Anales de la RANM

23 A N A L E S R A N M R E V I S T A F U N D A D A E N 1 8 7 9 S U P L E M E N T O Arturo Fernández-Cruz Pérez SESIÓN NECROLÓGICA EN MEMORIA DEL EXCMO. SR. D. ALFREDO ROBLEDO AGUILAR An RANM. 2022;139(01).supl01: 22 - 24 más aprendió y que marcaron toda su trayectoria posterior. En mi reciente artículo sobre Segovia de Arana destaco lo que el azar ha deparado a las profesionales que coincidieron en esa etapa de su formación con el maestro Jimenez Diaz. El espíritu y dinámica de la clínica de la Concepción ha marcado a los que allí se han formado, con el sello de la medicina científica y la pasión por el enfermo como problema personalizado. Pero lo que más le distingue es su disposición a aceptar el reto que supone, abordar la medicina moderna siguiendo las pautas más vanguardísticas en aquella época, en base a la medicina basada en la evidencia científica. Su padre juega en su vida un papel determinante que va mas allá de ser su progenitor, al convencerle que debería aceptar la proposición de su mentor el profesor Gómez Orbaneja a optar en unas oposiciones a la Cátedra de Santiago de Compos- tela que alcanzó de forma brillante en 1964. Por ello comentaba irónicamente que esa cátedra era de su padre ya que le había ayudado incluso a preparar temas de dichas oposiciones. Se incorpora en 1965 a la Facultad de Medicina de la Univer- sidad de Santiago de Compostela. Algunos de ustedes conocen que pasé nueve años de mi vida en ese lluvioso museo del arte. De nuevo con mi fantasía, sobre la realidad vivida, imagino el esfuerzo descomunal de organizar un servicio y una cátedra prácticamente sin cimientos. La mayoría de ustedes recuerdan que fue mi padre el que llevó a cabo el traslado del Hospital que se ubicaba en las instala- ciones del actual Hostal de los Reyes Católicos, al Hospital Clinico actual, que luego se convertiría en Parador Nacional. España era un país subdesarrol- lado que en su dinámica de progresión alcanza en los 60s lo que se ha venido en llamar un “turning point“. Aquí solo determinados profesionales interpretan la necesidad de incorporar un nuevo concepto de la práctica de la medicina y de la educación médica. La formación adquirida con su mentor Gomez Orbaneja en la Fundación Jiménez Díaz, le lleva a incorporar estas nuevas herramientas de la medicina científica para crear, reparar y reestructurar la cátedra de Dermatología. Potenció además a lo largo de su vida la Sociedad Gallega de Dermatología. Quiero imaginar que fueron días felices no sólo por disfrutar la “terra del seu pare” sino porque terminó de configurar a su fabulosa familia ya que fue en Santiago donde nacen los 4 hijos. Su esposa y única novia Inmaculada, a la que conoció por la amistad con unos primos suyos de Pamplona, decía que o se casaba con Alfredo o no se casaría con nadie más. Respetó vivir con una persona dedicada a su vocación y en realidad podría afirmar que vivió para él. Como buena navarra es alegre, charlatana y aficionada a la buena mesa. Como en la mayoría de seres humanos su vida estaba en manos del azar y le hizo coincidir con figuras tan rutilantes en nuestra historia moderna de la medicina como Domínguez Carmona, Cadorniga, Espinós y el profesor García Sánchez entrañable amigo. El profesor Cabré con el que me unió una gran amistad que mantengo con su viuda desde Barcelona era a la sazón después de haber pasado por Cádiz y Universidad Autónoma de Barcelona el catedrático de dermatología de la Complutense. Su prematura muerte le lleva al maestro Robledo a incorporarse como catedrático al servicio del Hospital Clínico de San Carlos. Su estancia en Galicia le convirtió en el santo grial para los pacientes gallegos que venían en peregrinación a Madrid a verse con él. Su produc- ción científica como gran clínico lo refrendan las más de 150 publicaciones. A nivel personal a parte de su sincera amistad fue mi experiencia vivida en el Clínico al compartir con él la docencia. Su talante conciliador y la predisposición a incorporar los nuevos modelos de enseñanza que requerían una reorganización de los departamentos dando un nuevo significado a las cátedras era desde mi perspectiva su gran acervo. De tal manera fue el director del Departamento de medicina II desde 1988 al 2000 donde se prestaba especial atención a la enseñanza personalizada y la coordinación e integración de las enseñanzas del curriculum. La marca de su personalidad carismá- tica, era la serenidad que nadie como él emanaba en el juicio clínico sobre lo que veía y tocaba/ rascaba. Este carisma era bien apreciado por sus pacientes, discípulos y alumnos. Hasta su nombra- miento de emérito en el 2002 fue galardonado como Miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología (1956) y Presidente de su Sección Gallega (1976-81). Miembro Correspondiente de la Sociedad Portuguesa de Dermatología y Venereo- logía (1965) y de la Real Academia de Medicina y Cirugía de Galicia (1972). Miembro de la Sociedad Nacional de Alergia e Inmunología Clínica (1965) y Vocal de su Junta Directiva (1972-76). Consejero Asesor de la revista "Piel" (1985). Consejero Editorial de las revistas "Nuevos Archivos de la Facultad de Medicina" (Idepsa, 1985) y Scientific American Medicine Emisa (1987). Medalla de Servicios prestados a la Universidad (Madrid, 2001). Autor de un libro sobre "Alergo-Dermatología Clínica" (2003). Me gustaría destacar que no era sedentario, pues practicaba el frontón y tenis con asiduidad. Le encantaba el campo y la naturaleza, pero en palabras de su familia nada como nadar en su mar de Galicia. Entre sus hobbies destacaría su amor a la música clásica y de forma particular la Zarzuela y el “Country music” Figura 3.

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