Anales de la RANM
41 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL PROF. FRANCISCO ALONSO FERNÁNDEZ Manuel Díaz-Rubio García An RANM. 2021;138(01).supl01: 40 - 46 la inteligencia fluida, y al genio por su caudal en la capacidad creativa. Un día, hablando de este libro, le pregunté que en que grupo se incluiría él. Me miró sonriendo y me dijo: “Tú… cómo me ves? No me dejó contestarle y con gran elegancia cambió la conversación. Yo diría, y le conocía bien, que sin señalar ninguno de tales atributos el profesor Alonso Fernández rezumaba conocimientos no al alcance de cualquiera, tenía una gran inteligencia y su capacidad creativa era enorme. Lo tenía pues todo: sabiduría, inteligencia y genialidad. Saquen ustedes las conclusiones. Me gusta repetir, como he dejado constancia en mis libros sobre Médicos Españoles de siglo XX y esta Real Academia, que para pasar a la historia de la medicina se deben dar determinadas condiciones como, la relevancia de los puestos de responsabi- lidad que desempeñó en el ámbito de la medicina y la universidad, su aportación científica, la obra escrita, la formación de escuela, haber destacado sobremanera en su especialidad, así como el reconocimiento de la comunidad científica y de la sociedad en general. No cabe duda de que, en el caso de Francisco Alonso Fernández, todas estas condiciones están presentes, por lo que se trata de alguien que pasará con letras de oro a la historia de nuestra medicina. El profesor Francisco Alonso Fernández nació en Oviedo el 13 de febrero de 1924. Su padre, Crisanto Alonso Pérez, al que nunca pudo olvidar por cuanto significó en su vida, fue concejal del Ayuntamiento de Oviedo entre 1931 y 1936, afiliado a Izquierda Republicana, miembro de la masonería, implacablemente perseguido tras la Guerra Civil. Al comienzo de ésta un veraneo en Colombres le salvó la vida, al no encontrarle los insurrectos ni en su vivienda en Oviedo ni otros lugares. De ello no pudo librarse su hermano mayor, que fue fusilado. Tras la guerra, desposeído de todos sus bienes y un tiempo en la cárcel, permaneció oculto en Madrid hacién- dose pasar por tío carnal de nuestro admirado académico, conviviendo como compañeros de habitación en diferentes pensiones familiares durante sus estudios de medicina en la vieja Facultad de Medicina de Atocha. Todos estos hechos, vividos en primera persona, dejaron sin duda una profunda huella en su vida, pero en modo alguno le llevaron por al camino del resenti- miento y la venganza. Tras el fallecimiento de su padre en 1954 optó, tras un proceso de reflexión, por la discreción y el “silencio político”. Francisco Alonso Fernández realizó sus estudios primarios en el Colegio de los Maristas de Oviedo, posteriormente pasó al Instituto Jovellanos y completó el bachillerato en la Academia Politéc- nica y en la Academia Hispania de Oviedo. Inició la carrera de Medicina en Madrid en 1941, terminándola en la de Salamanca a donde marchó para estar cerca de la que sería la mujer de su vida, Mary, Mª Dolores San Martín. Siempre recordaba que su vocación por la medicina partió, desde su juventud, por el comportamiento ejemplar de los médicos, bien fueran de unas ideas o de otras. En su vocación por la psiquiatría influyó, además de su visión antropológica, el haber asistido algunas temporadas a un sanatorio psiquiátrico en Oviedo que dirigía un tío carnal suyo. En 1948, recién acabada la carrera comenzó a trabajar como médico de guardia en el Hospital Psiquiátrico La Cadellada en Oviedo. Sin embargo, deseoso de saber más y formarse mejor se trasladó a Madrid, primero a la cátedra de Vallejo Nájera, la cual pronto abandona tras ser testigo de un discurso excluyente, incorpo- rándose a la de Juan José López Ibor. En ella trabajó junto a Bartolomé Llopis, al cual pronto le unió no solo su sabiduría científica, sino una ideología social y liberal más cercana a su pensamiento. Sin embargo, esta decisión de formarse en Madrid pronto se interrumpió al ser nombrado en 1949, por concurso-oposición nacional, Jefe de los Servicios Provinciales de Higiene Mental y Toxicomanías del Instituto Provincial de Sanidad de La Coruña. Allí comenzó a desarrollar todo su potencial creando estructuras modernas, como un club de sociote- rapia, y prestando una muy especial atención a la psiquiatría social. Ahí inició sus estudios sobre el alcoholismo, con tal pasión y sumergiéndose tanto en los problemas derivados de esta adicción que algunos pacientes le preguntaban si él también era alcohólico. La Universidad. La Cátedra. Su vida universitaria comenzó al ser nombrado profesor ayudante de clases prácticas en 1955 en la Cátedra de Farmacología en Santiago de Compos- tela. Este nombramiento era para él capital, pues le permitía tras tres años de docencia poder presen- tarse a oposiciones a cátedra, su gran ilusión. Para completar su formación en 1959 trabajó junto a Manfred Bleuler, en la Psychiatrische Universi- tätklinik en Zurich y ese mismo año leyó su tesis doctoral, Alteraciones psíquicas y neurológicas en la intoxicación por manganeso , dirigida por Juan José López Ibor. En 1969, tras diversos avatares no exentos de cierto cariz político, accedió a la Cátedra de Psiquia- tría de la Universidad de Sevilla, la primera en la historia de esa Universidad. Encargado además de la asignatura de Psicología, su labor en la cátedra fue asombrosa, creando estructuras hasta entonces desconocidas, destacando entre otras la creación de la Escuela Profesional de Psiquiatría (1970), la especialidad de Psiquiatría en la Escuela de Ayudantes Técnicos Sanitarios (1971), la Escuela de Piscología para Asistentes Sociales (1974) y la Cátedra de Psiquiatría Infantil (1975). Además, durante su estancia en Sevilla impartió multitud de cursos monográficos del doctorado y otros abiertos, así con congresos y diversas reuniones con especialistas. Aunque feliz en Sevilla, y lleno de dudas en cuanto a sus opciones, en 1974 optó a la cátedra de Psiquia- tría de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Con apenas cumplidos los 50 años, tanto prestigio y un largo recorrido
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