Anales de la RANM

28 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O SESIÓN NECROLÓGICA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO REINOSO SUÁREZ Francisco González de Posada An RANM · Año 2020 · 137(01) · Supl.01 · páginas 27 Vida Académica 2019 a 33 Desarrolló su labor investigadora en paralelo con una intensa dedicación docente y de promoción de la in- vestigación científica. En su quehacer investigador fue autor de más de 300 publicaciones. En los últimos años ha estudiado de una forma especial las bases neurales del ciclo vigilia-sueño y de las cortezas aso- ciativas como substrato neurobiológico de las funcio- nes cerebrales superiores. Era socio de numerosas so- ciedades científicas de algunas de las cuales, naciona- les e internacionales, fue fundador. Director de 56 Te- sis Doctorales y organizador de numerosos Simposios Internacionales. Impartió más de 100 conferencias en prestigiosos foros científicos extranjeros de Europa y América. Promocionó la docencia y la investigación en Neurociencia en España e Iberoamérica, introdujo la asignatura de Neurobiología en el currículo de Me- dicina de la UAM, tuvo un papel importante en el na- cimiento de la Sociedad Española de Neurociencia y organizó 6 Cursos teórico-prácticos (1983 a 1988) so- bre Neurociencia en Iberoamérica. Fue el primer es- pañol en publicar en Science . Posee la Encomienda (1976) y la Gran Cruz de Al- fonso X el Sabio (1980), y es Doctor "Honoris Causa" por las Universidades de Valladolid (1994), Granada (1997) y Nacional de Educación a Distancia (2002), y Profesor “Ad Honorem” de la Universidad de Monte- video (1996). Recibió los Premios “Santiago Ramón y Cajal del CSIC” (1956), “Nacional de Investigación” (1958), “Eugenio Rodríguez Pascual” (1994) y el ‘Rey Jaime I’ de Investigación Básica (2006). Le fue conce- dida la Medalla de Oro de la Universidad Autónoma de Madrid (2018). Ingresó en esta Real Academia, como Académico de Número, el año 1995, ocupando el sillón nº 31 de Anatomía. El Prof. Reinoso falleció serenamente en la madruga- da del pasado 5 de mayo de 2019. Deseo evocar algunos de nuestros encuentros especia- les a lo largo de los años que hemos convivido en la Academia, recordando diversas ocasiones en las que, con detenimiento, con reposo, con fecundo diálogo, compartimos sentires, pensares, creeres y saberes. 1. Un primer momento de singular importancia en la forja de nuestra amistad fue su presencia en Lanzaro- te, en el verano del año 2002, con ocasión de su par- ticipación en el IV Simposio “Ciencia y Técnica en España de 1898 a 1945. Cabrera, Cajal, Torres Que- vedo” en el que dictó la conferencia “La actualidad de la obra científica de Cajal”. Este sosegado encuen- tro facilitó unas primeras fecundas discusiones que se iniciaron con la expresión de su deseo de asistencia a una misa, cuestión harto difícil en Lanzarote fuera de la hora usual de las conferencias, coincidentes de or- dinario con las celebraciones litúrgicas. No disponía- mos de Google como en la actualidad. Muchas vueltas dimos, aldeas tras aldeas, en búsqueda esperanzada que concluimos con éxito. Diálogo fecundo con el pai- saje extraterrestre lanzaroteño a nuestro alrededor, encuentro de acuerdos y desacuerdos con serenidad y profundidad. Así hablamos extensa y serenamen- te de los para mí problemas que se planteaban la hu- manidad, los científicos y los creyentes de las diver- sas religiones y confesiones, problemas para los que él tenía no sólo respuestas personales sino soluciones seguras, absolutas, verdaderas: el tránsito histórico desde el ‘dualismo cuerpo-alama’ a los actuales ‘ser humano unitario sistémico’ y al dualismo ‘cerebro- mente’; el problema de Dios; el problema de la vida, el problema del logro evolutivo de la inteligencia; los problemas históricos de la gobernanza por Dios del Universo que plantearon Calvino y Newton (Univer- so que a la luz del conocimiento cosmológico actual funciona por sí mismo); del problema del enfrenta- miento de la Iglesia católica con el creyente Galileo en los inicios de la Edad Moderna de la ciencia o de la generación de la ciencia moderna. En resumen, de las relaciones entre ciencia y fe que tanto ocu- pa en la actualidad a tan numerosos foros eclesiás- ticos de las diversas confesiones cristianas. En este marco manifestaba una serena y profunda ansiedad por conocer las dudas y las respuestas actuales, que ofrecen la filosofía y la teología, más elaboradas a la luz de los progresivos conocimientos científicos. Y junto a esto, en inferior plano, ¡cómo no!, el tras- fondo cajaliano. 2. Un segundo momento digno de recordar se presen- tó con ocasión de la publicación de El legado filosófi- co español e hispanoamericano del siglo XX que dirigía el profesor Manuel Garrido, catedrático de Lógica de la Complutense, quien me había pedido que coordi- nara el capítulo 7 dedicado a “El genio filosófico de la ciencia: Cajal, Torres Quevedo, Menéndez Pelayo”. En la primera parte, dedicada a la figura de nuestro Santiago Ramón y Cajal, recurrí a nuestros compañe- ros Francisco Alonso-Fernández, para que escribie- ra una “Historia personal abreviada”, y Fernando Rei- noso Suárez para que escribiera “La obra de Santiago Ramón y Cajal”. Acercamos nuestras impresiones, a veces tan próximas y de vez en cuando disjuntas. Cre- cía nuestra amistad. También escribiría, por mi parte, el Capítulo 19 dedicado a uno de nuestros predece- sores en esta Real Academia: “Julio Palacios, del aná- lisis dimensional a la crítica de la relatividad”. Cele- bramos varios encuentros, con Cajal como trasfon- do, pero con las cuestiones problemáticas que le su- gerían la Neurociencia en particular y las fronteras de la ciencia, así como las manifestaciones de científicos agnósticos en general, siempre en su persistencia por elaborar su concepción de la trascendencia. 3. Otro momento de intensa relación tuvo lugar, con su insistencia, para que lo acompañara a Roma en 2011 a la ordenación sacerdotal de José Manuel Giménez Amaya, compañero que hoy ha presidido la celebra- ción eucarística y que recuerda a Don Fernando como trasmisor de grandes ideales a sus discípulos, de im- pulsor sugerente de altas metas para ellos. 4. ¡Cuántas veces en los prólogos o finales de las sesio- nes de la Academia se dirigía a mi mujer para decirle que la recordaba en su misa diaria porque encontraba una señora que se le parecía y así recuperaba su diálo- go sobre nuestros temas! 3. ACERCA DE NUESTROS ESPECIALES ENCUENTROS

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