Anales de la RANM

221 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 INVESTIGACIÓN BIOMÉDICA EN RED Crespo Ferrer PV An RANM. 2022;139(03): 221 - 222 VE I NT E AÑOS DE I NVE S T I GAC I ÓN B I OMÉD I C A EN RED ( 2002 - 2022 ) TWENT Y YEARS OF BIOMEDI CAL NETWORK RESEARCH Pascual Vicente Crespo Ferrer 1 1 Académico Correspondiente de la Real Academia Nacional de Medicina de España Autor para la correspondencia Pascual Vicente Crespo Ferrer Facultad de Medicina. Torre A, Planta 5. Parque Tecnologico de la Salud Av. de la Investigación, 11 · 18016 Granada DOI: 10.32440/ar.2022.139.03. ed01 Enviado: 15.07.22 | Revisado: 22.07.22 | Aceptado: 12.08.22 E D I T O R I A L El desarrollo de la investigación médica en España ha alcanzado en las últimas décadas un creciente y notable desarrollo y ello ha sido posible por la convergencia de dos procesos no siempre fáciles de implementar. En primer lugar, por su progresiva institucionalización en las distintas estructuras vinculadas al mundo sanitario y al de las ciencias de la salud y, en segundo lugar, por el desarrollo en nuestro País de algunos modelos pioneros en el fomento y la forma de llevar a cabo la investigación médica. En efecto, en los últimos cuarenta años, un organismo como el Fondo de Investigaciones Sanitarias (FIS), en cuyo origen está la figura del académico de la RANME José María Segovia de Arana, ha logrado hacer presente la investigación biomédica en los distintos niveles de la organiza- ción sanitaria y académica española y de dotar, además, a la misma de recursos humanos, técnicos y procedimentales muy innovadores. Y todo ello con independencia del organismo gubernamental en el que el FIS haya estado ubicado, desde el primitivo INSALUD hasta el actual Instituto de Salud Carlos III. En este sentido, y tras la progre- siva creación en los años ochenta y noventa del pasado siglo de las unidades de investigación hospitalarias y de distintos programas de recursos humanos destinados a las mismas, se crean y ponen en marcha, en el año 2002, las denominadas redes de investigación cooperativas y, en el año 2004, los Institutos de Investigación Biosanitaria. En el origen de estas dos últimas modalidades esta la figura de Antonio Campos Muñoz, también académico de la RANME (1). Al conmemorase los veinte años de la creación de las redes de investigación biomédica en España conviene reflexionar sobre su oportunidad y su vigencia. Las redes de investigación surgen como resultado de una triple coyuntura que el Instituto de Salud Carlos III supo ver e implementar. Por un lado el progresivo cambio de paradigma que, frente al modelo tradicional de investiga- ción, comenzaba a configurarse entonces a través de lo que Michael Gibbons denominó modelo de investigación socialmente distributiva. Un modelo de investigación, que en el campo de la medicina, debía ser multidisciplinar, aproximarse a la solución de problemas médicos y generarse a través de redes mediante un continuo intercambio de conocimientos (2). El resultado que, por otra parte, ofrecía el mapa sobre la investiga- ción española, que poseía entonces el instituto Carlos III, reflejaba además que la colaboración interregional de la investigación biomédica en España alcanzaba solo el 9,12% (3). La oportu- nidad que, en este contexto coyuntural, impulso definitivamente la posibilidad de implementar el novedoso programa de redes fue el pacto que firmó el Ministerio de Sanidad con Farmaindus- tria. Los fondos aportados por esta última fueron destinados a un organismo público, el Instituto de Salud Carlos III, para que este, a través del FIS, canalizara y priorizara la investigación sanitaria hacia los problemas de salud identificados en la agenda política sin que a este respecto la industria estableciera ningún condicionante. Fue entonces, en el año 2002 y en marco del contexto arriba descrito, cuando el Instituto Carlos III formuló su primera convocaría de redes de investigación cooperativa de Centros y de Grupos. Las redes podían estar integradas por unidades procedentes de distintos organismos –sanitarios, universitarios, centros de investigación, etc.- y dichas unidades debían pertenecer al menos a cuatro comunidades autónomas (BOE de 3 de abril de 2002) (4,5). La convocatoria de redes de investigación supuso una apuesta decisiva por el nuevo modelo de investi- gación socialmente distributiva al que antes se hizo referencia. El haberlo realizarlo por convoca- toria pública supuso además hacer partícipe a los investigadores en el diseño de las propias redes fomentando la colaboración de grupos consoli- dados y emergentes, de distintos lugares de España unidos por su interés, desde ángulos muy distintos -básicos, clínicos, epidemiológicos, etc.-, en un mismo problema de salud. Tras una rigurosa evaluación internacional, realizada durante el verano de 2002, de las 224 redes presentadas a la convocatoria, fueron seleccio- nadas 69 redes que agruparon a 290 instituciones de toda España y a un conjunto 11.331 investiga- dores distribuidos en 1591 nodos. El modelo de redes implementado en nuestro País desarrollado en dicho año, fue positivamente valorado interna- cionalmente por revistas tan prestigiosas como The Lancet y Nature Medicine (6,7).

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