Anales de la RANM

24 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 NEUROPLASTICIDAD CROSMODAL TÁC TIL Tomás Ortiz Alonso An RANM · Año 2020 · número 137 (01) · páginas 22 a 26 llega a conseguir procesos sensoriales, perceptivos, cognitivos y emocionales similares a los que se llevan a cabo mediante la visión o la audición. Si tenemos en cuenta esta perspectiva neurobioló- gica de la visión, parece menos paradójico pregun- tarse si el cerebro de una persona ciega puede ver, al menos si concebimos la visión como la capacidad de generar representaciones mentales internas que contienen detalles visuales. Aquí se hace necesario hablar de los «qualia visuales», que consisten en sensaciones ópticas, independientemente del origen de los estímulos. Para desarrollarlos en personas ciegas habrá que hacer uso de sistemas sustitutorios que lleven a cabo un proceso de estimulación táctil cercano o similar al neurobiológico de la visión. Las evidencias científicas demuestran la posibilidad de encontrar los sustratos neurobiológicos de los qualia visuales en ciegos mediante estímulos sensoriales auditivos o táctiles. En un estudio que hemos llevado a cabo, tras exponer a sujetos ciegos a estímulos táctiles de manera repetida y durante un largo período, se ha conseguido activar el lóbulo occipital al mismo tiempo que logrado una sensación subjetiva de qualia visual vinculada a la forma y orientación de estos estímulos hápticos después de un largo tiempo de entrena- miento táctil de líneas (14) (15) (Figura 2). Lo peculiar de estos resultados es que los sujetos videntes, después de un entrenamiento táctil de varios meses de líneas, no consiguieron ver ni tener qualia visual; en cambio sí consiguieron reconocer las líneas en la palma de la mano. Una posible explicación a este hecho es que la estimulación diaria y continuada del sentido de la vista ha conseguido desarrollar grandes áreas cerebrales para la interpretación de los estímulos visuales, y dejado poco espacio cerebral para otras modalidades sensoriales como el tacto. El proceso visual genera una amplia red de conexiones asociadas con áreas visuales distribuidas en la parte posterior de nuestro cerebro, puesto que la información espacial es principalmente visual, y su automatización es tan alta que la implicación del tacto no tiene una respuesta eficiente a dicha red neuronal visual; por eso mismo se hace tan difícil que en una persona vidente se pueda llegar mediante neuroplasticidad a áreas visuales primarias que permitan una sensación visual. Sin embargo, en sujetos ciegos, sean tempranos o tardíos, se observa la capacidad de llegar a áreas occipitales mediante la estimulación táctil pasiva, aunque no debemos obviar que la edad influye notablemente en el grado de rapidez y desarrollo cerebral de las áreas occipitales que han recibido esta estimulación táctil, de tal forma que la activación occipital en el ciego temprano parece reflejar plasticidad crosmodal "pura"; por el contrario, observamos que en individuos ciegos tardíos la activación generada es occípito-temporal, como resultado, probablemente, de la mediación de imágenes visuales adquiridas antes de la ceguera (16-18) (Figura 3). Figura 2. En la imagen se exponen los resultados del análisis de las fuentes cerebrales registradas mediante el electroencefalograma al inicio, mitad y final del entrenamiento táctil pasivo. A: localización de las fuentes bioeléctricas cerebrales de un sujeto ciego en la corteza somatosensorial primaria responsable del procesamiento de la información somatosensorial y del reconocimiento táctil, así como de la corteza auditiva secundaria responsable del reconocimiento verbal auditivo al inicio del estudio. B: localización de fuentes bioeléctricas cerebrales de un sujeto ciego en la corteza somatosensorial secundaria multimodal responsable del reconocimiento de los procesos perceptivos táctiles complejos después de 10.000 estimulaciones táctiles. C: localización de fuentes bioeléctricas cerebrales de un sujeto ciego en la corteza visual primaria responsable del reconocimiento visual después de 500.000 estimulaciones táctiles (en rojo, la máxima actividad estadísticamente significativa en dicha área cerebral). Figura 3. En la imagen se exponen los resultados del análisis de las fuentes cerebrales registradas mediante el electroencefalograma al final del entrenamiento táctil pasivo. A: representa la máxima actividad cerebral localizada en áreas primarias occipitales de una persona ciega que, después de la estimulación táctil pasiva, manifiesta qualia visual. B: representa la máxima actividad cerebral localizada en áreas multimodales parietales de una persona ciega que, después de la estimulación táctil pasiva, no manifiesta qualia visual. C: representa la máxima actividad cerebral localizada en áreas multimodales parietales y frontales de una persona vidente que, después de la estimulación táctil pasiva, no manifiesta qualia visual (en rojo, la máxima actividad estadísticamente significativa en dicha área cerebral).

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