Anales de la RANM

34 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 ENFERMEDAD INFLAMATORIA INTESTINAL EN 2022 López Roldán, et al. An RANM. 2022;139(01): 31 - 35 Una vez logrado el control del brote y la remisión clínica, debemos encargarnos de que ésta se mantenga. En caso de haber logrado controlar la clínica con los aminosalicilatos, se mantienen estos a largo plazo. Si hemos inducido la remisión con cualquiera de los otros fármacos, salvo los corticoides, parece lógico continuar con los mismos, ya que también son capaces de mantener a nuestros pacientes sin brotes. Aunque nos hemos situado en un escenario de ‘no respuesta’ a la corticoterapia, es habitual que los pacientes respondan al tratamiento esteroideo. De hecho, existe un subgrupo de pacientes en los que la suspensión o la reducción de dosis provoca una reaparición de los síntomas; estamos dentro del escenario denominado corticodependencia. No nos enfrentamos a un problema de respuesta a corticoides, sino a que no somos capaces de mantener a nuestro paciente asintomático sin tener que recibirlos. Los fármacos inmunomodula- dores (azatioprina, mercaptopurina o metotrexato) ayudan a disminuir las necesidades de corticoides, lo cual les confiere su principal indicación. Estos medicamentos son capaces de inducir remisión, pero lo hacen de una forma lenta, por lo que actual- mente no se recomiendan para la inducción de remisión. Sin embargo, sus aplicaciones se están expandiendo, ya que, hoy, sabemos que su asocia- ción a algunos fármacos anti-TNF (especial- mente, el infliximab) protege de la generación de anticuerpos, y, por ende, del fracaso a dicha terapia (el llamado ‘fallo secundario’). Los fármacos biológicos también pueden utilizarse para evitar la corticodependencia. En el brote de enfermedad de Crohn, también será relevante conocer el segmento del tracto digestivo afecto y la gravedad medida por los índices de actividad de la enfermedad. Sin embargo, el factor que más va a determinar el arma terapéu- tica a elegir va a ser el patrón de afectación que predomine (como ya hemos mencionado, estos pueden coexistir). Las formas inflamatorias de enfermedad de Crohn se van a tratar, en función de la gravedad, con corticoides de acción local (especialmente, budesónida en las formas leves o moderadas, con afectación de íleon y/o colon ascendente) o corticoides de forma sistémica (en las formas más severas). De nuevo, en casos corticorefractarios, se debe realizar la inducción con anticuerpos monoclonales anti-TNF, usteki- numab o vedolizumab. Al igual que en la colitis ulcerosa, la inducción no debe intentarse con fármacos inmunomoduladores exclusivamente, y estos deben asociarse con el infliximab para evitar Tabla 2. Fármacos más utilizados en la Enfermedad Inflamatoria Intestinal. Colitis ulcerosa Enfermedad de Crohn Antibióticos (1930-1940s) Antiinflamatorios Aminosalicilatos (1940s) Corticoides (tópicos y sistémicos) (1950s) Inmunomoduladores Tiopurinas (mercaptopurina, azatioprina) (1960s) Metotrexato (1980s) Ciclosporina (1990s) Fármacos biológicos (molécula que bloquean) Infliximab (2006) (anti - TNF) Infliximab (2003) (anti - TNF) Adalimumab (2012) (anti - TNF) Adalimumab (2007) (anti - TNF) Golimumab (2013) (anti - TNF) Vedolizumab (2014) (anti-integrina) Vedolizumab (2014) (anti-integrina) Ustekinumab (2019) (anti IL-12 y 23) Tofacitinib (2018) (anti JAK1,2,3) Ustekinumab (2019) (anti IL-12 y 23) Entre paréntesis, año de aprobación en Europa para uso en cada enfermedad (fármacos biológicos) y década de inicio de uso (fármacos antibióticos, antiinflamatorios e inmunomoduladores).

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