Anales de la RANM
31 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O SESIÓN NECROLÓGICA DEL EXCMO. SR. D. FERNANDO REINOSO SUÁREZ Francisco González de Posada Vida Académica 2019 An RANM · Año 2020 · 137(01) · Supl.01 · páginas 27 a 33 El aprendizaje suele definirse como el proceso de adquirir nueva información o conocimiento y habilidades; mientras que memoria , retención o almacenamiento del conocimiento, se refiere a la persistencia del aprendizaje de forma que pueda ser recuperado en un estado posterior. Memoria es por tanto la consecuencia usual del aprendizaje. De esta manera, la memoria no sería en sí ni capaci- dad ni sustantividad, sino ‘hecho’ sorprendente que tiene lugar en un determinado sustrato, en las redes neuronales. En todo caso, la memoria carecería de entidad, aunque podría considerarse como una po- tencialidad del cerebro para acumular y mantener lo que podría llamarse quizás con más precisión, en esta tesitura, ‘lo memoriado’ (expresión y término distin- to de lo usualmente considerado como ‘memoriza- do’). El cerebro tendría así capacidad de memorizar y de acumular un conjunto de conocimiento ‘memo- rizado’, de modo que tanto a dicha capacidad como a lo acumulado podría llamársele Memoria, dos acep- ciones distintas, aunque complementarias, y a fin de cuentas como las utilizamos en Informática. Pero en neurobiología, al menos en esta perspectiva, no sabe- mos qué es o qué pueda ser . Reinoso hace un estudio ‘anatómico’ exhaustivo acer- ca de los mecanismos moleculares y celulares, dice él, ‘de la memoria’. Considera con Fuster (1994), que “la memoria es una función ampliamente distribuida” de modo que “todas las estructuras nerviosas tienen me- moria”. Y así, por su distribución , habla de memoria medular, memoria de la corteza cerebral, memoria vi- sual, memoria sensitiva, memoria motora, memoria cortical; pero también, entre otras clasificaciones, por sus características, de: memorias a corto plazo y me- morias a largo plazo, de memoria declarativa o explí- cita en tanto que episódica o semántica. A modo de síntesis final de esta concepción: Bajo un punto de vista anatómico se ha defini- do toda memoria como una red neuronal, más o menos extensa según su contenido (Fuster). Esta red es una estructura esencialmente asocia- tiva, definida por el conjunto de neuronas que la constituyen y por las conexiones que las unen. Así, la memoria sería sustancialidad y no propiamen- te función. Este discurso de ingreso presentaba un carácter ex- clusivamente científico, punto de partida, desarro- llo descriptivo acerca de la memoria explícita y de las amnesias en sus importantes estudios y en sus ámbi- tos de conclusiones. Quiero decir que en el corpus de su discurso no se hacía ninguna referencia a Dios, a la Iglesia, a la espiritualidad, a la trascendencia, a su fe. ¿Y cómo era esto posible en una cuestión de esta naturaleza y con tanto arraigo cristiano filosófico y teológico? Su fe en la religión católica superaba a su fe científica. Mientras en ésta buscaba verdad, aquella era para él depósito de verdad absoluta y plena. Pero en fecha tan temprana como aquel 1995 , en la ocasión de su ingreso en la Academia, tendría que concluir con un epílogo harto significativo: Tengo que confesar que he estado a punto de utilizar argumentos filosóficos para ofrecer mi visión del hombre. A tratar de entender esta visión he dedicado muchas horas durante mu- chos años, y también, quizás, la mayor parte del tiempo empleado en la preparación de este discurso. Sin embargo, he optado por suprimir esta parte de mi trabajo. Mi formación filosó- fica no está al nivel de mi experiencia en las ciencias positivas y opino que podría ser ‘irres- petuoso’ con esa ciencia si entrase en ese tipo de consideraciones. Pero, necesariamente, tendría que decir algo más: Sí debo, sin embargo, afirmar que todos los ha- llazgos aquí descritos relativos a la memoria humana, fundamentados en el método cientí- fico, son coherentes con mi visión personal del hombre. De esta manera, el profesor Reinoso, primero, ofre- ce una expresión de la absoluta coherencia entre ciencia y fe que mantenía con plena certeza . Pero, segundo, aún hay más en este aparentemente ex- traño epílogo a una extensa disertación científica: ha superado el tradicional dualismo cuerpo-alma y se inserta en la actual visión teológica, filosófica y científica relativa al ser humano. Lo hace con estas palabras: Para mí, el hombre puede explicarse porque en él hay un componente espiritual, que está es- trechamente unido a su cuerpo, que su unión constituye una única naturaleza, la humana. Por tanto, en el caso del hombre esas estructu- ras cerebrales concretas de cuyo funcionamien- to depende la integridad de su memoria, perte- necen al cerebro de un ‘cuerpo espiritualizado’ o un ‘espíritu corporizado’, como ha definido al hombre uno de los pensadores contemporáneos de mayor relieve (Juan Pablo II, 1994). Por tanto, rubrica el tratamiento actual de la conside- ración de “ todo el hombre como unidad indivisible ”. Esos dos principios, la absoluta coherencia ciencia-fe y la unicidad del ser humano , de no fácil asunción vi- tal, colocaban a don Fernando en un lugar psicológico y moral de seguridad, de paz y de íntimo sosiego. Si “Anatomía de la memoria” fue su discurso de en- trada, y sus contribuciones en estos 25 años se han centrado en el estudio del cerebro, focalizado en nu- merosas ocasiones en la vigilia del sueño, su nuevo discurso, que bautizo como de despedida, lo prepa- ró durante muchos años y en torno al cual tuvimos ocasiones diversas de conversar. Lo tenía pendiente. Pero, no en balde, sería él mismo quien recordaría la unidad y no sólo la relación de estos discursos. Escri- biría, tras los cinco lustros académicos: 6. SU DISCURSO FINAL: “EL SER HUMANO DESDE LA NEUROCIENCIA Y LA TRASCENDENCIA”
RkJQdWJsaXNoZXIy ODI4MTE=