Anales de la RANM
184 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 LA ENFERMEDAD COVID-19 EN LA INFANCIA Y ADOLESCENCIA José Luis Ruibal Francisco An RANM · Año 2020 · número 137 (02) · páginas 179 a 189 son las naso y orofaríngeas. En infecciones graves se pueden tomar de vías respiratorias bajas, esputo, o de aspirado endotraqueal o bronquial y mediante lavado broncoalveolar (32). Los pacientes infectados pueden continuar teniendo RNA detectable del virus semanas después de haberse recuperado sin que ello implique que continúen transmitiendo la enfermedad, o que se hayan reinfec- tado. En el caso de pacientes sintomáticos con alta sospecha de infección en los que la PCR sea negativa, es aconsejable repetirla pasadas 24 a 48 horas de la inicial. Es una t écnica bien establecida, comercia- lizada por multitud de compañías. Tiene elevada especificidad, y sensibilidad. A. 2. Detección del virus. En este caso, la detección no es del material genérico contenido en la cápside sino del virus entero a partir de los llamados antígenos virales. Se determinan las proteínas estructurales: la proteína S, en caso de análisis completo del virus, o la proteína N para detección de partes o fragmentos. Una forma de detectarlo es usar las llamadas pruebas rápidas de detección de antígenos (RADTs, rapid antigen detection tests). Esta valoración es sencilla, aunque muy dependiente de la disponibilidad de anticuerpos específicos, de cuya calidad dependerá una mayor especificidad y sensibilidad del análisis (32,33). A. 3. Técnicas de detección de anticuerpos (IgM/IgG). Analizan la presencia de anticuerpos IgM o IgG frente SARS-CoV-2 en una muestra de sangre, suero o plasma. Se realizan por técnicas de aglutinación indirecta o pasiva mediante inmunofluorescencia, enzimoinmunoanálisis, contrainmunoelectrofo- resis, métodos luminométricos e inmunocromato- grafía. Las hay que detectan los anticuerpos totales y otras que diferencian entre las IgM e IgG, y pueden detectar aisladamente IgG o IgM o ambas en el mismo kit. Se toma una muestra de sangre capilar del dedo del paciente y se interpreta el resultado obtenido de manera instantánea. Las pruebas serológicas que detectan anticuerpos contra SARS-CoV-2 en sangre sirven para saber qué pacientes han tenido una infección previa o actual. El tiempo medio de detección desde que se inician los síntomas es de 12 días para IgM y de 14 para IgG. La fiabilidad de estas pruebas puede variar según el tipo de técnica empleada. Además, la reactividad cruzada con otros coronavirus puede provocar que las pruebas den resultados falsos positivos (32, 33). Los estudios de despistaje a gran escala con pruebas válidas pueden proporcionar un conocimiento mejor de la actividad de la enfermedad, identifi- cando personas no diagnosticadas o asintomáticas, y también individuos con inmunidad. La prevalencia estimada de anticuerpos IgG frente a SARS-CoV-2 en España ha sido de un 5,0% en la 1ª ronda, de un 5,2% en la 2ª y de un 5,2% en la 3ª. En todas ellas la prevalencia es similar en hombres y mujeres, siendo menor en bebés y niños. En personas menores de 18 años la prevalencia ha sido del 3.3% (34). Los detalles de la seroprevalencia por edades y sexos pueden verse en la tabla 3. En lo que concierne al riesgo de reinfección, parece ser que los anticuerpos son protectores, pero no se sabe el tiempo de duración de la protección. Por otra parte, queda por determinar el papel de la respuesta inmune mediada por células. El Sars-CoV-2 parece inducir inmunidad celular por activación de linfocitos T, CD4 y CD8, independientemente de la respuesta humoral. Se cree que la exposición natural al virus o haber pasado la infección, podría prevenir recurren- cias futuras de la enfermedad aún sin presencia de anticuerpos (35). B. Hallazgos de laboratorio. Los más frecuentes incluyen linfopenia, elevación de niveles de aminotransferasa, lactato-deshidrogenasa y marcadores inflamatorios (ferritina, proteína C reactiva y velocidad de sedimentación). La linfopenia es especial- mente frecuente, aunque la cifra de leucocitos total puede variar. También se han observado alteraciones de la coagulación, revelando un estado de hipercoagulabi- lidad con elevación de las cifras de dímero D. Los niveles de procalcitonina están elevados con más frecuencia en los pacientes que precisan cuidados intensivos. Los valores de laboratorio que se suelen asociar con la enfermedad más severa y mayor mortalidad son los niveles de dímero D y la linfopenia (36). C. Diagnóstico por imagen. C. 1. Radiografía de tórax. La radiografía de tórax puede ser normal en las fases precoces de la enfermedad y en los casos más leves. Entre las alteraciones más frecuentes se encuen- tran consolidaciones, opacidades en cristal esmeri- lado con distribución bilateral, periférica o en las bases pulmonares. La afectación pulmonar aumenta durante el curso de la enfermedad, alcanzando un pico a los 10 a 12 días del inicio de los síntomas (37). C. 2. TC (Tomografía Computerizada Torácica). El TC torácico puede ser más sensible que la radiografía, con algunos hallazgos característicos, aunque no se aconseja su empleo sistemático para el diagnóstico de COVID-19, reservándose para el manejo de pacientes hospitalizados complejos. Las alteraciones encontradas comprenden opacidades en cristal esmerilado con o sin consolidación. Otros hallazgos menos frecuentes son una mezcla anárquica de opacidades con engrosamiento de los septos, bronquiectasias, derrame pleural o pericárdico y linfadenopatías. Las alteraciones con frecuencia son bilaterales, de distribución periférica e involu- cran a los lóbulos inferiores. Estos hallazgos, aunque frecuentes en COVID-19, no son patognomónicos de esta enfermedad, sino que se pueden encontrar en neumonías virales de cualquier otra etiología (38, 39). Así como sucede con las radiografías torácicas, el TC puede ser normal también al inicio de la enfermedad,
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