Anales de la RANM

42 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL PROF. FRANCISCO ALONSO FERNÁNDEZ Manuel Díaz-Rubio García An RANM. 2021;138(01).supl01: 40 - 46 por delante en su reto universitario, no tenía otro camino. Sabía de las dificultades, de no ser bien acogido por algunos de los más influyentes en esos momentos, pero las dificultades nunca fueron un obstáculo para sus retos e ilusiones. Hasta 1977 no tuvo lugar la resolución del concurso que ganó sin lugar a discusión. Tenía veinte años por delante para seguir con sus objetivos universitarios. Sin embargo, en el año 1984 a instancias del Gobierno de la Nación se aprobó en el Parlamento y publicó en el BOE la Ley de Medidas para la Reforma de la Función Pública que obligaba a la jubilación a los 65 años de todos los funcionarios sin distingo a la condición docente. Un palo para el profesor Alonso Fernández y el estamento universitario. Esa calculada ley de jubilación anticipada, para regocijo de muchos y la tristeza de los mejores, destrozó la univer- sidad y acabó con una generación de intelectuales del máximo nivel en este país. La Real Academia debería en algún momento analizar las hondas repercusiones que en todos los órdenes tuvo esta iniciativa gubernamental. Cuando ello ocurre el profesor Alonso ya había trasformado la Cátedra y el Servicio de Psiquia- tría del Hospital Clínico de San Carlos, dejando constancia de su nueva forma de entender la psiquiatría y el manejo de los pacientes psiquiá- tricos. Que tuvo dificultades y obstrucciones a su forma de concebir la especialidad no fue nada nuevo en la historia de la Universidad. Su irrupción en la Cátedra y Servicio fue como un gran terremoto que no todos sus miembros veían con buenos ojos, ya que sus objetivos de cambio chocaban con sus ideas conceptuales de la psiquiatría que no eran compar- tidas ni asumidas por ellos. En este sentido siempre recordó el gran apoyo que tuvo del profesor adjunto Carlos Carbonell, académico correspondiente de esta Real Academia, gran psiquiatra y hombre excepcional. El profesor Alonso Fernández hablaba de cambios importantes no solo en la organización psiquiátrica sino en la profundización en la psiquiatría social, la importancia de la transhistoria , los nuevos modelos clasificatorios de las depresiones, la comprensión y manejo de las adicciones, la salud mental, o la profundización en la enfermedad y el hombre libre, entre otros objetivos. Dentro de los muchos cambios que realizó en la organización de la Cátedra y Servicio quedan para la historia la independización del hospital de día de la hospitalización, la modificación de la atención de las urgencias psiquiátricas y la revisión de los tratamientos mecánicos de sujeción, así como un cambio profundo en las largas hospitalizaciones. Estas tres metas pronto las vio cumplidas no sin ciertas dificultades. A pesar de que sus éxitos y reconocimientos fueron enormes, le quedaron algunos sinsabores que siempre recordó. El primero fue la falta de colaboración de algunos de los más destacados miembros de la Cátedra y Servicio, que suplió con la absoluta implicación de gente joven llena de ilusión. El segundo de ellos fue la desaparición de la Escuela Profesional de Psiquiatría y su sustitu- ción por el sistema MIR. El MIR le parecía bien pero no entendía la supresión de las Escuelas que tanto prestigio daba a la Psiquiatría española en el mundo latinoamericano, si bien reconocía que posiblemente no era igual en otras especia- lidades. Un tercer sinsabor fue el no haber podido completar la unidad de tratamiento de las adicciones que trató de montar. Problemas internos, de índole muy diversa, fundamental- mente con la metadona le llevaron tras un largo tiempo de lucha al abandono de dicho proyecto, más por imposición superior que por voluntad propia. El cuarto sinsabor fue la jubilación en 1990, a los 65 años. Pero…, esta jubilación no acabó con él como en otros muchos casos, sino que siguió trabajando con enorme intensidad. Ya no tenía el poder de la Cátedra ni del Servicio, pero sí el de la libertad, tal como la entendía, y ello le permitió abordar nuevos proyectos, siempre de carácter innovador. Tras esa injusta jubilación aún vivió 31 años, en los que cada uno de ellos fue testigo de nuevas e innovadoras aportaciones. Su obra Tarea imposible, inabordable, es querer por mi parte, en esta sesión necrológica, condensar su extensa, profunda e innovadora obra y su repercusión en la vida universitaria, científica y académica. La obra de Alonso Fernández no es una sucesión de acciones y publicaciones desconexas. Se trata de la consecución de un objetivo que gira alrededor de la libertad dando a cada acción o publicación un claro sentido. Su idea del hombre libre le lleva a introducirse en el hombre enfermo, precisamente para que recupere su libertad. Es difícil entender la aportación de Alonso Fernández sin sumergirse en los momentos y vivencias que le tocó vivir, desde la vertiente personal con experiencias terribles, hasta la Guerra Civil española y la II Guerra Mundial. Vio y vivió lo que era la pérdida de la libertad en el ser humano y atisbó en la medicina un gran campo para profundizar en ella y devolver al paciente la autonomía perdida. Él mismo dejó escrito, como estímulo para su vocación, que “ Entre los escasos rasgos positivos compartidos por ambos costados bélicos se inscribe con letras de oro la acerada profesionalidad y profundo sentido humanitario presentes en la conducta de los médicos republicanos y nacionales ”. Pero además surgió en él un problema, que trató de solucionar sin éxito, como fue la búsqueda de mejorar su formación al lado de los más reputados maestros. Tras su decepción, en Madrid, con Vallejo Nájera, como ha sido comentado, por disiden- cias importantes entre ambos, y el vacío de los

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