José Manuel Ribera Casado An RANM · Año 2019 · número 136 (03) · páginas 275 a 282 ABUSOS Y MALOS TRATOS A LAS PERSONAS MAYORES era de 44 años. Eran varones el 71%, familiar direc- to de la víctima el 35% y conocidos no familiares el 33%. El lugar correspondía al domicilio de la vícti- ma en el 67% de los casos. En el 20% la agresión ha- bía tenido lugar en la vía pública y en el 13% en al- gún tipo de institución (residencias, hospitales). La negligencia era el tipo de delito mayoritario (64.2%). Las lesiones llegaban al 11%, Entre los de- litos económicos el 25% eran estafas. Las agresio- nes sexuales representaban el 3%. Los abuso físico guardaban relación con la menor edad del maltra- tador (p: 0.0001), el sexo masculino (p: 0.0001) y la existencia de una relación de parentesco (p: 0.0001), mientras que el abuso psicológico se relacionaba con el parentesco (p: 0.0001) y con el hecho de haber te- nido lugar en el domicilio (p: 0.0001). En otra tesis doctoral se analiza la prevalencia de maltrato físico a partir de los ingresos por fractura de cadera en mayores de 70 años producidos duran- te doce meses en el servicio de traumatología de un hospital terciario. Del total de 392 casos (72% muje- res) en un 12% había sospecha de malos tratos pre- vios (25). Una publicación española detecta 172 casos de ma- los tratos registrados en un servicio de urgencia hos- pitalario durante 3 años. Compara mayores y meno- res de 65 años y concluye que : 1) La urgencia médi- ca es quizás el lugar más adecuado para detectar el problema. 2) Existe historia de violencia previa en más de la mitad de casos en ambos grupos de edad. 3) el retrato robot de la víctima muestra una mujer anciana, con importante deterioro físico y cognitivo. 4) El abuso económico y la negligencia son más fre- cuentes en la población anciana. 5) Fallecen al cabo de un año más de un tercio de los pacientes ancianos víctimas de malos tratos y 6) El registro hospitalario es básico para la detección y el seguimiento del mal- trato en el anciano (26). Al igual que en otras formas de abusos y malos tratos cabe aquí también distinguir entre aquellos que tie- nen lugar en un plano individual y los que ocurren a nivel institucional. Entre los primeros se encuen- tran la utilización no consentida (o no consensua- da) de los recursos materiales del anciano (domicilio, propiedades de todo tipo, etc), la utilización no con- sentida (o no consensuada) de su dinero (pensiones, cuantas bancarias, etc,), los abuso de confianza por parte de entidades financieras e incluso, directamen- te los fraudes y estafas bancarias. En el plano que podríamos considerar de las institu- ciones los ejemplos son infinitos. Uno muy común es responsabilizar (culpabilizar) al colectivo de más edad de las sucesivas crisis económicas del país, ba- sándose en el costo que suponen las pensiones, en el gasto farmacéutico elevado que genera este colectivo o en cuestiones similares. Titulares de prensa agresi- vos como “Crisis y envejecimiento, principales ame- nazas del SNS, según expertos en gestión” (“Médicos y pacientes”. OMC 26.IX.2016) son relativamente fre- cuentes tanto en la prensa general como en la espe- cializada. Otros ejemplos ligados a las administraciones tienen que ver con el copago de los medicamentos, algo di- rectamente relacionado con la edad, puesto que son los ancianos quienes los consumen de forma mayori- taria, con la exigencia abusiva de visados administra- tivos para adquirir determinados productos médicos (fármacos, prótesis, etc.) o con el afortunadamente fallido intento de cobrar un euro por receta. El anciano constituye una víctima ideal para las es- tafas financieras, algo que tiene una repercusión in- dudable sobre su calidad de vida e incluso sobre su salud. Un trabajo llevado a cabo en nuestro país en- cuestaba a 188 víctimas de las llamadas “preferentes” o de las “hipotecas multidivisas”. La edad media de la muestra era de 66 años. Como población control equivalente para poder establecer comparaciones se recurrió a la Encuesta Nacional de Salud que publi- ca el Instituto Nacional de Estadística cada varios años con preguntas comunes a las de dicha encues- ta. Los resultados pusieron en evidencia con diferen- cias muy significativas que los “estafados” tenían una peor calidad de vida subjetiva, tasas más altas de de- presión y ansiedad, trastornos de todo tipo muy fre- cuentes, intensos y variados, y, sobre todo, alteracio- nes muy importantes en relación con la cantidad y calidad del sueño (27). En la misma línea, la última Encuesta de Salud de la Ciudad de Madrid incorpora algunas preguntas que permiten comparar a los sujetos víctimas de este tipo de estafa con aquellos del mismo sexo y edad que no lo habían sido. El análisis centrado en la calidad de vida y en la salud mental, muestra diferencias muy importantes en ambos parámetros en contra de la población estafada (28). Una revisión reciente bien elaborada informa y se pregunta las razones que pueden determinar que este colectivo sea especialmente vulnerable ante conduc- tas fraudulentas. Revisa la literatura de los últimos años y pone el énfasis en los factores de riesgo. Entre ellos cita el bajo nivel cultural, el deterioro cogniti- vo, el aislamiento, la confianza en el entorno y en la población encargada de orientar sus finanzas y el de- seo de una vejez tranquila. Sugiere algunas formas de prevención y de atención a las víctimas (29) Cabría preguntarse si la jubilación obligatoria no constituye una forma más de maltrato económico. En España este evento tiene lugar mayoritariamen- te a los 65 años. La misma edad fijada hace un si- glo cuando aparecieron las primeras disposiciones al respecto. Los cambios de todo tipo en estos cien años han sido enormes. Afectan a la demografía. La espe- ranza de vida al nacer se ha duplicado; se ha multi- plicado por cuatro la proporción de sujetos que su- peran los 65 años que, a día de hoy, se aproxima al 20% siendo así que hace un siglo estaba por debajo del 5%. Pero es que, además, son completamente di- ferentes las condiciones físicas, mentales y laborales, así como los tipos de trabajo y las capacidades de los 3.- ABUSOS Y MALOS TRATOS ECONÓMICOS Y FINANCIEROS

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