Anales de la RANM

34 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O Pedro Guillén García SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL PROF. JUAN JIMÉNEZ COLLADO An RANM. 2021;138(01).supl01: 28 - 36 PRIMEROS LATIDOS DE LA VIDA El segundo y gran trabajo de investigación lo presentó en la Sesión Inaugural del Curso Académico 2011 de nuestra Academia que consti- tuyó uno de los actos más relevantes y emotivos que protagonizó el Prof. J. Jiménez Collado en defensa de la vida, tuvo lugar en esta misma sala (18 de enero de 2011) el discurso que pronunció lo tituló: “Biología del desarrollo e identidad del embrión humano” Esta sala en la que nos encontramos, llena de autori- dades académicas y políticas, una vez acabado su largo, emotivo y muy científico discurso, puesto en pie mostró con una muy larga ovación su conformidad a la defensa de la vida y a sus muy sólidos argumentos científicos desarrollados por el conferenciante para justificar su tesis. El proceso de autocreación que denominamos Desarrollo Embrionario, ha de ser interpretado como la transcripción del mensaje inscrito en los cromosomas del gameto cuya realización es el paso de potencia a acto en el devenir autoforma- tivo propio de los seres vivos. Esta dialéctica entre potencia y acto, entre promesa y realidad, es en el fondo el marco de la síntesis temporal de la vida, y aún más en su inicio. Actitud valiente por exponer sus ideas sobre el origen de la vida de forma tan contundente, con fuerza, pasión y con referencias a la Iglesia Católica, pero eso sí, apoyadas en amplísimos conocimientos sobre embriología humana en el campo experimental. La Embriología ha contribuido entre otros hechos de la Ciencia Médica con la formulación de numerosas ideas sobre las cuales se forma nuestro concepto de materia viviente. Hoy sabemos cómo las células reproductoras aportan tan excelente material que las leyes fundamentales de desarrollo pueden deducirse rápidamente del conjunto de información que nos dan. De hecho, los dos elementos en la reproducción sexual representan el fundamento, síntesis y origen de un nuevo ciclo vital. La Embriología, a través de los siglos ha elaborado un frondoso conjunto de conocimientos que evidencia la insaciable curiosidad humana respecto a sus orígenes “ Quien vea las cosas desde su comienzo tendrá de ellas la mejor y más perfecta imagen” aseveraba ya Aristóteles que fue el primer autor de un tratado de Embriología, cuya amplia visión de la naturaleza viviente se adelantó mucho a su época. No obstante, el criterio morfológico continuó siendo fundamental pues la Embriología es eminen- temente una ciencia de la forma o quizá mejor de la génesis y transformación dinámica de la forma. Nace así la Embriología Experimental, donde el investigador deja de ser un mero observador para intercalarse en el proceso cuya causa trata de averiguar. Se puede decir que el avance en la Ciencia y en la Embriología, especialmente, se realiza de una manera discontinua, por brotes. En la segunda mitad del pasado siglo hemos asistido a un mayor y mejor conocimiento del origen de la vida; sin embargo, no hay que olvidar que la fecunda- ción o singamia fue observada por primera vez por Hermann y Hertwing en 1875. Una vez producida la fusión y singamia, se inicia una cascada de procesos que codifican el normode- sarrollo, procesos a los que hemos contribuido a su estudio y génesis formal: así aparece la fase de totipotencialidad, blastocística, preimplantación, hojas germinales, polaridad, línea primitiva… todos y cada uno de estos procesos integrados, orientados y coordinados en una única determina- ción morfogenética. El periodo organogénico embrionario finaliza a los 60 días, cuando el embrión tiene 30 mm; a partir de este momento se inicia el periodo fetal, periodo en el que todas las estructuras y órganos están claramente definidos. Nada mejor que dos preguntas: ¿desde cuándo, desde qué momento se ha de aceptar científica- mente que el embrión tiene vida? Y la segunda: ¿es el embrión humano una persona, un ser humano? Y si es así, ¿existen criterios o mecanismos biológicos que puedan determinarlo? Este embrión humano ha adquirido y es poseedor de estructuras, formaciones y caracteres del ser humano, procesos que no eliminan la fase anterior sino que la integra y desarrolla de modo armónico y controlado en un determinismo orientado hacia una finalidad proyectada. Ha sido establecido y es por todos científica- mente aceptado que nada es anterior al embrión; en el estadío que precede al embrión solo hay un espermatozoide y un ovocito; sabemos y ya lo hemos comentado que solo en la fecundación, estas células se transforman en un cigoto que es un embrión unicelular, estamos pues ante el embrión de una sola célula que se desarrollará iniciando un camino único e irreversible del que emergen formas, estruc- turas, sistemas… tanto morfológicas como molecu- lares nuevos antes inexistentes. Si la ausencia del latido cardiaco está conjuntamente con otros datos y parámetros, aceptado como signo de muerte aunque hoy prime el electroencefalo- grama plano, es evidente que la existencia del latido cardiaco con regularidad y frecuencia rítmica, ha de ser, es, considerada como signo de vida o si se quiere manifestación de vida. A partir de embriones humanos de 2,3 mm 20-22 días, hemos descrito la presencia de un corazón funcional cavitado, contráctil. Cuando aún no tenemos ni brazos, ni piernas, ni riñón, ni retina, ni oído, ni grandes articulaciones: cadera, columna vertebral… dio el primer latido

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