Anales de la RANM
37 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O Joaquín Poch Broto An RANM · Año 2020 · 137(01) · Supl.01 · páginas 34 a 38 SESIÓN NECROLÓGICA DEL EXCMO. SR. D. FRANCISCO LÓPEZ TIMONEDA Vida Académica 2019 • a) Definición clara de la especialidad con atribu- ciones y competencias bien establecidas • b) Convertir a la Sociedad en un lugar de encuen- tro científico regular y de alto nivel • c) Promoción de líneas de desarrollo e investiga- ción tanto desde un punto de vista instrumental como farmacológico. Al mismo tiempo el sustento económico que necesitan estas organizaciones fue una preocupación constante y no debió tener mala fortuna en este aspecto porque fue capaz de dotar de una nueva sede a la SEDART. Esta forma de enfocar los problemas con un análisis de la situación y una proyección de objetivos muy bien establecidos, ponen de manifiesto a un hombre muy inteligente. Inteligencia, quiero añadir, que puso al servicio de un proyecto intelectual bien estructurado y en el que su enorme sociabilidad fue el complemento emocional indispensable. Entre 1990 y 2005 fue además Presidente de la Comi- sión Nacional de la Especialidad. Era un terreno que conocía bien porque había entrado en la misma unos años antes. Por aquellos años se planteaban diversos problemas que debían resolver las comisiones: la convalidación de títulos y otros muchos asuntos menores, pero había un negocio de gran importancia que además quedaba casi al arbitrio único de cada comisión, me refiero a la elaboración del famoso libro amarillo, en el que junto con el temario que ya de por si era su- ficiente declaración de intenciones, en el preámbulo se establecía la definición genérica de la especiali- dad en cuestión. De esta forma y en este sentido la presidencia de la Sociedad y la de la Comisión fueron complementa- rias para su propósito de fijar el campo de acción de la Anestesiología, reanimación y terapéutica del dolor. Al respecto quiero señalar su gran realismo, nunca entró en guerras perdidas de antemano ni perdió el tiempo con polémicas inútiles con especialidades de vecindad. Solo pensando en lo que representan estos dos car- gos y lo que hizo con ellos nos damos cuenta que durante muchos años López Timoneda se convir- tió en el anestesista más influyente de nuestro país. También hay que decir, para hacerle justicia, que ejerció esa influencia con mesura, nunca en bene- ficio propio y siempre en beneficio de la rama de la Medicina que ejerció. Hay un tercer cargo, el de Director Médico, que quizás sea menos importante para el interés gene- ral, pero de suma trascendencia para todos los que fuimos sus compañeros en el Hospital Clínico San Carlos. Cada hospital tiene sus propias dinámicas, su his- toria, sus costumbres y también su escala de valo- res. En el Clínico la adscripción universitaria de más de 300 años es capital. Por lo tanto, la docencia y la investigación podrían haber producido un cier- to desequilibrio sobre la asistencia, si no fuera porque se enseña e investiga asistiendo. Pero hay que reconocer que determinadas cuantifica- ciones de la asistencia, como listas de espera, estan- cias medias, etc. no se encontraban en el núcleo duro de nuestra cultura y esto es algo que era imprescin- dible adquirir si queríamos ser competitivos. Paco contribuyó de forma muy importante en esta tarea. Fue nombrado Director en 1998 y los servicios qui- rúrgicos lo recibimos como si alguien hubiera abier- to la ventana. Para un internista o para cualquier es- pecialista no quirúrgico, cuando hay que pasar de las terapias medicas a la cirugía, su libro les dice es- cuetamente "se realizará tratamiento quirúrgico". Con 4 palabras se resumen años de entrenamien- to, de afrontar el riesgo y asumir el fracaso de una forma tan manual como tangible y aunque la com- prensión cognitiva se acaba imponiendo, se hable con quien se hable, el cirujano siempre que se en- cuentra con alguien del equipo, percibe una com- prensión previa, una comprensión emocional que hace del dialogo algo más espontaneo, más fluido y más resolutivo. Hasta su cese voluntario en 2002 el Hospital sufrió una transformación profunda primero con Equiza y luego con Soto como gerentes. Se confeccionó un Plan Estratégico, la Fase I del Plan Director, se creó la Fundación de Investigación, el Instituto Cardiovas- cular, las unidades de corta estancia y muchas más cosas en las que derrochó trabajo, inteligencia e ilu- sión. No fue un Director corriente. Yo lo recuerdo como uno de los mejores. Ayer mismo, su hospital le rindió homenaje poniendo su nombre a una de las aulas del Pabellón Docente, que se construyó duran- te su etapa como Director. Hemos visto hasta aquí al Timoneda afable, com- prensivo, gran organizador, pero era también hom- bre de principios que defendía con fortaleza cuan- do era necesario. Lo demostró en diversas ocasiones. Una de ellas muy sonada, por cierto a raíz de unas sedaciones irregulares en un hospital de Madrid, no doblegó su opinión frente a las presiones de todo tipo que tuvo que sufrir, y así como fue un gran de- fensor de los cuidados paliativos, sus opiniones so- bre la eutanasia se expresaron con contundencia en dos artículos del 2007 y 2008. La relación de López Timoneda con la Academia viene de largo. Ingresó como Académico correspon- diente honorario en 1996 con un discurso titulado "Magnitud del Dolor en la Sociedad actual", don- de hizo un repaso sobre el estado de la cuestión y se abordan aspectos muy prácticos sobre lo que es una clínica de dolor, asistencia domiciliaria y docencia sobre el tema, desde esa fecha acudía con regulari- dad a todas las sesiones y se convirtió por así decirlo en el Anestesista de la Casa Ingresó como Académico de Número el 17 de Febre- ro de 2015 con un discurso que es un repaso enciclo- pédico sobre la historia, desarrollo y estado actual de su especialidad. En cierto sentido es una síntesis
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