Anales de la RANM

102 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 PIROPOIQUILOCITOSIS HEREDITARIA Escribano Serrat S, et al. An RANM. 2022;139(01): 100 - 103 en las hemoglobinopatías inestables. Y por otra parte, la realización de un correcto diagnóstico diferencial con aquellas patologías que pueden presentar poiquilocitos microcíticos, siendo éstas principalmente las anemias megaloblás- ticas y los síndromes talasémicos severos como la enfermedad de la hemoglobina H, la β-talasemia mayor o la epsilon gamma delta beta talasemia heterocigota. En este diagnóstico diferencial será crucial no solo la edad y sintomatología del paciente, sino también la presencia de otras alteraciones morfológicas asociadas (pleocario- citos, dianocitos, cuerpos de Heinz, punteado basófilo, cuerpos de Howell-Jolly, etc.). Además, el empleo del test EMA puede ser de utilidad en la orientación diagnóstica, ya que desvela una población con fluorescencia disminuida corres- pondiente a los hematíes fragmentados [6-8]. El diagnostico definitivo se realiza mediante la identificación de las mutaciones por medio de secuenciación masiva. Las más frecuentes se encuentran en el gen STPA1 en homoci- gosis o doble heterocigosis. Sin embargo, es importante destacar el papel del alelo LELY en esta patología. Este alelo, presente en un 20-30% de la población, se produce por una deleción de la zona terminal de la α-espectrina dificul- tando la unión de la misma con la β-espectrina. Esta alteración ofrece una ventaja adaptativa a la α-espectrina producida por el otro alelo. En pacientes con mutaciones, como en nuestro caso, la presencia del alelo LELY favorece la unión de la α-espectrina mutada, produciendo clínicamente mayor hemólisis a la esperada para un individuo heterocigoto y morfológicamente la presencia de poiquilocitos microcíticos [9-10]. Entre los individuos con diagnóstico de PPH se ha identificado un subgrupo de pacientes que presentan anemia grave al nacimiento con mejoría hematimétrica progresiva entre los cuatro meses y los dos años de edad, modificando su fenotipo desde una PPH a una eliptocitosis congénita leve, como en el caso expuesto. Estos pacientes se han clasificado clínica y morfológicamente por algunos autores como eliptocitosis congénita común con poiquilocitosis infantil. Esta evolución se ha relacionado con el contenido de 2,3 difosfoglice- rato (2,3-DPG) de los hematíes. En los neonatos el contenido libre de 2,3-DPG está aumentado a consecuencia de la baja afinidad por la hemoglobina fetal. Esta molécula debilita las uniones entre espectrina, actina y proteína 4.1 agravando el defecto y produciendo un fenotipo similar al de un paciente homocigoto. Por el contrario, a partir de los cuatro meses de edad el 2,3-DPG quedará fijado a la hemoglobina A por la que presenta alta afinidad. Esto disminuirá el contenido libre del mismo permitiendo la expresión de un fenotipo acorde al genotipo del paciente [1,4,10]. En conclusión, la PPH es una causa, aunque infrecuente, de anemia no inmune en el recién nacido. El conocimiento de esta patología nos ayudará a mantener una alta sospecha, siendo la morfología esencial para la realización de un correcto diagnóstico diferencial y en la orientación del estudio molecular del paciente. Un subgrupo de individuos con PPH presentará un curso favorable hacia lo que se ha definido por algunos autores como eliptocitosis congénita con poiquilocitosis infantil. Figura 2. Panel A- F; tinción Wright-Giemsa. Objetivo 100x, ampliación 1000x. A-B: Frotis de sangre periférica a los 6 meses. C-D: Frotis de sangre periférica al año. E-F: Frotis de sangre periférica a los 2 años.

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