Anales de la RANM
203 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 CHAGAS CONGÉNITO Sosa-Estani S, et al. An RANM. 2021;138(03): 201 - 2 07 Los programas de control de los países endémicos trabajan de forma articulada desde 1992 y de forma progresiva en Iniciativas Regionales con el objetivo de eliminar la transmisión vectorial y por transfu- siones de sangre (10). Los avances realizados en los países endémicos desde principios de la década de los 90 en el control vectorial han reducido la incidencia de la transmisión por el vector en amplias zonas de América (11). Además, se ha incorpo- rado el tamizaje universal en los bancos de sangre de todos los países considerados endémicos por la presencia del algún tipo de vector transmisor. El gran desafío en el control de la enfermedad sigue siendo la detección temprana y el tratamiento de las personas con la infección. Actualmente, los dos fármacos tripanocidas disponibles (benznidazol y nifurtimox), tienen una altísima eficacia en las formas agudas de la infección en todas las edades, una elevada eficacia en las formas crónicas en jóvenes y niños, y menor eficacia en adultos que estén cursando la fase crónica (6). A pesar de que el diagnóstico temprano es vital para alcanzar la mayor eficacia terapéu- tica antiparasitaria, la mayoría de las personas que han contraído la infección lo desconocen porque alrededor del 70 % de todas las infecciones crónicas se tornan asintomáticas, lo cual anula la necesidad de que las personas busquen los servicios médicos. A lo anterior se agrega la falta de conocimiento social de la enfermedad y los niveles muy bajos de cobertura en cuanto a diagnóstico y tratamiento (12). Se estima que entre 8000 y 15 000 recién nacidos contraen la infección durante la gestación, la mayor parte de ellos en América Latina, lo que hace que la vía congénita sea actualmente una de las princi- pales formas de transmisión en muchos países y cause la tercera parte de las infecciones nuevas observadas (13). Por ello, centrar la atención en prevenir esta vía de transmisión es esencial para acelerar los avances en el control y la eliminación de la enfermedad a nivel global (6). La detección temprana de infecciones en niñas y mujeres en edad fértil y su tratamiento para prevenir la transmisión congénita en futuros embarazos, así como el diagnóstico de mujeres embarazadas ofrecen una posibilidad estratégica para reducir la transmisión que, según la nueva Hoja de Ruta para las ETD de la OMS, se espera lograr en un 37 % de los países afectados en la década actual. Además, este esfuerzo permitirá detectar, tratar y curar a todos los niños nacidos de mujeres que tengan la infección. Así mismo, la detección temprana en este grupo de personas permite ampliar el universo de cobertura de atención integral a toda la población afectada. La hoja de ruta de la OMS señala la meta de que un 75 % de toda la población afectada tenga tratamiento en 2030. Además, la OPS establecía en 2019 la meta de eliminar el Chagas congénito como «problema de salud pública». Esa meta incluye también los objetivos del Marco para la Eliminación de la Transmisión Materno- infantil del VIH, la sífilis, la hepatitis y Chagas, (ETMI-Plus), impulsado por la OPS en 2017 (14). La inclusión de una enfermedad desatendida entre los tamizajes rutinarios de otras enferme- dades prevalentes fue uno de los primeros pasos en la tendencia global a impulsar iniciativas integradas que faciliten el acceso al diagnóstico y el tratamiento de varias enfermedades priori- tarias para que estas puedan ser eliminadas. Con la ETMI-Plus se aspira a alcanzar a que un 90 % de las madres y sus hijos reciba los cuidados pertinentes, incluidos diagnóstico, tratamiento y vigilancia (15). El diagnóstico y la participación de las mujeres cobra especial relevancia por el papel activo que suelen desempeñar en el cuidado de la salud a nivel familiar y comunitario, especialmente en las zonas remotas más afectadas. Para materializar los avances, tanto en el control materno-infantil como en el acceso a la atención integral de toda la población afectada, son necesa- rias estrategias y herramientas adaptadas a contextos de difícil acceso para el personal y las estructuras de salud (16). Con las herramientas actuales de diagnóstico y tratamiento, se puede llegar a la población que necesita dichos avances, pero sin duda, la mejora en la aplicación de diagnósticos de alta calidad, rápidos y confirmatorios, así como una reducción en el régimen de tratamiento (de los dos meses actuales a quince días) puede facilitar el manejo de la enfermedad de forma descentralizada y en el primer nivel de atención, el cual debe contar con infraestructura adecuada y recursos humanos capacitados (17). Actualmente se están ensayando formas de simpli- ficar el diagnóstico en mujeres, comparando las actuales pruebas serológicas en unidades sanita- rias hospitalarias con el uso de dos pruebas rápidas en los centros de salud de primer nivel (18). De la misma forma, se están ensayando técnicas moleculares para incrementar las posibi- lidades de diagnosticar la infección congénita en el recién nacido (13). El diagnóstico de mujeres en edad fértil o embara- zadas exige acciones proactivas dada la prevalencia de la forma clínica (asintomática) de la infección en la fase crónica, sin patología demostrada. La detección precoz del recién nacido exige también la búsqueda activa, ya que alrededor del 65 % de los niños nacidos con infección congénita también son asintomáticos u oligosintomáticos. Esto implica perder la oportunidad de realizar un diagnóstico clínico. Alrededor del 35 % de los recién nacidos puede presentar formas clínicas evidenciables, algunos de ellos con formas graves y/o fatales tales como una meningoencefalitis o una miocarditis si no se diagnostica oportunamente (19). El diagnós- tico y tratamiento oportunos reducen este perfil clínico, aproximadamente, al 10 % (20). HACIA EL CONTROL DE LA TRANSMISIÓN MATERNO- INFANTIL
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