Anales de la RANM

44 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 CIRUGÍA UROONCOLÓGICA EN EL PACIENTE ANCIANO Artiles Medina A, et al. An RANM. 2022;139(01): 43- 55 En 2013, las personas de 65 años o más represen- taban el 16% de la población en los países desarro- llados y, aunque este grupo de edad representa menos del 10% de la población mundial, supone el 48% de los nuevos casos de cáncer y el 58% de las muertes relacionadas con el cáncer. El cáncer es indiscutiblemente una enfermedad vinculada al envejecimiento, y la mayoría de los diagnósticos y muertes ocurren en adultos mayores. En el ámbito de la urología, las edades medias en el diagnóstico del cáncer de próstata, vejiga y riñón son 70, 65 y 60 años, respectivamente(1). Esto nos sitúa frente a un escenario, presente y futuro, en el que el manejo del paciente anciano y/o “frágil” constituye un desafío en el ejercicio diario de la urología, y particularmente en la urooncología. Muchos de los procedimientos en cirugía uroonco- lógica, como son la cistectomía radical (CR), la prostatectomía radical (PR), la nefroureterec- tomía y la nefrectomía (radical o parcial), son considerados el tratamiento <<gold estándar>> de las neoplasias malignas urológicas localizadas no susceptibles de otro tratamiento conservador o mini-invasivo. Sin embargo, estos procedimientos quirúrgicos en ocasiones conllevan un riesgo significativo de complicaciones, especialmente en pacientes mayores y frágiles(2). El aforismo <<primum non nocere>> constituye uno de los fundamentos de la actividad del médico, que hace referencia a no producir un daño innece- sario y evitable, huyendo tanto del nihilismo como de la obstinación diagnóstico-terapéutica a través de una adecuada valoración del riesgo-beneficio(3). Este precepto cobra especial importancia cuando nos encontramos ante un paciente anciano y frágil, donde las potenciales complicaciones de los procedimientos quirúrgicos deben ser sopesados con el beneficio en supervivencia global o especí- fica del cáncer. En la presente revisión, se abordan los aspectos generales del manejo del paciente anciano con cáncer de próstata, vejiga o riñón. Se fija específi- camente la atención en las complicaciones, supervi- vencia y resultados funcionales del tratamiento quirúrgico de cada una de estas neoplasias en estadio localizado. Por la limitación en la extensión y dada la amplitud y complejidad del tema, no se tratará en esta revisión el manejo de las neoplasias localmente avanzadas o diseminadas. Como punto de partida de esta revisión, es necesario enfrentarnos a la pregunta: <<¿A qué llamamos “paciente anciano”?>>. De acuerdo con la Sociedad Internacional de Oncología Geriátrica (SIOG), no existe un punto de corte de edad universalmente aceptado para definir “anciano”. Esto refleja el hecho de que la edad cronológica en sí misma es menos importante que los eventos biológicos en el proceso de envejecimiento de un individuo. Sin embargo, la edad cronológica es una forma simple y práctica de definir una población diana, y los 70 años es actualmente el punto de corte más utilizado para definir al paciente anciano en el campo de la oncología geriátrica. El grupo de edad de > 70 años se usa comúnmente en ensayos clínicos en oncología. Probablemente, en muchas ocasiones este grupo aglutina una variedad de situaciones basales y comorbilidades que no siempre se correlacionan con la edad. Pese a esta heteroge- neidad, en base a la literatura disponible, en torno a los 70 años de edad, se ha constatado un mayor riesgo de toxicidad relacionada con tratamientos sistémicos. Asimismo, con las mencionadas limitaciones, esta estratificación por edad es ampliamente utilizada para informar de los resultados por un gran volumen de literatura médica. Por otro lado, es necesario definir “anciano frágil”. Se define como aquel que tiene una disminución de las reservas fisiológicas y un mayor riesgo de declinar, lo que lo sitúa en una situación de mayor vulnerabilidad ante perturbaciones externas y resulta en una mayor probabilidad para presentar episodios adversos (hospitalización, institucionalización, muerte, caídas) y pérdida de función, discapacidad o dependencia(4). El grupo de trabajo de la Sociedad Internacional de Oncología Geriátrica recomienda que todos los profesionales de la salud involucrados en la atención del cáncer en el paciente anciano presten mayor atención a la calidad de vida (QoL) de las personas mayores con cáncer(5). Numerosos estudios confirman la gran importancia clínica del síndrome de fragilidad en los resultados quirúrgicos. No obstante, no existe un método aceptado universalmente para medir las reservas fisiológicas del paciente quirúrgico anciano. Un estudio observacional prospectivo (Dal Moro y cols.) analizó datos de 106 pacientes consecu- tivos ≥ 70 años sometidos a una cirugía urológica mayor (endoscópica o abierta). Como cirugía abierta se incluyeron cistectomía radical, prostatectomía radical y nefrectomía radical; y la cirugía endoscópica agrupó los procedimientos de resección transuretral de próstata y resección de tumores vesicales >4cm. Estos autores encontraron una prevalencia global de fragilidad del 21,8%(6). Por lo tanto, muchos de los pacientes urológicos son ancianos frágiles, lo que dificulta aún más el manejo. Por su parte, Brodak y cols. llevaron a cabo un estudio retrospectivo, evaluando resultados y complicaciones postoperatorias tempranas en pacientes ≥ 75 años. La cohorte incluyó a 221 pacientes que se sometieron a INTRODUCCIÓN DEFINICIÓN DE “ANCIANO” Y “ANCIANO FRÁGIL” UTILIDAD DE LAS HERRAMIENTAS DE EVALUACIÓN GERIÁTRICA

RkJQdWJsaXNoZXIy ODI4MTE=