Anales de la RANM
312 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 María Castellano Arroyo LA MEDICINA CIENCIA Y ARTE, SIEMPRE JUNTO AL ENFERMO An RANM · Año 2020 · número 137 (03) · páginas 309 a 314 del enfermo que afronta la muerte desde su dignidad humana, sea cual sea su estado. Según las circuns- tancias del paciente se aplicarán en el hospital, en la residencia de mayores o en el domicilio. También serán beneficiarios en los aspectos que les afectan, los cuidadores, porque como dice Batiz los enfermos necesitan: “ Que le cuiden personas solícitas, sensibles y entendidas, intentando comprender sus necesidades y que, además, sean capaces de obtener satisfacción del hecho de ayudarle a afrontar la muerte…” (23). La historia de los cuidados paliativos, está muy bien descrita en la bibliografía (24). Ya en el Medievo se aplicó el nombre de “hospice” a albergues o lugares para enfermos moribundos. En los siglos XIX y XX fueron los modernos “hospicios” católicos irlandeses e ingleses los que institucionalizaron estos cuidados. Cicely Saunders (25), fundó el St Cristopher's Hospice, cuna de los actuales protocolos de atención a los enfermos al final de la vida. La asistencia a domicilio por equipos especializados (médico- enfermera), los Centros de día y los Equipos de soporte hospitalario para enfermos hospitalizados, completaron estos cuidados. En España, estos cuidados se organizaron desde la oncología, en colaboración con internistas, aneste- sistas, y geriatras. Estos profesionales buscaron la formación específica en el extranjero, sobre todo en Inglaterra y de vuelta a España, pusieron en marcha Unidades de Cuidados paliativos de las que citamos: El Hospital Marqués de Valdecilla en Santander en 1984 (Prof. Sanz Ortiz), el Hospital de la Santa Creu de Vic en 1987 (Dr. Roca y Dr. Gómez-Batiste), el Hospital de la Cruz Roja en Lérida (Dr. Porta) el de El Sabinal en Las Palmas (Dr. Gómez-Sancho) en 1989 y en el Gregorio Marañón (Dr. Núñez-Olarte) en 1991. Otros pioneros de la acción paliativa fueron la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), con su primera Unidad Móvil de asistencia domiciliaria y la Orden de los Hermanos Hospitalarios de San Juan de Dios con la primera Unidad de Cuidados paliativos en el Hospital San Juan de Dios de Pamplona (Dr. Viguria). La SECPAL se ha encargado de difundir la aplica- ción de estos cuidados y protocolizó la asistencia, con una implantación sólida y progresiva (26). Igualmente promovió la formación específica de médicos, enfermeras y auxiliares, en estos cuidados, introducidos, también, en el pregrado y postgrado de Medicina, mediante estancias de Médicos residentes en Servicios de Cuidados paliativos acreditados. A día de hoy, existe un clamor para que los Cuidados paliativos se reconozcan como un derecho de los pacientes con la misma calidad en todos los rincones de España; no es aceptable que más de 70.000 enfermos fallezcan cada año con dolor y sufrimientos. Esta debe ser cuestión previa a la legalización de la eutanasia. Sedación Paliativa . Medida terapéutica propia de los Cuidados paliativos; consiste en administrar un fármaco sedante a la dosis que el enfermo necesita para controlar síntomas no deseados o refractarios de su enfermedad como dolor, insuficiencia respiratoria, agitación, malestar psicofísico, etc. Estos fármacos deprimen el SNC y el nivel de conciencia, lo que afecta, también a centros vitales como el respiratorio y cardiocirculatorio, pudiendo adelantarse la muerte del enfermo (27). Es una actuación médica ajustada al Código de Deontología Médica que lo refleja en su artículo 36.1 y 36.5. Eutanasia . La RAE la define como “ la intervención deliberada para poner fin a la vida de un paciente sin perspectivas de curación, con la acepción segunda de “muerte sin sufrimiento físico ”. La SECPAL la define así: “ Es la provocación intencionada de la muerte de una persona que padece una enfermedad avanzada o terminal, a petición expresa de ésta, y en un contexto médico ”. La Asociación Médica Mundial (AMM), manteniendo la herencia hipocrática es contraria a esta conducta médica, y sostiene en su última convención: "la eutanasia, es decir, el acto deliberado de poner fin a la vida de un paciente, aunque sea por voluntad propia o a petición de sus familiares, es contraria a la ética…” (28). El Código de Deontología Médica dice en su artículo 36.3: “ El médico nunca provocará intenciona- damente la muerte de ningún paciente, ni siquiera en caso de petición expresa por parte de éste”. La terminología referida al final de la vida debe conocerse y utilizarse con precisión, para que el uso de una palabra no dé lugar a equívocos o haga inútil la comunicación o el debate. Una importante recomendación a los profesio- nales sanitarios es el fomento de la expresión de los deseos del paciente en la planificación antici- pada de cuidados para cuando no pueda hacerlo por sí mismo. En el documento puede designar, como representante a la persona de su confianza. Ya se ha dicho que la personalidad hace diferentes a los seres humanos, con reacciones diferentes a los acontecimientos del entorno. Por ello, se debe personalizar el final de la vida para procurar a cada enfermo un trato respetuoso y la atención a sus necesidades afectivas, físicas y espirituales, que proporcionen la vivencia de paz que engrandece a la muerte humana. La formación ético-deonto- lógica base de la Medicina Arte es necesaria en cada acto médico, pero aquí es imprescindible. El enfermo consciente o no, necesita del acompa- ñamiento, el contacto de una mano amiga que transmite amor, fuerza, reconocimiento por una vida entregada a los demás; en esos momentos el medicamento es el calor humano para dejar este mundo en paz. Es un momento especial para la dignidad de la persona; hemos de procurar que nadie muera solo; acompañar en la etapa final de la vida y en la agonía es un deber moral y humano que empieza en la familia, y también en los profesionales sanitarios y en quienes se encuentran, por las circunstancias que sean, junto a una persona moribunda. IV. DISCUSIÓN Y CONSIDERACIONES
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